Para mí el gancho resultó ser el artista samario, toda vez que no lo veo actuar desde los tiempos de la buena propuesta que resultó ‘Escalona’, y que el tipo todavía me produce el suficiente interés como cantante y productor. Fui incapaz de terminar el primer capítulo.

La relación entre los personajes y la historia me pareció de lo más inconsecuente por no decir pasada de estúpida y así pues en últimas, no muy desilusionado realmente, eliminé ipso facto la carpeta creada con los diez capítulos de su temporada de su estreno. Fue un “Suerte es que te vi” rotundo el que le di.

Otra serie de streaming colombiana que alcanzó a llamar mi atención, esta vez de Amazon Prime, fue ‘Manes’, pero a esta la descarté de plano (es decir, ni siquiera la descargué), luego de reflexionar en el título (Un desacierto), y que concluí que luce más como historia de gomelitos. Porque en su tráiler y poster los actores dejan ver que son bien parecidos y de estrato alto, y de estos personajes con tramas que terminan siendo la pendejada de la pendejada tenemos suficiente.

Hasta que decidí darle una oportunidad a ‘La primera vez’, producida por Dago García para Netflix y estrenada en esta plataforma el 15 de febrero. Terminé hace unas cuantas horas los trece capítulos de su primera temporada (está confirmada la segunda), y me complace compartirles, queridos lectores, que esta producción hace ya parte de mis preferencias actuales de entretenimiento, añadiéndole a esto el no menos destacable factor de convertirse en mi primera elección afortunada en cuanto a un producto del streaming made in Colombia.

Sin ponerme de puntilloso con ciertos detalles que a los puristas les encanta sacar a relucir para fregar porque sí y porque no, el desarrollo de su argumento se ha tejido de una forma admirable contando con una serie de elementos decisivos como un guion bien concebido, una dirección afortunada, el esmero con que se ha planteado el trabajo de edición y de fotografía más un elenco en estado de gracia.

Por el hecho de que a algunos espectadores nos ha dado por rajar del señor Dago García esgrimiendo como excusa sus películas de fin de año, hasta el punto de convertirlo como en un saco de arena en el que descargamos nuestras opiniones sin apenas indagación, admito en esta ocasión e incluso con reverencia, que esta creación suya como “La primera vez” me ha logrado sorprender, hacer carcajear de lo bueno, conmover, y mantenerme con unas ganas las verracas de que su segunda parte se estrene en el menor tiempo posible.

Convengamos en que el punto central dramático de ‘La primera vez’ resulta algo surrealista de entrada: la llegada de la primera estudiante a un colegio distrital de muchachos en la Bogotá de 1976. Sin embargo, y a diferencia de lo que percibí personalmente en ‘El club de los graves’, la mencionada situación que resulta caótica a los ojos del protagonista y de su grupo de amigos es tratada con elementos humorísticos y dramáticos de una factura que no tiene que envidiarle nada a las más brillantes sitcoms que logremos recordar.

Un hecho que en particular brilla por sí mismo en la serie, es que los conceptos culturales, religiosos y de convivencia que enmarcan a las familias colombianas logran ser tratados de una forma que nunca llegan a caer en el abuso de los chistes fáciles o sobre entendidos, o en alguna absurdidad que ni caricaturesca, pues.

Acorde con esta facultad de la historia se le une el abordaje sin misterios, pero a la vez con un tacto esclarecedor, de situaciones relacionadas con la violencia física, el sexo pre adolescente y la homosexualidad, los debates relacionados con los psicotrópicos y, admirable por igual, el uso desparpajado de expresiones y de iconografías consideradas vulgares. Esto último sería casi como un sacrilegio para espectadores acostumbrados a nuestro aún implícito parroquialismo.

Otro aspecto formidable de ‘La primera vez’ es el de nombrar cada uno de los capítulos con títulos de novelas, característica que forma parte activa de su engranaje argumental dentro de una narrativa que le rinde homenaje a la literatura como una suerte de escalpelo de los mil y un matices de la vida humana.

Y ad portas del Día Internacional de la Mujer, considero que la serie está que ni mandada a hacer para la ocasión independiente del grado de interés que esta nos genere: vaya que me resulta una gozada tratar de comprender lo que ha tenido que superar el sexo femenino en materia de prejuicios como permite ilustrarnos esta última concepción de Dago.

Pero este discurso reflexivo en ‘La primera vez’ no se olvida de comprendernos a nosotros como varones dentro de una concepción machista la cual seguimos resistiéndonos a analizarla con honestidad, a pesar de algunos avances meritorios en materia de complementariedad de los sexos.

Me alegra mucho haber podido escribir este posteo que llegué a pensar que no terminaría. Creo que es justo dedicarle unas merecidas loas a una serie colombiana de tan gran calidad como ‘La primera vez’, y no crean que esto significa que ahora me voy a imponer un nacionalismo al respecto.

Eso sí, considero positivo que, al momento de redactar estos párrafos, continúa siendo la serie más vista en Colombia en Netflix y por lo que leí en algún artículo suelto, también está en el top 10 de la plataforma en otros países latinoamericanos.

Mis respetos y agradecimientos, señor Dago García; espero que la segunda temporada pueda mantener o mejorar el nivel de la primera.