patricia

Hola, que recuerdos me trae Pato…
En realidad al día de hoy nos seguimos viendo, ya no tan seguido pero si de forma muy intensa.
Patricia era vecina al local donde yo tenía mi negocio, era y sigue siendo, una morocha flaca, alta de piel blanca, ojos café de mirada profunda. Cuando la conocí recién cumplía 18 años, y yo tenía 21. por lo cual no se nos veía nada mal el estar juntos.
Todo comenzó una tarde de verano cuando ella llegaba a su casa y yo iba a buscar un refresco a un almacén. Al cruzarme con ella simplemente le dije “hola, me das un segundo?” a lo que respondió con “hola, si, decime”. Le dije que me gustaba y si no le caía muy atrevido me gustaría invitarla a tomar algo el fin de semana. Y aceptó de buena gana, dándome su número celular y pidiendome que no se enteraran en su casa ya que eran algo extrictos y no les caería en gracia que saliera con el vecino.
…
Llegó el finde y nos encontramos en la esquina para no levantar sospechas, ya en mi camioneta nos vamos a un disco y tomamos y bailamos un poco hasta que comenzamos a comernos las bocas. En cuestión de unas horas estábamos en un hotel cogiendo y cogiendo. Que flaca espectacular!! cuando se ponía en cuatro patas parecía que el culo se le iba a salir, quedaba bien redondo y abierto invitando a ser penetrado sin piedad alguna.
La verdad que me volvió loco, era incansable y todas las posiciones le gustaban y lo mejor de todo fue que al acabar se tomó toda la leche con un gesto de placer tremendo.
Yo en esa época tenía un finca, así que la invité a pasar un finde ahí, solo había que inventar algo para los padres, pero de eso se encargaría.
Al siguiente sábado salimos rumbo a santafe de antioquia, con todo lo necesario para pasar un par de días lejos de todo.
Llegar y empezar a coger fue uno solo, hasta quedar muertos, y charlando me cuenta que dos años atrás lo había hecho con tres hombres a la vez, para cumplir una fantasía. En ese momento mi manera de verla cambió por completo y empecé a tratarla de manera más sexual si cabía.
Una de las veces que recuerdo fue cuando estábamos en mi casa y ella se mecía en una hamaca paraguaya. Yo me acerqué por uno de los lados y empecé a besarla y a manosearle el cuerpo, luego la acomodo de tal forma que queda abierta de piernas atravesada sobre la hamaca y yo con mi verga al aire empiezo a cogermela aprovechando el vaivén de su posición. Así estuvimos un buen rato entra y sale, entra y sale, hasta que comienza a acabarse y veo que al salir mi pija de su concha lo hace bañada de un líquido blanco; ahí mismo le levanté un poco más las piernas y busqué la entrada a su culo, y la penetré con fuerza, hasta meterla toda bien adentro. Ella me pedía que lo hiciera más fuerte, que no parara y yo me afirmaba cada vez más en mis empujes. Gozábamos como fieras hasta que siento venir la leche por dentro de mi verga, es en ese momento que se la saco de la cola y ella se baja de la hamaca para recibir mi descarga sobre su lengua y luego de saborearla bien se la toma toda.
Nos bañamos juntos y luego fuimos a la jacuzzy, donde nos quedamos hasta la noche, y cuando ya no había nadie de los mayordomos empezamos a toquetearnos de manera que en unos minutos me estaba comiendo la verga con ganas de que terminara dentro de su boca golosa. Y así lo hice, le dejé ir todo lo que tenía directo a su garganta, y veía como nuevamente se tragaba todo, sin dejar que una gota se cayera.
Fue un fin de semana inolvidable, como muchos otros que no voy a contar para no aburrirlos, aunque sí relataré las veces que hicimos cosas diferentes.
Ah, casi se me olvida, su nombre real es Patricia angarita Pero sigue siendo tan puta como cuando la conocí.
Saludos a todos, y espero les haya gustado este relato.