DeNunCianDo - La ayuda de mi sobrina Laurita

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La ayuda de mi sobrina Laurita

NOTA: Este relato tiene dos que le anteceden “Reencuentro con mi hermano, mi cuñada y mi sobrina” y “Luego del reencuentro, a solas con mi cuñada y sobrina.” Si bien puede leerse en forma independiente. Si tienes ganas, leer estos dos relatos previamente hará que la historia te resulte aún más interesante, o al menos esa es mi intención.

Estaba en la habituación de mi sobrina Laurita intentando sacar de mis valijas la ropa que necesitaría durante esos días. A los pocos minutos llegó mi sobrina, para prestarme la ayuda que su madre le había solicitado mientras cenábamos. Ella se quedó parada en la puerta mirándome en silencio por unos momentos.
- El tío dice que no, que en todo caso mañana... -gritó dirigiendo su voz al piso de arriba-
- Bueno. ¿Querés que te esperemos? -respondió su madre-
- No, no. Yo ayudo al tío y luego me voy a dormir porque estoy muy cansada -contesto mientras continuaba mirándome-
- Hasta mañana entonces.
- Si, si... hasta mañana -concluyó-.
- ¿A que cosa le he dicho que no? Si es que se puede saber... -le pregunté-
- Nada, mis padres querían saber si te gustaría subir a ver una película que alquilaron ellos, una de esas muuuuy aburridas. Y yo les dije que no.
- Ah, mira vos. ¿Y como sabes que yo no quería mirarla? -dije sonriendo-.
- Porque tenemos otras cosas más interesantes para hacer.Desató su cabello rubio y ondulado, al tiempo que avanzaba hacia mi. Yo respiré intentando pensar antes de perder nuevamente el control.
- Para un poquito Laura -le dije mientras ella comenzaba a besar mi cuello-. Tus padres están arriba, nos pueden encontrar así y se arma flor de quilombo. - No pasa nada -respondió mientras sus manos comenzaban a descender por mi espalda-.
- Pero para, es una locura. Ya lo de la casa abandonada fue mucho y lo del baño de esta mañana en el baño ni te digo. Creo que estamos jugando con fuego.
- ¿Que dijiste? -respondió simulando no haber escuchado bien- ¿Querés que te prenda fuego? En eso estoy tío.
- Para nena, para un poco -dije alejándola de mi-. Deja que el deseo me lo cumplís otro día, no tiene que ser hoy.
- Pero yo no vine para cumplirte el deseo que te debo, esto es mas bien un agradecimiento nada más, por haber cumplido el mío esta tarde en “la guarida”.
- No es necesario -insistí intentando frenarla-.
- Mis papás me enseñaron a ser agradecida -respondió mientras se desnudaba totalmente- y yo siempre me precié de ser una niña bien educada... A menos que quieras que llame a mis papás y les diga que vos querés que sea una desagradecida.
Me miró con picardía, mientras su sonrisa delataba lo que ambos sabíamos, me tenía agarrado por los huevos y no tenía más salida que satisfacer aquel nuevo arranque de mi sobrina.
Ella terminó de quitarme los pantalones y la ropa interior. Se quedó entonces mirándome un rato, desnudo. En otras circunstancias habría hecho lo mismo, pero la verdad es que mi mirada estaba fija en la puerta, temiendo que mi cuñada o mi hermano entraran de un momento a otro.
- ¿ No podes ponerle la tranca a la puerta? -le pregunte intentando darle un mínimo de seguridad a nuestra situación-
- No tiene, tío -dijo fingiendo pena-. Iba a comprarle un pasador a la puerta, pero me olvidé. De todas formas no te preocupes, sé como solucionarlo -se dirigió a un escritorio y de uno de sus cajones sacó un cartel para colgar en la puerta-. Con esto se soluciona todo -dijo mostrándome el cartel-.
En él pude leer “NO MOLESTAR”, como suelen tener los hoteles. Pensé que aquello era posiblemente aún peor, ya que si mi hermano o mi cuñada bajaban y veían aquel cartel con la puerta cerrada, se preguntarían porqué lo habíamos puesto estando los dos dentro del cuarto. Le pedí que lo quitara inmediatamente, pero ella no me hizo caso, simplemente se rió al tiempo que me fue empujando suavemente, hasta que me tiró sobre la cama.
Mi cuerpo, mi cabeza y mi corazón parecían totalmente escindidos, en tres estados diferentes. Mi cuerpo comenzaba poco a poco a gozar de mi sobrina, acariciándola toda. Mis manos recorrían sus pechos y su cintura y mis labios comenzaban a rozar su cuello; mi cabeza no podía dejar de pensar en la puerta y la posibilidad inminente de que alguien entrara; por último mi corazón estaba latiendo a mil, tanto por la exitación que estaba en aumento, como por el terror a ser descubiertos.
Ella lentamente se puso sobre mi y comenzó a besarme en los labios mientras su lengua se introducía en mi boca, buscando la mía con una voracidad que me sorprendió. Por la posición su cuerpo no estaba contra el mí, sino sobre el a cierta distancia, esto hacía que sus pezones rozaran levemente mi pecho con cada movimiento. Esto en particular me estaba volviendo loco.
Comenzó a chupar mis tetillas, cosa que ninguna mujer había hecho antes. Es que si bien ya había tenido sexo con varias mujeres, yo era muy convencional, al igual que las chicas con las que me acosté, por lo que aquello era una sensación nueva. Por un momento me sentí extraño de que mi sobrina de diecinueve años tuviera muchas más experiencia que yo, como estaba a la vista. En cierta forma mi orgullo se sentía herido, casi que diría humillado. Esto me hizo sentir incómodo y me enfrió un poco. Mi sobrina lo notó, ya que mis manos dejaron de moverse y sus besos no eran correspondidos como merecían.

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Respuesta: La ayuda de mi sobrina Laurita (continuacion)

- ¿Que pasa tío?
- Nada, nada.
- ¿Nada? Pero si te “desenchufaste” de repente. ¿Es que no te gusto?
- No nena, que va... vos sos divina. Es otra cosa.
- Dale, contame. ¿¡Para que somos de la familia!? -dijo sonriente-
- ¡No me lo recuerdes!
- Bueno, no te pongas puritano ahora. Yo disfruto y vos disfrutas, además los dos somos grandes y tenemos ganas de hacerlo, no veo cual es el problema...
- No es eso, o al menos no es eso solamente.
- ¿Entonces que es?
- Deja, son estupideces mías.
- ¡Contame! -insistió-
- Está bien... lo que pasa es que me doy cuenta que vos tenés mucho más experiencia que yo, pese a ser más chica, y eso me hace sentir incómodo. Es que debería ser al revés.
- ¿Según quien?
- Bueno, según todos...
- ¿Todos quienes? -enfatizó mirando hacia alrededor-
- No sé...
- No será que se te activó el chip de “gran macho” que muchos hombres tiene metido todavía.
- ¿A que te referís?
- Ya sabes, el rollo ese de que ustedes tiene que ser los que conducen y se la saben todas en la cama, y nosotras somos las pobres ingenuas delicadas que somos guiadas por ustedes.
- Puede ser, quizá haya algo de eso. Es que me da vergüenza que vos seas mucho más experiente y libre que yo en la cama. Además debes de haber estado con tipos mucho mejores que yo y...
- Mira tío, dejate de pavadas. Yo estuve con muchos tipos y pienso estar con muchos más, y eso no tiene nada que ver. Con cada uno disfruto lo que se da... a mi me tenés recaliente y estoy gozando mucho, y aún recién estoy empezando. Así que mejor preparate porque yo me voy a encargar de sacarte esas estupideces de la cabeza. ¿Entendido?
- Como tu digas -dije entregándole conscientemente el control de aquel encuentro y de gran parte de lo que vendría más adelante-.
En ese momento acercó su boca a la mía y me dio un beso muy largo. No era tan pasional como los anteriores, más bien diría que ese fue más cargado de emoción que de sexo. Creo que en cierta forma allí se cerraba un pacto que se desplegaría en los días siguientes.
Embriagado en aquellos labios, mi mente al fin volvió a enfocarse en la preciosura que tenía junto a mi. Realmente aquella chiquita era preciosa y me costaba creer lo que estábamos viviendo.
Mi pene había perdido parcialmente su erección, por lo había quedado recostado sobre mi abdomen, apuntando hacia mi cabeza. Ella lo observó y se sentó justo sobre el, aunque no apoyo todo el peso de su cuerpo, solo un poco. De esta forma los labios de su vagina quedaban cubriendo el cuerpo de mi pene a lo largo, en paralelo. Comenzó entonces a moverse lentamente de atrás para adelante, acariciándome de esta forma la pija con su vagina, sin que la estuviera penetrando. Sentí su humedad y su calor, los cuales fueron lentamente lubricando mi pija, que rápidamente fue recobrando su fuerza. Pese a esto, ella continúo con su movimiento, como si nada ni nadie la apresuraran. Vi su rostro y se notaba como disfrutaba cada roce, lo que hizo que yo me calentara aún más.
Mis manos entonces fueron a buscar su cola, agarrando con fuerza su firme trasero. Poco a poco mis dedos comenzaron a ganar territorio, hasta llegar a su ano. Tenía muchas ganas de meter mi dedo mayor allí, pero recordé el encuentro que habíamos tenido por la tarde y pensé que podría estar muy sensible y hasta lastimado por lo que me detuve.
En ese momento ella se aceró a mi oído y me susurró: "¿Que esperás? Meteme el dedito tío, metémelo todo"... Liberado una vez más de mis dudas y temores, mi dedo mayor comenzó a entrar, mientras mi sobrinita daba pequeñas muestras de dolor, aunque al mismo tiempo se notaba que su placer aumentaba.
Cuando casi todo mi dedo mayor estaba ya adentro de su culo, quise ir por más y comencé a meter el dedo índice. Ella no protesto, por el contrario, cerro los ojos y se mordió levemente el labio inferior. No dejé pasar mucho tiempo antes de meterle también mi dedo anular.
Así estuvimos un buen rato, mientras seguía franeleando su vagina contra mi pene, hasta que ella se levantó al tiempo que lo tomaba con una mano. Puso entonces la cabeza de mi pija en la entrada de su vagina y comenzó a introducirlo en ella lentamente. Ella me miraba con una sonrisa de satisfacción, al tiempo que su cuero descendía poco a poco, haciendo que mi pene entrara más y más. Cuando lo tubo todo adentró comenzó a cabalgar cada vez con mas fuerza, lo que provocó que la cama empezara a hacer ruidos que podían alertar a sus padres. Seguramente ella leyó mis pensamientos en mi rostro de preocupación...
- Mis papás ven tele con la puerta cerrada, porque además les gusta usar el equipo de sonido 5.1 que compró mi padre hace poco, así que dificilmente puedan escucharnos.
- ¿ Pero y si uno de ellos baja al baño?
- ¡Pero si tiene un baño en suite! ¿Para que van a bajar? -respondió con seguridad Laurita-
- Tenés razón, es que estoy preocupado.
- Tranquilo tío, no va a pasar nada. Vení, vení que quiero que me entregues tus preocupaciones y alguna otra cosita.
En ese momento fue sacando mi pene de su vagina al tiempo que se ponía en pié. Tomó una de mis manos indicándome que también me levantara, cosa que así hice. En ese momento acomodó la almohada junto con algunos almohadones que tenía en el cuarto en la cabecera de la cama, formando una especie de respaldo inclinado. Se acostó boca de forma que su tronco quedo sobre esta especie de rampa acolchonada.
- Vení, ponete acá -dijo al tiempo que me indicara que me pusiera sentado sobre su abdomen, quedando de rodillas con su cuerpo justo abajo mío-. Ahora dame tu pija que le voy ha dar un tratamiento especial.
- Lo que tu digas.
- Ya vas a ver como te gusta -aseguró mientras con sus manos apretó sus pechos, atrapando mi pene entre ellos-. Ahora movete tío, que quiero sentir tu pija entre mis tetas.

PARTE FINAL MAS ABAJO...

La ayuda de mi sobrina Laurita (final)

Obedecí inmediatamente, al tiempo que mis ojos se deleitaban al ver sus preciosos pechos masturbándome. Más aún fue el placer cuando vi como inclinaba su cabeza para acercarse a punta de mi pene. Sacó su lengüita e intentó lamerme la cabeza de la pija continuaba apretándome con sus tetas. Al ver eso empujé hacia adelante, ya que tenía mucho interés en que mi sobrinita lograra su cometido. Con las primeros lengüetazos sentí que no iba a poder contenerme mucho, el placer era demasiado intenso para mi.
- ¡Quiero que me bañes con tu lechita!
Bastó escuchar aquello para que mi orgasmo se desatara. La leche comenzó a salir con fuerza, cayendo sobre su lengua, cuello y rostro. Incluso algunas gotas llegaron hasta su pelo. Contuve como pude el grito de placer que quería escapar de mi garganta, al tiempo que mi abdomen tenía las últimas contracciones tras mi acabada.
Ella me miraba fijo, y sin decir palabra comenzó a recoger con su dedo índice los restos de semen que no habían caído ya sobre su lengua. Cuando tubo el dedo bien cargado lo llevó a su boca y lo chupó como si fuera una dulce. Repitió la operación un par de veces más, mientras yo intentaba grabar en mi memoria aquel momento sublime, tal vez por temor a que no se repitiera nuevamente.
Me levanté como pude, ya que mis rodillas temblaban aún por el intenso placer. Laura se puso en pié y comenzó recoger su ropa. Yo la observaba entre embelesado y agradecido.
Abrió la puerta y justo antes de salir se dio vuelta y me dijo:
- Que duermas bien tío, que mañana puede ser otro día agitado...
La verdad es que yo no supe que contestar, creo que aquel anuncio me asustaba tanto o más de lo que me exitaba.
Por suerte pude conciliar el sueño rápidamente, ya que mi cuerpo tenía el equilibrio exacto entre cansancio y relajación. Creo que pocas veces dormí como aquella noche. Quizá, si hubiese sabido lo que sucedería al día siguiente, mi noche no habría sido tan calma...

Si te gustó el relato dame reputación, puntuame positivamente, así mantengo el entusiasmo y sigo escribiendo.
Agradezaco a quienes han valorado positivamente los relatos anteriores, y les pido que me dejen comentarios sobre ellos. Como habrán visto busco darles cierto enfoque a los personajes y a los relatos en sí que no es el habitual, por lo que me interesa saber como les resulta, es decir si los relatos resultan más exitantes o no. Gracias!

Respuesta: La ayuda de mi sobrina Laurita (final)

ok esta bueno el relato