Dos cosas para comentar:

La inseguridad en el sistema de transporte masivo se debe al desgreño administrativo que dejó huérfano de vigilancia a los portales, en lo que tiene responsabilidad la policía y el alcalde, y al sistema judicial que por tratarse de delitos pequeños, es excarcelable, por lo que los infractores quedan en libertad a las pocas horas. La visión que queda es que pase lo que pase, no hay cárcel y las conductas se repiten sin cesar.

Lo otro es la imagen que se proyecta fuera de Bogotá. Quien vive fuera se imagina una ciudad caótica, donde resulta imposible vivir. Y la realidad es diferente. Aquí conviven dos ciudades. Una es la que sufre problemas de inseguridad como el raponazo, los trancones, las filas eternas, los huecos... etc. Otra es la ciudad pujante que gracias al sector privado es un lugar de muchas oportunidades. Turismo y negocios crecen sin cesar, mientras la calidad de vida se eleva con buenos restaurantes, grandes cadenas hoteleras, gran vida cultural, muchos lugares de esparcimiento, interesantes ofertas de trabajo calificado, universidades de primer nivel, cobertura educativa completa, tecnología médica de vanguardia, con un crecimiento importante de la clase media.

Mientras el sector público naufraga por ineptitud, el sector privado sobresale por su eficiencia. Bogotá es la ciudad de Colombia que brinda las mejores oportunidades... a pesar de Petro.