Variadas explicaciones para intentar entender el caos:

Una que llama la atención es la realidad petrolera de Estados Unidos. Gracias al fracking, Estados Unidos va en camino de convertirse en autosuficiente, lo que afecta la demanda ya que ha dejado de importar crudo en grandes cantidades, lo que deja excedentes de petróleo en el mercado mundial que los demás países no pueden llenar.

Otra es que los países árabes quieren impedir a toda costa que la técnica del fracking permita encontrar grandes reservas de petróleo y arruine las que ellos poseen. Pero como la extracción de crudo por el fracking cuesta el doble de la convencional, un petróleo barato no permite recuperar la inversión, lo que implica que se abandone por un tiempo y los países de la OPEP sigan manejando el negocio del crudo.

Hay otras como las energías alternativas que poco a poco van ganando mercado ante la amenaza del cambio climático, la especulación de los commodities, la simple sobreoferta al recuperarse la producción de Irak y Libia que necesitan desesperadamente recursos por los costos de las guerras internas.

Uno o la combinación de varios factores son los que tienen patas arriba la economía mundial. Como sucede con la evolución, sólo los que sepan adaptarse a las nuevas reglas del juego, serán los sobrevivientes y, por ende, los ganadores en este río revuelto.

Pero si hay una cosa cierta, el mundo no volverá a ser el de antes. La diplomacia del petróleo y el populismo que lo generó serán los nuevos fósiles que harán parte del museo de la historia.