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Las cartas privadas de Pen Papá me hace gozar Escribo con el propósito de aportar a su revista otro testimonio sobre las relaciones llamadas incestuosas. Yo quedé viudo a los 49 años, con una hija de 25 años con un defecto físico; es ligeramente jorobada, tiene un físico agradable normal, es cariñosa y paciente… Locuras de “triángulo” Me llamo Rosa María. Os puedo decir que tengo 27 años; y aunque no soy nada del otro mundo, debido a que juego bastante al tenis, me conservo delgada. Esto me permite ser admirada por los hombres. Mis pechos resultan pequeños, pero firmes y apetitosos, a pesar de que lo que más le gusta a mi marido es mi culo, sobre todo cuando estoy desnuda. Me resalta de tal manera que parece estar pidiendo guerra… El culo de mi madre Tengo 18 años y nunca estuve con una mujer, hasta que sucedió lo que os voy a contar. Yo soy muy tímido; creo que a causa de la excesiva gordura que soporto; sin embargo, resulto muy ardiente. Me hacía todos los días de una a tres pajas, pensando en cualquier mujer… Todas sois mis esclavas ¡Esclavas y perritas mías, mi divinidad está dispuesta con esta Carta a pasar un rato con vosotras! Os haré el honor de contaros una de mis aventuras sadomasoquistas, con la intención diabólica de haceros padecer y coceros en fuego lento. Porque me dispongo a divertirme imaginando vuestra frustración al reconocer que no seríais capaces de soportar a una Ama tan salvaje, cruel y hermosa como yo... Ayudé a mi hijo Durante un tiempo nos preocupó que nuestro único hijo Víctor, no se decantara sexualmente. Parecía desganado y con inapetencia sexual, cuando con casi con 18 años los chicos son volcanes en erupción. El ejemplo le tenía en nosotros que desde los 19 que nos conocimos hasta ahora casi a los 40 nos consideramos unos “salíos” sexuales por la cantidad y variedad de sexo que disfrutamos… Orgías familiares A raíz que mamá decidiera entregarse a mi hermano y a mí, nuestra casa se convirtió en un autentico picadero. Mamá tan calentorra y sensual siempre a punto para el follisqueo nos provocaba constantemente. Vestida con picardías y otras a pelo era una tentación demasiado fuerte para no estar quietos… La tranca de mi macho La espera iba a ser larga. Lo único que se me ocurrió para soportarla fue empezar a masturbarme. Esta es una práctica a la que recurro desde los doce años, cuando no me salían los deberes porque mi cabeza se ponía a pensar en los chicos más guapos; sobre todo en un vecino que acostumbraba a hacer pesas delante de mi ventana… FUENTE: LAS CARTAS PRIVADAS DE PEN |
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