Varias cosas para comentar:

1. Sobre la noticia. Cuando se está en medio de una guerra hay que buscar fuentes independientes para confirmar los hechos que denuncian las partes en conflicto. Es posible que la subversión siga sembrando minas, pero es una investigación imparcial la que lo debe determinar. Al margen, me llama la atención cuando se dan cifras tan precisas como 1.500 minas sembradas. ¿Cómo lo establecieron? ¿Las contaron una por una? ¿O son simples estimativos o conjeturas?

2. Las minas antipersonales. De las armas de guerra esta es una de las más cobardes y viles porque a la par que golpea al enemigo mutila a la población civil. De ahí que una de las penas a las que deben someterse los desmovilizados es colaborar con el desminado. El plan piloto culminó con éxito, pero es una tarea larga, difícil y dispendiosa que cálculos optimistas le dan como duración al menos diez años, pero pueden ser más, quizás el doble y no se localizarán todas las minas. Quedará un porcentaje regado por el país con su carga de muerte. Una de las secuelas de esta guerra que se pretende terminar.

3. Estructura de las Farc. Si algo facilita las conversaciones con las Farc es su estructura. Tienen una dirección plural donde están representados todos los bloques y los frentes más importantes. Su disciplina es férrea y aunque es imposible que todo se cumpla al 100%, el control sobre sus hombres es real, aunque en los últimos tiempos, debido a la interceptación de sus comunicaciones les ha tocado acudir a correos humanos, aislándose sus frentes y columnas entre sí. Es probable que las directrices lleguen tarde, pero un compromiso público que debe conseguirse en la Mesa de La Habana es el cese por completo de la siembra de minas.