Si eso lo hace feliz, créalo. Lo que importa es que la paz y la lucha por la vida ganaron ayer y solo me queda recordar el viejo proverbio que he citado en este foro un par de veces, que cae como anillo al dedo en las toldas de los ciegos por convicción, por adicción o por fijación:

"Cuando el sabio mira la luna, el tonto mira el dedo"

Yo no estaba participando en una competencia a ver cuántos salían a la calle y si eran tantos como para regodearse hasta el infinito al compás de pajaritos de oro trinando la llegada del paraíso. Marché en Bogotá desde el Parque Renacimiento y sentí en carne propia el clamor por la vida. Marcharon muchos más de los que yo esperaba y no tantos como creían los del otro lado que tuvieron la oportunidad de solazarse reclamando la victoria del escepticismo.

Marché para expresar que la vida vale la pena. Igual que muchos de los que me rodeaban. No nos interesaba salir en los noticieros, o que nos midieran por metros en las aceras a ver si éramos los suficientes como para caber en la primera página de los periódicos. No marché por la paz (creo que nadie lo hizo) sino por la vida y me sentí satisfecho como muchos que iban acompañados de sus hijos, de sus esposas, de su novias, de sus amigos, o simplemente de desconocidos que, al igual que los demás, les pareció que salir a predicar sobre la vida era una buena idea.

Por eso digo que ganó la vida en esas horas, así no se haya llenado la Plaza de Bolívar, porque conseguimos que al menos en ese corto lapso se hablara en todas partes de una verdad obvia pero exótica en nuestro medio: "la vida es sagrada". Fuimos publicistas de la vida. Y si conseguimos convencer a uno solo de esa verdad humana, podemos considerarnos satisfechos. Es lo que llaman idealismo, o pendejada, o inocencia, no importa el epíteto, sólo el sentimiento.

Por unas horas nos sentimos humanos. Valió la pena.