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K.u 13-06-2011 11:13:55

la amiga de un parcero
 
Siempre me han atraído las mujeres de una edad similar a la mía, un poco más jóvenes, un poco más maduras, pero de edad similar. Tengo 25 años, de complexión normal y pelo negro y corto. Estoy con una mujer de 20 años, que tiene un físico más que aceptable, al decir de todo el mundo.
Soy administrador de empresas y tengo un bufete con otro socio
El año pasado, mi amigo cheo, me pidió que su amiga carolina, de 20 años, que estudia Derecho, viniera a hacer prácticas durante el mes de agosto. Nuestro bufete en ese mes queda sin actividad. Todo el personal contratado toma vacaciones así como uno de los socios, ya sea mi socio, ya sea yo. Por eso le dije a mi amigo que no era buena idea porque su amiga no tendría muchas posibilidades de hacer prácticas. Ante su insistencia, accedí, pero le advertí que estaría sola en el despacho, conmigo únicamente, ya que el resto de los trabajadores y mi propio socio, tomarían vacaciones.
Llegado el primer día laborable de agosto, apareció caro en el bufete. La conozco desde ya tiempo pero había dejado de verla desde que se fue a miami. Había cambiado. Era una chica preciosa, de piel morena como su madre, pelo y ojos negros, de un metro setenta y cinco de altura y bastante delgada. Traía puesto un vestidito veraniego, blanco con flores grandes estampadas, ceñido hasta la cintura, y con vuelo en la falda, que resaltaba el moreno de su piel y le apretaba y subían sus pechos que no eran muy grandes.
La hice pasar y le miré el culo. Se le traslucía una tanga blanca por debajo del vestido, que le cubría la rodilla. Le enseñé el bufete, le dije que estaba en su casa, que yo estaría en mi despacho por si necesitaba algo, y le indiqué cuál era su mesa y su ordenador y que podía hacer uso de él y de la conexión a internet, de forma responsable.
Así pasó un día y otro, caro era tan tímida que yo apenas le hablaba. Le decía lo que debía hacer, y poco más. No me aceptaba un refresco ni un café. Prácticamente no había comunicación, pero eso sí, cada día venía más guapa, o a mí me lo parecía. Y eso que yo siempre me fijé en mujeres de mi misma edad. Esto era la excepción,.
Un día, caro me pidió permiso para salir al banco a hacer una gestión; por supuesto le dije que podía ir, sin prisas. Nada más salir por la puerta, me acerqué a su ordenador y me di cuenta de que el Messenger estaba iniciado. Miré las conversaciones y quedé asombrado. Una chica tan recatada, tan retraída, tan tímida, estaba chateando con distintos hombres, que según deduje por las conversaciones, había conocido en una página de contactos.
Hablaban de quedar, de mantener relaciones sexuales, de qué música era la mejor para follar, de qué posturas le gustaban más a cada uno…. Estuve leyendo más de media hora y no salía de mi asombro. Mi amigo cheo seguía refiriéndose a caro como “su amiga seria ” y era evidente que ya no lo era en ningún sentido.
Cuando llegó caro, la llamé a mi despacho. “Siéntate, por favor, caro”. No sabía muy bien cómo iniciar la conversación, pero finalmente encontré el modo “A ver… caro, cuando te dije que podías utilizar el ordenador e Internet de forma responsable, creo que no me entendiste. Tú consideras que entrar en páginas de contactos, y chatear con hombres es exactamente uso responsable?”
Ella, cabizbaja, a punto de empezar a llorar, no decía nada. Permanecía callada sentada frente a mí. A lo que yo añadí “Tengo que pedirte que no vuelvas, y hablaré con cheo para explicarle la razón”. Entonces ella pareció despertar de un letargo y dijo apresuradamente “no, no!, por favor, camilo, no le digas nada a cheo. Ya tuve un problema con él por este asunto y no quiero que se entere de que he vuelto a hacerlo. Además ahora tengo novio y tampoco sabe nada”. En ese momento me di cuenta de que la tenía en mi poder. La miraba a la cara, los ojos, los labios, las tetas pequeñas pero preciosas que se salían por su escote apretado….
“Está bien,caro, y entonces, según tú, qué debo hacer?”, le dije. “Si quieres puedo dejarme follar. Te dejaré que me folles cada día, hasta que acaben las prácticas. Pero no se lo digas a cheo, por favor”. Yo tenía dos opciones, ser un falso y hacerme el ofendido y decírselo a mi amigo, o ser sincero y aceptar la oferta que era lo que me apetecía y mucho.
Finalmente le dije, “está bien, cada mañana al llegar a eso de las nueve, te quitarás las bragas y vendrás a mi despacho a que te folle. Mientras estés en el bufete, no llevarás más ropa interior y me la chuparás cada vez que te lo pida. TE parece bien?” Ella contestó que sí.
Entonces, le dije, vamos a empezar hoy. Me levanté y me acerqué por detrás al sillón en el que estaba sentada. Dejé bajar mis manos desde su cara, acariciándola, hasta sumergirse en su escote y disfrutar de sus pechos, de sus pezones duros, pequeños, morenos. Eran unas tetas muy tersas. Turgentes, de piel suave. Ella se estremecía con cada caricia. Comencé a besarla el cuello, el lóbulo de la oreja, cogiendo fuerte sus tetas, ella cerraba los ojos, emitía pequeños gemidos de placer, lo que a mí me aumentaba la erección que hacía minutos ya sentía en mi pantalón.
Le bajé la cremallera del vestido y aproveché para desabrochar su sujetador, cuyo broche quedaba visible en su espalda. La hice un gesto y se puso de pie; le bajé el vestido y se terminó de quitar el sujetador. Estaba únicamente en bragas. Sus pezones estaban duros y apuntando al techo, sus pechos eran una delicia; eran como de goma. La acaricié los pezones y comencé a succionárselos a lo que ella reaccionaba volviéndose literalmente loca. Me apretaba contra sus tetas, gemía, y comenzaba a tener sus bragas empapadas, lo que noté al bajárselas. Estaba totalmente desnuda frente a mí; oliendo a deseo de mujer, con sus 20 años era toda una zorra. Intentaba llevar la iniciativa pero yo no la dejaba. La puse de rodillas y ella entendío para qué, así que inició una mamada auténticamente de infarto. Subía y bajaba por mi polla con su lengua, me engullía hasta tocar sus amígdalas, me pajeaba…. Le pregunté “dónde has aprendido a hacer esto?” a lo que me contestó que lo llevaba en los genes y que lo había visto en películas porno.
La tomé de su coleta negra y la puse de pie. Le dije que si llevaba preservativos en el bolso, y me dijo que sí. Tomé uno, y me lo puse yo mismo. La apoyé sobre mi mesa y aproximé mi polla, que es bastante gruesa, a su coñito depilado. Cuando la punta de mi polla tocó sus labios mayores, sentí la humedad y apreté fuerte, lo que hizo que de una sola embestida mi rabo acabara por entero dentro de caro. Gimió en voz alta y yo comencé a bombearla, hasta que noté que se corría. En ese justo momento la pellizqué los pezones hasta que me quitó las manos con las suyas.
Le dije, “yo aún no me he corrido”. Date la vuelta. La apoyé sobre la mesa, ofreciéndome así su culito. Acerqué mi polla a su culito, a lo que ella quiso zafarse, mientras me decía “no, no…” no le permití moverse y apreté contra su orificio. No tuve piedad y le rompí el culo, entre sollozos de la chica. Estuve empujando unos minutos y cuando supe que me corría le dije, “disfruta mi chorro de leche en tu cara” , la volteé, se puso de rodillas, me quité el preservativo y le bañé la cara con mi leche.
Desde entonces, y hasta que terminó sus prácticas, me estuve follando a la amiga de mi pana. Habitualmente me la follaba con preservativo, excepto el último día. Ese día, como de costumbre se acercó a mi despacho a follar, recién llegada. Yo no me entretuve en sus tetas, como hacía siempre. Estaba totalmente empalmado. La apoyé sobre la mesa, teniéndola de espaldas a mí. Ella debió pensar que la daría por el culo y se bajó las bragas que llevaba puestas. Yo me saqué la poya y se la puse en su coño. Ella notó que no tenía preservativo y trató de darse la vuelta diciéndome que no lo hiciera sin condón. Yo no le hice caso. Apreté mi poya y la estuve bombeando diez minutos, ella se corrió y entonces yo aflojé y me llenándola de leche. Ella dijo “qué has hecho?, sabes que no tomo anticonceptivos.” YO la tomé de la coleta, le di un beso en su boca, y le dije “hoy es tu último día en el bufete y no sabía qué darte de recuerdo”.


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