mi exnovia...
 

Hace unos años yo solía acompañar a mi primera novia hasta su casa, después del trabajo, que fue donde nos conocimos. Ambos teníamos 19 años y no me importaba viajar de más con tal de estar más tiempo con ella. De ella me encantaba todo. Su cuerpo, su rostro, su piel, pero sobre todo, sus caderas y sus piernas. Sus piernas eran de ataque. Pasamos muchos momentos íntimos, pero sobre todo, recuerdo una vez que que ella usaba un vestido verde que me encantaba.


Ese vestido era muy corto y tenía unas ranuras en la parte frontal de los muslos. Además, usaba unas sandalias negras de tacón alto, y quedaba más alta que yo. Vivíamos en Bogotá y allí las mujeres usan medias veladas. Pues bien, ella solo usaba ese tipo de medias que son superdelgadas, las que con rozarlas un poco se rompen. Sus piernas se veían (y sentían) de película. Una vez en el transporte público, ella solía solía subir sus piernas sobre las mías y abrazarme el cuello, descansando su cabeza en mi hombro. Y esa vez no fue la excepción, aprovechando que pasaban las 10 de la noche y no había más personas en el bus, así que ella no tenía que preocuparse en bajar su vestido para que otras miradas, diferentes a las mías, se fijaran en ella. Su cabello lo tenía en mi mejilla, mi brazo izquierdo, abrazándola y mi mano libre.... EN SUS PIERNAS. Sus muslos se sentían supersuaves, y se veían muy provocativos, pues al tener ella sus piernas sobre las mías, se veían más anchas y el vestido trataba de encogerse. Si ella estuviera de pie, la falda llegaría justo hasta la parte superior de su rodilla, pero en esa posición, y con la ayuda de las dos ranuras en su falda que se abrían, yo podía tocar toda la extensión de sus muslos. Ella, medio dormida, me daba algunos besos con sus labios húmedos. Le encantaba juguetear con su lengua y es entonces que la acerco con mi brazo izquierdo hacia mí para poder introducir mi lengua en su boca. Esos si que eran besos lujuriosos!!!. Su espalda se curvaba y yo disfruté acariciando su cintura con mi mano izquierda, algunas veces masajeando, otras veces apretando. Al estar ella más cerca, yo tenía mayor alcance con mi mano derecha y es por ello, que empiezo a tocar sus caderas, más exactamente su nalga izquierda. Era increíble cómo se sentía que mi pene lubricaba bajo mi pantalón y ella también me decía que se sentía mojadita. En público no llegamos muy lejos, así que esperamos a llegar a su casa. Era tarde y los integrantes de la familia de mi ex ya estaban dormidos por lo regular a esa hora. Cuando yo me quedaba en su casa, yo dormía en el cuarto de mi ex y ella dormía con su mamá. En la casa había mucho silencio y se oía el simple roce de la ropa mientras uno camina. Una vez en su cuarto y listos para dormir, nos despedimos con un beso muy apasionado, de pie bajo la puerta de su dormitorio. Yo le rodeé la cintura con mis brazos y ella rodeó mi cuello con los suyos. La tomé fuerte de la cintura acercándola hacia mí y ella podía sentir cómo yo empezaba a tener una erección. Mientras jugueteaba con su lengua, soltó una risa espontánea y picarona y empezó a frotar su pelvis en la mía haciendo círculos. Oímos un ruido como cuando alguien se acomoda en la cama y nos quedamos muy quietos mientras ella giraba su cabeza hacia atrás a ver si salía alguien. Al mismo tiempo me empujó dentro de la habitación y cerró la puerta tras sí con mucho tacto, intentando apagar todo tipo de ruido.

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Entonces, se acerca hacia mí y me rodea con sus brazos de nuevo mientras me besaba con respiración jadeante. Yo respondí en la misma forma y comencé a frotar con mis manos fuerte sus caderas, de manera que se levantaba su vestido por detrás. Mhhh, qué caderas, no eran ni muy blandas ni muy duras y habían sido bien torneadas, pues fue patinadora. Empecé a besar su cuello y la tomé de la cintura, con el vestido recogido. Podía sentir la piel de su cintura un poco más arriba de la línea de sus medias veladas. Luego, aprieto sus caderas de nuevo y la acerco hacia mí para que pueda sentir lo duro que estoy bajo mi pantalón. Ella se curva de manera fantástica hacia atrás, dejando ver cómo se ha enrojecido su cuello. Su perfume sale desprendido como una bocanada de placer y respiro muy hondo para no dejar que no escape ni un poco. Luego, la tomo de la espalda para evitar que caigamos los dos. Siento con mi dedo corazón el cierre de su vestido que atraviesa su espalda y subo la mano siguiendo la pista hasta encontrar bajo su cabello la manera de abrirlo. Empiezo a deslizarlo lentamente hacia abajo y ella se gira de manera que me da la espalda. El cierre empieza a sonar y yo lo bajo muy lento para evitar el ruido. En la penumbra, con la luz que entraba por la ventana y atravesaba la cortina, veo su brassier y la curva de su cintura. Mientras voy bajando el cierre, encuentro un obstáculo: sus caderas, que en esta parte empiezan a hacerse anchas. No trato de bajarlo mas y con ambas manos toco su espalda y su cintura. Ella inclina su cabeza para hacer a un lado su cabello. Claudia estaba totalmente apoyada en una pierna, mientras la otra estaba semirecogida, aunque ambos pies tocaban el suelo. Empiezo a besarle el cuello delicadamente y se le pone la piel de gallina, haciendo que curve aún más su espalda. Puedo ver su sonrisa, y sus ojos cerrados, esperando que pase el escalofrío, pero yo la beso más fuerte en el cuello y empiezo a succionar el lóbulo de su oreja. Ella no puede más y hace un gemido que calla al instante. Nos quedamos quietos unos segundos, y luego nos da un ataque de risa que tratamos de callar, pero se hace más intenso. Ella se libera de mí y se acuesta en su cama boca abajo para usar la almohada para callar el sonido de su risa. Entre más intenta callar, más ruido hace y eso también me provoca risa a mí. Ahora que ella está concentrada en no hacer ruido, y yo estoy de pie a su espalda, no puedo evitar verle las piernas, los tobillos, la espalda y su cabello desordenado sobre su almohada. Me acerco y empiezo a tocar sus pies. Suelto la hebilla de una de sus sandalias y ella estira el pie de manera que sea fácil zafarla. Levanto el pie que tiene en el suelo para repetir la operación, pero guiándome por el tacto, porque en realidad no estoy mirando sus pies, sino sus caderas. Ella aún está boca abajo y tiene recogido su vestido muy arriba y puedo ver su ropa interior oscura bajo las medias veladas. Hace frío y siento la piel de sus piernas un poco heladas.

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Empiezo a darle un masaje en los glúteos y ella se acomoda para disfrutarlo, de manera que alinea su cuerpo con la cama.Estira las piernas y yo ya he subido mis manos hasta la línea de la cintura donde empiezan sus medias veladas. Quiero ver hasta dónde puedo llegar y sin pensarlo, empiezo a bajarle las medias. Ella al principio protesta y dice en un susurro: NOOO, pero luego accede. Me tomo mi tiempo para bajarle las medias. A veces hago masajes a sus caderas y a veces bajo un poco sus medias. Cuando están a la mitad de sus caderas, subo las manos de nuevo y empiezo a bajar sus panties. Yo esperaba que se opusiera, pero en realidad levantó su pelvis para facilitarme la labor. Podía sentir la piel de sus caderas muy suave, es la piel más suave que yo haya tocado. Deslice hacia abajo sus panties y sus medias al tiempo, hasta poder ver todo ese magnífico trasero. Le acaricio las nalgas separándolas un poco y eso la excita mucho, puedo ver como cierra los ojos y abre la boca. Me acerco más y empiezo a besar sus nalgas. Ella a veces aprieta, al ritmo de los escalofríos que le recorren todo el cuerpo. Tomo aire, separo sus caderas con ambas manos y, sin más, deslizo mi lengua entre sus nalgas. Esto la toma por sorpresa, pero lo disfruta muchísimo, y levanta sus caderas lo más que puede para que yo pueda introducir mi lengua en su ano. Con mi barbilla puedo sentir que su vagina está muy, pero muy húmeda. Estiro los brazos hacia su cintura y su espalda, mientras tengo mi cara zambullida en esa cola que me trasnochaba. Luego, con mi lengua bien estirada, hago movimientos largos hacia arriba desde la vagina hasta su ano. Claudia, en un arranque de éxtasis, cuando no importa nada más, se pone de rodillas y se baja completamente las medias y los panties. Cuando ya se los ha quitado, vuelve a acostarse boca abajo con el vestido levantado sobre su cadera, con la cremallera de su vestido abierta dejando ver su espalda y ahora, abre sus piernas para que yo me meta en medio y siga degustando ese néctar de los dioses que es su trasero bien abierto y mojadito. Yo me he acostado boca abajo y mis piernas salen de la cama, le beso apasionadamente el ano mientras ella se mueve y jadea tratando de hacer el menor ruido posible. Tengo mis manos libres y me desabrocho el pantalón sin que ella se dé cuenta. Pensé en quitarme los zapatos, pero eso tal vez lograría que se extinguiera el momento, así que seguí pasando mi lengua desde la vagina y por entre sus nalgas subiendo a su baja espalda, lo que hace que ella se curve mucho hacia atrás y se le ponga la piel de gallina en las piernas, la espalda y la cola. En cada uno de mis envistes, subo un poco mas por su espalda con mi lengua. Ella no se espera lo que le tengo preparado... Subo por su espalda con mi lengua, retiro su cabello de su cuello y empiezo a besar su oreja. Muy despacio, me poso sobre ella y siente mi pene descubierto y muy lubricado sobre una de sus caderas. De pronto abre los ojos y me mira desconcertada, yo empiezo a mover mi pelvis y ella ya no puede resistirse, también mueve sus caderas, haciendo que yo sienta que mi miembro se ponga muy caliente y esté apunto de estallar. Me acomodo poco a poco hasta que por fin, empiezo a penetrarla. UFF, Era la primera vez que lo hacíamos sin condón y fue espectacular. Esa primera entrada en su vagina no la había sentido nunca de esa forma usando preservativo. Ahora, sin condón la sensación se multiplicaba y podía sentir lo mojada que estaba ella. Entré de a poquito y sentía cómo su vagina iba cediendo. Es lo mejor que he sentido en la vida. Claudia jadeaba demasiado y de nuevo puso su rostro en la almohada para apagar el ruido. Yo aproveché y me acomodé mejor para poder entrar más profundo. Después de un instante, sincronizamos nuestros movimientos para poder sentir mejor. De pronto, ella hace algo que no había hecho antes, en nuestros encuentros pasados: aprieta de tal modo sus nalgas que siento que toda la vagina se va a tragar mi miembro. Tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos para no venirme. Ella cada vez acelera más y más y yo ya casi no puedo resistir sin eyacular. De pronto, ella aprieta de manera sostenida, con pequeños espasmos a intervalos regulares. Oigo su respiración muy acelerada, que trata de sofocar con la almohada. Aprieta una vez más como tratando de exprimirme lo más que pueda. Pasan unos segundos y gira su cabeza hacia mí, y me dice en un susurro que lo que acaba de sentir, no lo había sentido nunca. Puedo ver como su cabello se pega en su frente debido al sudor. Sus nalgas y mi abdomen también están húmedos por el sudor. Pues si, Claudia ha tenido un orgasmo conmigo. Eso me hace sentir muy bien. Empezamos a movernos suave de nuevo. Mi pene, que aún está dentro de ella empieza a endurecerse de nuevo y lo saco y lo introduzco haciendo unos chasquidos casi imperceptibles, pero muy agradables. Ella levanta los glúteos como para lograr que yo entre más profundo y yo hago lo mío, empiezo a tomar ritmo de nuevo y a acariciar su espalda. Estoy muy excitado y cada vez empujo más fuerte. Trato que no suene la cama pero es inevitable. Igual, ya casi estoy por terminar. Es entonces cuando siento un calor en mi rostro, y es la señal inequívoca de que la eyaculación está por venir. Solo debo moverme hacia adentro y hacia afuera muy despacio un par de veces más, cuando finalmente, veo como el mundo me da vueltas y me siento superafortunado por ese polvo tan increíble que estaba disfrutando. Mientras me venía en su vagina, ella apretaba de nuevo sus glúteos haciendo que hasta la última gota de semen saliera de mi cuerpo. Sentía mucho calor en mi rostro y un placer que debilitaba mis brazos, por lo cual me dejé caer suavemente en su espalda, aún con mi pene dentro de ella. Por momentos, movíamos nuestras caderas y en otros momentos, nos quedábamos bien quietos. Unos minutos después, yo me moví y ella se puso de pie. No intentó secarse el semen de su vagina, sino que así se acomodó su ropa interior y su vestido. Luego, me dijo, "hasta mañana mi amor, espero no nos hayan oído". Yo no podía sino dormir, así que me acosté bajo las cobijas y escuché cómo ella se duchaba. Me quedé dormido. Al día siguiente temprano, me bañe en la ducha que tenía en su cuarto y me acosté de nuevo desnudo bajo las cobijas. No era la primera vez que me quedaba a dormir, así que no me preocupé. Claudia entró a mi cuarto y me dijo que me vistiera para desayunar. Había mucho ruido en la casa, porque habían llegado unos muchachos. Mi suegra de entonces actuaba de manera totalmente normal, así que supuse que no se había dado cuenta de nada, o lo disimulaba muy bien. Mi suegra era viuda, así que no me preocupaba que alguien más nos hubiera oído. Claudia tenía una hermana mayor, pero ella no era problema. Todo transcurrió con normalidad hasta que me fui a mi casa. Pues bien, este fue el polvazo con mi exnovia. Aún nos hablamos ocasionalmente y ella está casada. A veces me insinúa cosas, pero yo vivo en Cali y no quiero problemas. Prefiero enredarme con mujeres solteras.
Hasta la próxima......

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pues esta bn bacano tu aporte

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entretenidoooooooooo

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Bn relato parce, deberia pegarse el viaje a bogota no??

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