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DJuank 27-04-2015 09:19:09

Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
Lo publico porque en verdad que es muy rico poder rajar de esta perra.

Cómo una historia de amor que conmovió al país terminó en una batalla campal en los estrados judiciales. Reportaje de SEMANA.


El día que Juan Carlos Lecompte e Íngrid Betancourt se casaron se hicieron el mismo tatuaje. Entre cientos de motivos eligieron la tortuga, símbolo de un amor eterno. Él se tatuó la mitad en su pie derecho y ella en el izquierdo, de modo que cuando se unían ese reptil se veía completo. Ambos retrataron en sus libros el recuerdo de ese día en una playa de Tahití en la que sellaron el compromiso de estar juntos para siempre. “Nos casamos en pleno océano Pacífico y según el rito de la Polinesia: un matrimonio bíblico, fuera del tiempo en donde el futuro esposo surge al ritmo lento de una piragua, como si por espacio de un día se nos hubiera dado la gracia de remontar al origen de la vida, antes que los hombres traicionaran su inocencia”, escribió Íngrid en su libro La rabia en el corazón.

La guerra en Colombia acabó con ese idilio. Un disparo fulminante cayó sobre esa unión el 23 de febrero de 2002 cuando las Farc secuestraron a Íngrid. De los más de 13 años que estuvieron casados, seis años cuatro meses y nueve días ella los pasó en la selva, en un infierno de 2.321 días que conmovió a Colombia y al mundo. Durante ese tiempo Lecompte cargó un dummy de ella, que era su forma de decir que lucharía por ese amor que los unía. Por eso, en medio del espectacular operativo de rescate que le devolvió a Íngrid la libertad, el 2 de julio de 2008, a muchos les sorprendió su frío saludo, filmado por cámaras de televisión del mundo entero, con el que se podía vislumbrar en sus miradas que esa historia de amor casi épico no tendría un final feliz.

Betancourt y Lecompte llevan seis años enfrascados en un divorcio lleno de intrigas, ataques y acusaciones de infidelidades mutuas tanto en el monte como en la ciudad. La semana pasada, la disputa pasó a otro nivel cuando el publicista y su abogado, Helí Abel Torrado, fueron a la Fiscalía a denunciar a Íngrid penalmente por supuestamente haber ocultado los bienes en la liquidación de la sociedad conyugal. ¿Cómo una pareja que al parecer se quería tanto, que simbolizó la fuerza del amor en medio de la guerra, y que sobrevivió a la pesadilla de un secuestro eterno terminó en los estrados judiciales sacándose los trapos al sol?

La relación entre Betancourt y Lecompte está tan llena de pasión como la vida que tuvo ella en la política. Según cuenta él, en su libro Íngrid y yo, una libertad dulce y amarga, hablaron por primera vez en 1995 en una cabalgata en una finca en las afueras de Bogotá. Como ella no tenía carro y estaba con su hijo pequeño, él se ofreció a acercarla a su casa. Una vez en Bogotá, Lecompte aprovechó para llevarla a dar una vuelta en moto. Pararon a tomarse un café y en la mesa él le escribió en un papel todas las razones por las que creía que ella había aceptado la invitación. Esa tarde se dieron el primer beso.

Lecompte estuvo casado con Íngrid cuando ella era la estrella del Congreso. El publicista le ayudaba a diseñar sus campañas y le diseñó la camiseta del elefante que usaba en el proceso 8.000 en los debates contra Samper. Lecompte estuvo casado con Íngrid cuando ella era la estrella del Congreso. El publicista le ayudaba a diseñar sus campañas y le diseñó la camiseta del elefante que usaba en el proceso 8.000 en los debates contra Samper.
Lecompte, Betancourt y sus dos hijos de un antiguo matrimonio formaron una nueva familia. Se volvieron un equipo en todo. Pasaron vacaciones en el parque Tayrona y, según cuenta ella en su biografía, “hacemos castillos de arena, recogemos conchas, jugamos con los niños en las olas enormes”. Mientras en su vida personal había amor y complicidad, en la profesional imperaban la solidaridad y el esfuerzo: durante el escándalo del proceso 8.000, siendo ella una congresista combativa contra el presidente Ernesto Samper, él la ayudó con sus debates en el Congreso e incluso le mandó a hacer la camiseta del elefante que usaba en los peores momentos de ese episodio.

Pero el tenso ambiente político y los problemas de seguridad la hicieron tomar la decisión de enviar a los niños a vivir con su papá, un diplomático francés que vivía en Nueva Zelanda. En el viaje de regreso, Juan Carlos le propuso matrimonio. “¿Cómo podría él expresar mejor que está conmigo, enamorado, pero también solidario dispuesto a seguirme hasta el final del camino?”, escribe ella en su libro.

La pareja se casó en Moorea, una isla volcánica en la Polinesia francesa, el 30 de enero de 1997. Y luego por lo civil en Bogotá el 17 de octubre en una ceremonia en la que Íngrid lució el mismo vestido de novia de su madre, Yolanda Pulecio. “Ahí comencé una historia de amor con una mujer excepcional. Siempre fui consciente de eso”, escribe Lecompte en su biografía. Los años siguientes fueron dorados. Íngrid obtuvo la más alta votación al Senado y se convirtió en la estrella naciente de la política, una Juana de Arco criolla para algunos por sus batallas contra la corrupción. Mientras tanto él también tenía una carrera destacada como director creativo de Toro Publicidad.

La vida de la pareja cambió nuevamente en 2002 cuando ella se lanzó a la Presidencia y él renunció a su trabajo para acompañarla. Lecompte le montó una campaña polémica, en la que ella repartía Viagra “para parar a Colombia, a los corruptos y a la violencia” , que se acabó cuando el Invima le prohibió usar el medicamento. Ante ese tropezón, juntos armaron una chiva, la llenaron de bombas de colores y se fueron a recorrer Colombia con la esperanza de que Íngrid llegara a la Casa de Nariño.

Durante el secuestro su esposo llevó un ‘dummy’ con la imagen de ella a todas partes, tiró desde una avioneta miles de fotos de sus hijos a la selva, se tatuó su rostro en un brazo y hasta le ofreció a la guerrilla canjearse por la excandidata presidencial. Durante el secuestro su esposo llevó un ‘dummy’ con la imagen de ella a todas partes, tiró desde una avioneta miles de fotos de sus hijos a la selva, se tatuó su rostro en un brazo y hasta le ofreció a la guerrilla canjearse por la excandidata presidencial.
A la revista alemana Der Spiegel le agregó otro dato: “Todos los días oía a mi madre y, dos días por semana, a mis hijos... Y, sin embargo, al único que no oí hablar fue a mi exmarido. Tuve que esperar dos años hasta cuando él dio una entrevista tras publicar su primer libro. Dijo que quería recuperar su vida. Yo supe inmediatamente lo que eso significaba”.

Y lo que eso significó para ella no fue otra cosa que la decisión de pedir el divorcio. El 29 de noviembre de 2008 Íngrid comenzó a buscar la manera de terminar su matrimonio con Lecompte. Según ha contado él, tuvieron algunos contactos por mail y ella lo invitó para que se vieran en otro país. “Mi papá estaba agonizando y yo no tenía cabeza para nada. Le pedí que me diera un tiempito. Tres días después murió mi papá y me llegó su demanda de divorcio. Ese día se me acabó el amor por ella”, dijo en ese momento en una entrevista con María Isabel Rueda.

Ese episodio desencadenó la guerra judicial que han mantenido los últimos cinco años. Como sucede en todos los divorcios que salen mal, ambos se han dicho de todo. Finalmente, el 30 de noviembre de 2011, un juez les concedió el divorcio por mutuo consentimiento y declaró “disuelta y en estado de liquidación la sociedad conyugal” que habían formado ese 17 de octubre de 1997 cuando se casaron.

Pero lejos de haberse terminado una pelea, ese 30 de noviembre comenzó otra. La pareja entró a debatir lo hasta ahora irreconciliable: el dinero. El último capítulo de esa telenovela llegó la semana pasada, cuando Lecompte y su abogado Torrado radicaron ante la Fiscalía una “denuncia criminal” en contra de Betancourt.

La excandidata es señalada en la demanda de tres delitos: alzamiento de bienes, falsedad en documento privado y fraude procesal. En el escrito, Torrado acusa a Betancourt de haber “ocultado” los bienes durante el proceso de divorcio. Esto porque en un documento que envió el abogado de la excandidata para hacer el inventario de bienes se señala que respecto a Íngrid Betancourt Pulecio “no existen activos sociales” (ver facsímil).

La denuncia interpuesta ante la Fiscalía enumera los bienes que adquirió la pareja mientras estaban casados. El primero es un apartamento en París, situado a pocas cuadras del Jardín de Luxemburgo, que Betancourt donó a sus hijos en 2010. Según el documento su valor comercial es de 700.000 euros, es decir unos 1.900 millones de pesos. El segundo es una casa campestre y dos lotes en Idaho, Estados Unidos, que estarían avaluados en cerca de 300.000 dólares, es decir, unos 700 millones de pesos. Esta propiedad no estaría a nombre de ninguno de los dos, sino de una sociedad en Panamá que Betancourt habría constituido en el pasado.

En la denuncia también se habla del apartamento de la pareja en el barrio El Castillo de Bogotá. Lecompte argumenta que entre ambos pagaron el crédito por este inmueble al Fondo Nacional del Ahorro. Sin embargo, aclara que este no haría parte de la sociedad conyugal pues fue excluido en unas capitulaciones que firmaron antes de casarse. En esas capitulaciones Íngrid y Juan Carlos pactaron que para que los bienes no entraran en la sociedad conyugal tendría que existir un acuerdo por escrito firmado por ambos, cosa que según la defensa de Lecompte no se hizo sino para el apartamento en el que vivían.

Y ahí podría haber una gran disputa. Como legalmente a la sociedad conyugal entran todos los bienes, lo que recibió la excandidata presidencial producto de sus libros y premios durante el secuestro técnicamente también haría parte del proceso de divorcio a pesar de que moralmente son de Íngrid. Y eso no es poco. Aunque se han manejado muchas cifras, y todas son especulativas, en la denuncia se establece que los montos podrían ser los siguientes: 1) 1.360 millones de pesos por las regalías del libro La rabia en el corazón con las editoriales Grijalbo y Planeta. 2) 16.494 millones por las regalías y anticipos del libro No hay silencio que no termine en Europa, Estados Unidos y América Latina con las editoriales Gallimard y Santillana, Aguilar Altea Taurus Alfaguara. Lecompte también tiene dos libros y estos también entrarían en el proceso.

El caso está en la Fiscalía General de la Nación y si ese organismo decide adelantar ese proceso seguramente este divorcio podría convertirse en el más polémico de la historia de Colombia. Independientemente de quién tenga la razón, lo que nunca nadie sospechó es que esa “rabia en el corazón” que sentía Íngrid ante la corrupción y la injusticia y que la lanzó a la fama, terminaría siendo el título perfecto para su propia historia de amor.

maskedzombie 27-04-2015 09:26:16

Respuesta: Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
Todo por la plata , son como buitres , los dos.

QUEMANTANALETA 27-04-2015 09:42:26

Respuesta: Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
por mitad le toca al man como no, y la vaina se dilata porq el man espera las indenizaciones q se pueda ganar ingrid ,, obvio haría lo mismo por puta.

Misos 27-04-2015 10:21:07

Respuesta: Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
Es que tatuarse o el nombre o el retrato de la mujer es de mala suerte :P...
Ya en serio, que Ingrid le haya mandado la petición formal de divorcio al man cuando el papá de él recién había fallecido, según mi parecer, dice mucho del caracter egoista de Ingrid...

PEDROELGRANDE 27-04-2015 11:15:54

Respuesta: Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
Esa es la gente de clase rancia que gobierna a Colombia :-( tan pintaos!

RICARDO69 27-04-2015 12:22:40

Respuesta: Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
Que yo sepa, Ingrid nunca ha hecho parte del gobierno y el esposo, tampoco.

Heráclito 27-04-2015 15:18:48

Respuesta: Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
Como cualquier otra pareja que termina su matrimonio en malos términos. La diferencia es que son personajes públicos y excitan el morbo de la gente.

Tyler Durden 27-04-2015 15:52:52

Respuesta: Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
Cuando te sientas como una mierda, recuerda que este pelotudo que se tatuó a Ingrid en el brazo.

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Marinero Falton 27-04-2015 16:08:20

Respuesta: Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
Yo pienso que Ingrid es muy pendeja. Si lo que quería era robarle al estado, se hubiera lanzado como candidata presidencial, tenia muchas posibilidades de ganar y de robar. Ahora ni una cosa ni la otra, quedó como una antagonista que nadie quiere en el país. Ya no la recibe ni jota mario en su programa culero de las mañanas.

!!! OoOops !!! 27-04-2015 17:56:11

Respuesta: Hoy en SEMANA: Íngrid y Juan Carlos, del amor profundo a la guerra total
 
Todo empezo muy mal!!!! jajajjajajaja

“Nos casamos en pleno océano Pacífico y según el rito de la Polinesia"




Juaaaaaaaaaaaaaaaa jjajajajajajajjajja

Pelotudos de la mierda!!!!!
NI los polinesios se casan con los ritos polinesios!!!!!

Eso es como q aqui nos casaramos con los ritos Wayuu en la sierra nevada!!!
LOS PROPIOS MARIGUANEROS ABRAZAARBOLES!!!!


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