A los gobiernos de Estados Unidos y Alemania que acompañan el proceso de paz con sus representantes personales, se une el Papa Francisco. A la par, los gobiernos de Chile y Noruega son los garantes. Un formidable respaldo internacional que robustece las conversaciones de La Habana, una oportunidad única que debemos aprovechar los colombianos para cerrarle la puerta a la guerra y comenzar el ardua camino de construcción de la paz.

Aún falta mucho. Los procesos que terminan las guerras son muy complicados por la mutua desconfianza y la soberbia de cada cual, aparte de los enemigos externos que acechan en cada recodo del camino. Lo importante es que existe voluntad política de sacarlo adelante y una gran mayoría de colombianos, sin importar su ideología, quieren su éxito.

El Papa Francisco, sin duda, deberá estar en la firma del acuerdo. Mejor garante no puede haber por su estatura de líder mundial.

No es su importancia religiosa lo relevante. Es su importancia política que la da su liderazgo mundial lo que fortalece el proceso. De un garante se espera su neutralidad. Nadie mejor que él.

Lo que se está buscando en La Habana es terminar la guerra entre un grupo insurgente que se alzó en armas hace más de cincuenta años y el Estado. Aunque uno de los puntos tiene que ver con el narcotráfico, esto no quiere decir que este problema mundial se termine por arte de magia. Las Farc dejarán el negocio, pero otros ocuparán su lugar y el Estado continuará su lucha hasta que los líderes mundiales se pongan de acuerdo y se legalice. El narcotráfico se debilitará y es posible que migre a otros países, pero seguirá.

Otro tema, por supuesto, es la justicia transicional. En los procesos anteriores que tuvieron éxito en Colombia se optó por el indulto como en el caso del M-19 y los resultados están la vista. Esta vía ya no es posible no sólo por la promulgación del Marco jurídico para la paz que lo prohíbe sino por la firma del Estatuto de Roma que le dio origen a la CPI. De ahí que se contemplen penas alternativas aparte de la prisión, basadas en la verdad, la justicia y la reparación. Respecto a la extradición, el acompañamiento de la Unión Europea y Estados Unidos excluye esa posibilidad, aparte de que es potestativo del jefe de Estado extraditar o no, así que en ese sentido los miembros de las Farc están blindados.

Ahora, el Papa no viene a solucionar estos problemas. Estos deberán ser resueltos por las partes. La misión de Francisco es servir de garante del cumplimento de los acuerdos, papel fundamental debido a su neutralidad.

No es fácil como no lo ha sido ningún proceso de paz en el mundo, pero se ha avanzado como nunca antes y cada día hay más noticias positivas, sin olvidar que el silencio de los fusiles significa el fin de la guerra que es abrir la puerta para la paz, porque construirla es tarea de todos.