Michelle Obama lava su imagen mientras juega a las damas con su estilismo


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Tras un largo día cumpliendo su agenda oficial con apariciones públicas por el Reino Unido, el matrimonio Obama fue homenajeado con una cena de gala en el Buckingham Palace, oficiada por la Reina de Inglaterra. Después de fracasar con su horrible estilismo frente a la Princesa Catalina, Michelle supo limpiar su imagen a la perfección.

Con un espectacular diseño de Tom Ford, del blanco más puro, largo hasta los pies, escote halter, inspiración helénica y plisado de arriba a abajo, Michelle Obama deslumbró en la cena que se celebró en su honor.

La primera dama estadounidense completó su esplendoroso atuendo con unos guantes largos que sobrepasaban la mitad del brazo, una cinta del mismo color del vestido, con lazada incluída, que se ajustaba en la cintura y un diminuto clutch de pedrería a juego con unos impactantes pendientes de péndulo.

Del mismo tono iba la Reina Isabel II, quien eligió un traje largo de crespón de seda con el cuerpo enteramente bordado con cristales de Swarovski, que combinó con un collar de diamantes, una tiara de perlas y un bolso de asa corta plateado.

Las dos damas posando intercaladas con sus respectivos hombres, que vestían con elegantes trajes negros, parecían las fichas de un damero. Aún así, el respeto, la elegancia y la deslumbrante clase de los cuatro flotaba en el ambiente.

Pero ellos no fueron los únicos invitados al evento. La Reina Madre se encargó de que a la cena acudieran un total de 171 personas, entre las que destacaron Tom Hanks, Kevin Spacey y Tim Burton acompañado por su esposa Helena Bonham Carter.

Tampoco podemos pasar por alto el look que Michelle lució anterior al acontecimiento. Y es que la mujer de Obama se cambió hasta tres veces de ropa durante el día. El primer outfit lo comentamos en su momento, el escogido para presentarse ante los nuevos Duques de Cambridge, y el segundo fue para visitar el número 10 de Downing Street, donde vive el primer ministro británico, David Cameron.

Para ese momento, la primera dama de Estados Unidos posó ataviada con un vestido morado, con falda de pliegues, por debajo de la rodilla y cinturón, que combinó con un abrigo azul eléctrico y zapatos de salón con el mismo error previo, un tacón de chiste que para el caso, es mejor ir plana.