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le magu 27-01-2011 21:18:41

mi madura casera
 
Cuando me llamaron de la compañía de máquinas de copistería para cubrir de forma inmediata una vacante en el servicio técnico ni me lo pensé dos veces, llevaba siete meses parado y la perspectiva de encontrar empleo bien remunerado estaba chunga, lo malo es que durante los tres meses que aproximadamente tendría que trabajar para la empresa por sustitución de un trabajador en baja médica lo tendría que hacer lejos de mi ciudad, concretamente en Málaga, a más de cuatrocientos kilómetros de...distancia de mi residencia habitual, la empresa me pagaría los primeros quince días de estancia con todas las dietas, a partir de ahí ya tendría que mudarme a otro lugar o correr yo con los gastos de la pensión que en un principio me asignaron.

Firmé el contrato al día siguiente de la llamada telefónica y, sin más tiempo que despedirme apresuradamente de familia y amistades partí enseguida hacia mi nuevo trabajo. Llegué temprano a Málaga, a mediodía, tiempo suficiente para presentarme en la delegación de la empresa y que su directora provincial, unamujer morena de nombre Isabel y un pedazo de cuerpo imponente me puso rápidamente al día de todas las incidencias que corrían prisa, de hecho, comencé esa misma tarde a trabajar por lo que hasta la noche no me dirigí a la pensión que la empresa me había asignado para pernoctar esos primeros quince días. No estaba mal y quedaba céntrica, era de ambiente familiar con solo seis habitaciones decentemente amuebladas, la mía con servicio propio para no tener que compartir con otros usuarios. Su dueña me esperaba desde mediodía y lo tenía todo bien dispuesto, es una señora de cincuenta y pico de años, delgada de unos 1’70 centímetros de altura, rasgos más propios de una mujer caucásica que de una Malagueña, su pelo rubio natural y de tez blanca, luego supe que era Inglesa de nombre Margaret y que el negocio lo regentaba desde hacía dos décadas junto a su marido fallecido hace dos años en un accidente de motocicleta, tenía dos hijas, la mayor casada y que residía en Sevilla y la pequeña de veinticuatro años que vivía en el hostal con su madre.

Me pareció todo muy agradable y después de acomodar mis enseres y darme una buena ducha bajé al comedor de la pensión a cenar un poco. La comida era casera y estaba exquisita, todo lo hacía Margaret, aparte de la limpieza del establecimiento, hacer de recepcionista etc. Me sorprendió ser el único comensal por eso le pregunté a mi casera si no había más huéspedes, me dijo que sí, que todas las habitaciones estaban ocupadas, pero por ancianitos que tenían concertada con asuntos sociales su estancia, todos solían comer en un comedor social cercano, por lo que yo era el único huésped digamos convencional, me dijo además que me había aceptado por la fuerte amistad que tenía con mi directora provincial, pues no solía aceptar a nadie que no viniese de asuntos sociales del ayuntamiento, le agradecí el gesto y charlamos un poco, la puse al día sobre mi persona, que estaba soltero, sin novia y esas cosas, le pregunté además si podía ayudarme a buscar alguna habitación para después de esa quincena en algún piso de estudiantes o algo parecido, me contestó que hablase al día siguiente con su hija Sara y sin más me fui a la cama.

Los siguientes días trascurrieron entre trabajo y más trabajo, llegaba por la noche, me duchaba y cenaba con Margaret y en ocasiones Sara, que se estaba encargando de buscarme algo pues yo no tenía ni tiempo, así llegó el sábado por la tarde y como tenía descanso le pregunté a la joven por lugares de marcha etc., ella me indicó disculpándose de no poder guiarme ese día, pero que sin duda lo haría encantada en otro momento, era una chica muy maja pero un poco fea, de la estatura de su madre pero regordeta, con un gran culo y pechos que, si bien no eran del todo pequeños, al ser voluminosa daban esa sensación, por lo que me dio a entender no tenía novio ni ganas, así que salí un poco por la ciudad solo, pero al no tener compañía opté por regresar algo temprano y cenar en la pensión, luego me daría otra vuelta por ahí.

Cuando llegué Margaret se sorprendió un poco, pero pareció contenta al verme, estaba fregando loza en la cocina y llevaba un vestido color violeta que le quedaba realmente muy bien, con la falda muy por encima de las rodillas y un escote generoso, me preguntó si cenaría con ella y le dije que sí, pero que antes me acostaría una hora más o menos ya que el ajetreo de la semana me estaba pasando factura, así que me fui a mi habitación, en un principio mi intención era recostarme un poco, pero como hacía calor pues ya estábamos tocando el verano, decidí bajar a la cocina por agua fresca después de ponerme un pantalón corto más cómodo, no habían pasado ni diez minutos desde la última vez que estuve allí, por eso cuando quise entrar en la cocina me quedé pasmado ante lo que veían mis ojos, Margaret se encontraba sentada en una silla, con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, se había soltado sus preciosas tetas del vestido y con ambas manos las masajeaba con fruición, tenía las aureolas de los pechos grandes y marrones y los pezones apuntaban al techo, se mordía los labios y aquella escena me dejó perplejo y, naturalmente, con la consiguiente erección, como Margaret no me había visto me escondí un poco para seguir contemplando la escena, ella seguía a lo suyo y su calentura era ya más que evidente, se levantó de la silla para subirse el vestido dejando a mi vista unas braguitas blancas que enseguida se bajó lo suficiente para introducir su mano derecha en su interior, apoyándose en el borde de la mesa siguió masturbándose ajena a mi presencia, yo por entonces ya había liberado mi pene de su jaula y me acariciaba con cuidado, estaba viendo como Margaret se masturbaba casi delante de mí y el calentón que eso me producía me hizo avanzar un poco sin querer, quedando expuesto a que ella me viese, cosa que, se produjo cuando en uno de sus envites se introdujo varios dedos dentro de su vagina arrancándole un jadeo hondo y que abriese sus ojos, al verme se quedó como petrificada, pero supongo que la impresión fue la misma que la mía al verla a ella, ya que yo me encontraba con mi pene en la mano pajeándome delante suya y en su honor, no me dijo nada, cerró sus ojos y se sentó sobre la mesa bajándose más las bragas para poder seguir a los suyo, parecía que no estaba dispuesta a que yo le estropease la fiesta, así que yo tenía varias opciones, una, seguir masturbándome como un bobo allí mismo, dos, largarme a mi habitación a seguir a solas o tres, la buena, me acerqué a ella que casi ignorando mi presencia seguía a lo suyo, al llegar a su altura le agarré un pecho y empecé a acariciarlo, Margaret me miró con deleite y me dedicó una gran sonrisa, eso me animó más e inicié con mi lengua un recorrido por sus tetas, ella en agradecimiento agarró mi miembro y empezó a acariciarlo con delicadeza, nos miramos sin decir palabra y nuestras bocas se unieron en un morreo fantástico, aquella mujer estaba deseosa de ser follada y se notaba, así que para continuar con la fiesta le quité las bragas del todo y la tumbé sobre la mesa, el traje violeta aún puesto le daba un toque de color precioso, aunque sus tetas estaban al aire y ante mi tenía un coño rosado con una matilla de pelo rubio muy bien recortado en forma de flecha, mi lengua se condujo a su sitio e inicié una comida de coño muy bien recibida por ella, que con sus manos ayudaba a sostener las piernas bien en alto, así yo solo tenía que centrarme en el asunto principal, lamer y lamer aquella fuente de néctar que debía llevar tiempo sin ser rescatada a tenor de los fluidos que desprendía.

Mi lengua recorría aquella cueva sin pausa, con alguna que otra penetración a su interior, con mis dedos masturbaba en círculos su clítoris mientras abría más y más aquella cavidad, Margaret jadeaba y se dejaba hacer, a cada movimiento mío sus tetas se bamboleaban adelante y atrás mientras su cabeza reclinaba al borde de la mesa mostrándome su cuello y su lengua que sobresalía de su boca para relamerse los labios, creí oportuno cambiar de tercio ya que mi pene necesitaba algo más de caña, en la misma posición le introduje mi miembro sin ninguna dificultad, tenía el coño totalmente lubricado, Margaret lo recibió con un respingo de placer y con un movimiento de caderas para que el acople fuese el máximo, hice que apoyase sus piernas sobre mis hombros lo que dejaba sueltas sus manos que enseguida buscaron sus tetas, su calentura tenía que estar en su grado máximo porque las estrujaba con fuerza mientras cada vez más sus jadeos eran más sonoros, así nos mantuvimos un rato mientras yo fui incrementando la velocidad en las penetraciones y entre jadeos y suspiros entrecortados soltó un pequeño chillido de placer señal de que había alcanzado el clímax, eso hizo que mis pelotas estallasen y a su vez yo me corriese dentro de ella descargando todo mi semen, quedamos inmóviles un pequeño momento, el suficiente para recuperarnos un poco y volver a la cordura.

Me separé de Margaret y ella se puso en pie reparando la posición natural de su vestido, tenía la piel de la cara toda roja fruto del sofoco, yo me abroché de nuevo el pantalón y sin decirnos palabra seguimos cada uno a lo nuestro, yo cogí agua fresca de la nevera y ella me preguntó como si no hubiese pasado nada si quería carne o pescado para la cena, le contesté que quizás otra ración del plato que me había servido hace unos segundos no estaría mal, a lo que sonriendo me respondió que eso serían los postres.

knoso 01-02-2011 22:32:21

Respuesta: mi madura casera
 
esta bueno el cuento........

kekonet 17-02-2011 12:01:17

Respuesta: mi madura casera
 
buenisimo loko
saludos


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