DeNunCianDo - Ripley, miniserie de Netflix que recomiendo a ojo cerrado para fans de los thrillers… y la belleza

SOYADO

No está en el top 10 de las series más vistas en Colombia en la plataforma de streaming que ya sabemos desde su estreno el jueves 4 de abril. Y dudo mucho de que vaya a estarlo (puede que me equivoque: por eso digo lo de «dudo»), porque me da por creer que lo primero que me atrajo de esta producción, es lo que pone a dudar a un gran sector de espectadores: que está enteramente concebida en blanco y negro. En un deslumbrante blanco y negro, bien vale expresar.

Entonces algunos se dirán: “¡Ay, no! Estas historias así como que sin color, deben ser bien aburridas o es una mamera entenderlas. A mí que me den algo como Griselda, o La casa de los famosos” … ¡Ja, ja, ja! Me produce su gracia este imaginario debate interno. En serio, no es totalmente una burla ni enteramente un lamento: reconozco que muchas veces en mis opiniones me las he dado de sabihondo. De intelectualoide arrogante. De ubicarme en una posición tipo: “Miren esos pobres idiotas que solo prefieren historias aguamasientas. ¡Jum!”.

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Estoy intentando aprender (y soyarme el hecho de aceptar) que lo que es popular, es popular y ya; y que las razones que lo hacen así, pueden ser igual de fascinantes como que Ripley, la obra de la que quiero hablarles y de la que aún no les comento por andar aquí mariqueando, no «tenga la aceptación» que quizá a algunos (yo) nos (me) gustaría que tuviese.

Ripley es la historia, o una historia, acerca de un tipo que se las rebusca como puede en la capital del mundo, la Gran Manzana, por allá a principios de los sesentas. En medio de una cotidianidad que en estos tiempos del Insta-Face-gram se considera lo más patético de lo patético, al tipo este del que les hablo quien resulta ser Ripley, Tom Ripley (interpretado por Andrew Scott), se le aparece la Virgen en forma de un encarguito que lo lleva a Europa. Más precisamente a Italia.

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Y créanme (o tal vez no tienen qué hacerlo. Hasta lógica tiene), que cuando uno reflexiona que aparecérsele la Virgen a uno signifique visitar esa península donde se juega Calcio… ¡Viva la Madonna! Porque más allá de lo que Ripley tiene que intentar hacer llegado allá, los capítulos de esta fastuosa creación del guionista de nada menos que La lista de Schindler, o de Pandillas de Nueva York (severos largometrajes ambos) te empapan del esplendor que solamente Italia posee.

Sus calles, sus obras artísticas, su arquitectura, su música, el idioma italiano, ¡sus periódicos! … Intenten visualizar todo eso de hace sesenta años junto con la tecnología en comunicaciones de aquella época. En blanco y negro. En Italia, vuelvo y jodo. Una delicia audiovisual tremenda. Y a este coctel de sensaciones, contribuye en gran manera la presencia de Dakota Fanning (como ha crecido de bien aquella niña de Hombre en llamas, una de las re chimbas de las rechimbas en películas de acción), en el papel de Marguerite Sherwood, una gringa que convive en uno de esos pueblitos de ensueño… de Italia, sí, junto a su machucante de nombre Richard Greenleaf.

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Entre esta pareja y Ripley, se desencadenará una serie de circunstancias en donde la traición, el oportunismo y un portentoso juego de copycat por parte del avivato protagonista de la serie, van creando una historia tan digna de maratonearse como de degustarla a sorbos, como ustedes lo prefieran si es que se deciden a por verla. Esta propuesta de Netflix se encuentra basada en una secuela de novelas muy popular en el mundo anglosajón, de la que derivan otras muchas llevadas a la pantalla incluyendo el filme El talentoso Señor Ripley (1999), protagonizado por Matt Damon, Gwyneth Paltrow y Jude Law (no me lo he pillado).

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Hoy sábado acabé de degustar por entera la obra que ha generado este artículo que, como los últimos que he compartido acá esperaba que fuese corto. Pero me era muy difícil contener tantos sentimientos tratándose de una apuesta narrativa de alto calibre, que estoy seguro es este monumento a la artesanía de la fotografía, el concepto y la narración. O manden todo esto al carajo y elijan La casa…