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andrescorpion 13-01-2011 11:11:53

La sobrina
 
Mi nombre es Roque, soy viudo y vivo solo, tengo una sola hermana, Dora, quien tiene unos años menos que yo. Dora vino un día a verme trayéndome una preocupación.
- Roque: Nora, mi nieta, tu sobrina nieta de 18 años, está por ir con la división a Bariloche en el viaje de egresados, ella es virgen y tiene miedo, pues a su hermana en esos viajes la desvirgaron mal y quedó muy resentida, mi hija nunca supo nada, pero a mí y a su hermanita nos contó todo y con lujo de detalles. La nena vino a mí porque está decidida a perder la virginidad sea como sea, pero que no sea traumática como su hermana.
- Y ¿qué quieres que haga yo?, pregunté.
- Tú eres un hombre grande y muy experimentado, sé que sabrás resolverme el problema.
- ¿Qué quieres? ¿Que me la coja yo y que me metan preso por incesto?
- Roque yo le conté de vos y me confesó que desea hacerlo contigo.
- Mira esta tarde vengo con ella de visita y vemos, ¡Sin compromiso!
– ¡De acuerdo!
Dora me dejó intrigado ya que yo no llegaba a entenderla. Ella llegó con Nora mi sobrina nieta, una chica muy hermosa, a primera vista aparentaba tener más de 18 años pues sus formas estaban bien desarrolladas. Conversamos casi dos horas entre los tres, hasta que llegamos a la conclusión de que ¡yo! tendría la misión de romperle el himen y liberarla de los acosos masculinos.
Quedamos con Dora y su nieta en que se quedarían a pasar la noche en mi casa y así lo hicimos, yo dormiría solo en mi cama matrimonial y Dora y la chica en la habitación de huéspedes.

Después de cenar, como a la medianoche decidimos ir a acostarnos, yo me tomé un rato para leer un poco, luego apagué la luz y me dispuse a dormir. Como a la una de la mañana. Siento que alguien se mete en mi cama, enciendo el velador y veo a mi nietecita que me mira sonriente mientras se acomoda junto a mí. - ¿Puedo dormir con vos? ¿Si no es molestia?, me preguntó.
Yo abriendo las cobijas la invité a mi lado izquierdo (el lugar que reservo a mis compañías femeninas). Nora se acomodó junto a mí, apagué la luz y me quedé quietecito, la muchacha olía a un perfume dulce, delicioso, yo me contenía las ganas de tocarla, ansioso esperé a que la muchacha tomara la iniciativa.
Pasaron unos diez minutos y como yo permanecía quieto y en silencio la muchacha comenzó a arrimar su cuerpo contra el mío y a pasar su mano suavemente por mi pecho, yo respondí colocando mi mano derecha sobre la mano de ella, se la acaricié un poquito y luego la subí por su brazo hasta su hombro, luego pasé las puntas de mis dedos suavemente por sus cabellos, su cabeza y luego la bajé lentamente por su espalda, ya que estaba de costado cara hacia mí.
Mientras sentía sus pechos firmes contra mi brazo y su pubis contra mi mano izquierda como buscando mimos, yo fui apoyando el dorso de esa mano y antebrazo contra su vientre, luego abriendo mi mano la apoyé sobre la parte interior de su muslo, la muchacha aferró mi mano con la suya apretándola contra su vulva y levantando su pierna izquierda dejó su feminidad a mi disposición.
Giró quedando acostada boca arriba en la oscuridad y yo de costado hacia ella, con mi mano derecha comencé a acariciar su muslo derecho y fui subiendo, la detuve justo antes de tocarle la vulva, Nora tenía puesto sólo un camisoncito liviano, corrí mi mano por debajo del camisón directamente a su pecho, me detuve un momento acariciando sus tetas, luego su vientre y su vulva, esta estaba depiladita.
Nora buscó con su mano derecha dentro de mis calzoncillos aferrando mi pija con su suave mano. Por supuesto que mi erección es escasa con mis 66 años. Me incorporé en la cama colocándome de rodillas a los pies de ella, tomándola de sus tobillos puse sus piernas sobre mis hombros apoyando su vulva contra mi pecho, luego apoyé mis manos sobre los posteriores de sus rodillas logrando exponer lo más posible su vulva. En la oscuridad me imaginaba yo con 40 años menos con este bocadito…
Como de mi pija no puedo esperar un milagro, me quité la prótesis dental y comencé a lamer suavemente su vulva y sus alrededores. Nora comenzó a entrar como en trance, tomándome de los cabellos me atraía fuertemente contra su vulva deseosa de caricias.
Comencé a darle un placer especial, con la punta de mi lengua recorrí todo el entorno de sus tiernos genitales, seguí pasando mi húmeda lengua por las ingles, por su vientre, por las partes internas de sus nalgas, de pronto me detenía y separaba mi boca unos centímetros de su cuerpo, con la lengua me humedecía bastante mis labios para volver a acariciarla con mi boca desde otro punto de su cuerpo causándole tiernas cosquillas que ella disfrutaba tanto que no pudo evitar un brutal orgasmo, luego abriendo bien mi boca se la apoyé suavemente sobre su vulva cubriendo toda su conchita y casi el culo también.
Con la lengua encogida dentro de mi boca fui recorriendo toda su rajita y jugué un rato con su clítoris, la muchacha gemía enloquecida de placer, entonces decidí que era el momento preciso para el “desvirgue”. En mi boca tenía toda su vulva. Por los lados de su cuerpo se encontraron nuestras manos aferrándonos, tirábamos para apretarnos el uno contra el otro.Mi lengua buscó suavemente el himen hasta que lo ubicó y con la punta lo inspeccioné minuciosamente y luego comencé a introducirla hacia el interior de su vagina moviéndola de un lado a otro y de arriba abajo. Nora se contorsionaba de gozo, mi lengua siguió ganando terreno dentro de su vagina hasta que llegó al útero, en eso sentí gusto a sangre causado por la rotura del himen. Nora no sé por qué motivo tosió causando que dentro de su vagina unos músculos me apretara la lengua expulsándola de su interior, inmediatamente volví a penetrarla fuertemente con mi lengua llenando todo su interior.
Ella tras unos movimientos logró otro brutal orgasmo que casi cae desmayada. Al reponerse un poco Nora se puso a llorar, feliz y agradecida. Estuvo abrazada a mí un rato, apretando su cuerpo desnudo contra el mío, yo tenía puesto el calzoncillo, ella puso su mano sobre mi bulto acariciándolo suavemente me preguntó:
- ¿Abuelo, me vas a poner esta?
- No “mujercita”, eso lo dejo para el feliz muchacho que ames, ahora ve y dile a tu abuela que quisiera “conversar” con ella.
Nora se levantó de la cama, encendió la luz y salió de la habitación volviendo con su abuela contándole lo feliz que se sentía. Dora entró, me abrazó emocionada y luego me agradeció “amándonos” intensamente el resto de la noche, tal como lo hacíamos desde hace muchos años, era nuestro secreto.





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