No es un "documento" de por ahí, es una investigación hecha por el Centro Nacional de Memoria Histórica, establecimiento público del orden nacional, adscrito al Departamento para la Prosperidad Social (DPS), creado por la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras – Ley 1448 de 2011 cuyo objetivo es el de elaborar y divulgar una narrativa sobre el conflicto armado en Colombia que identifique “las razones para el surgimiento y la evolución de los grupos armados ilegales” (Ley 975 de 2005) dentro del período comprendido entre 1958 y 2012. Se le dio el nombre de "Basta ya" y los ejes temáticos de su investigación fueron:

• Derechos humanos, justicia y conflicto
• Lógicas, mecanismos e impactos del terror
• Prácticas forenses de búsqueda de la verdad
• Tierra y conflicto
• Narcotráfico, violencia y poder
• Iniciativas sociales de memoria
• Dimensiones internacionales del conflicto
• Los actores armados y la población civil
• Dimensiones institucionales y dinámicas regionales del conflicto
• Memoria de género y guerra
• Economía política del conflicto
• Análisis cuantitativo del conflicto
• Actores y políticas estatales frente a la paz y la guerra
• Formulación de propuestas de política pública

Esta investigación realizada por expertos en diferentes áreas del conocimiento, ajenos a los protagonistas del conflicto armado colombiano constituye la más profunda y seria investigación realizada desde la acometida por Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna y Germán Guzmán Campos, llamada "La violencia en Colombia" (julio de 1962). Su rigor científico marca una gran distancia intelectual del farcómetro del senador Uribe Vélez, elaborado se supone que con asesoría de la señora Cabal, el señor José Obdulio y el señor Pachito, teniendo como corresponsales en el exterior al doctor ternura, al agro ingreso Arias y a la señora Hurtado.

El cese al fuego bilateral no está en la agenda y no es materia de discusión, como lo ha repetido con contundencia el jefe del Estado y fue uno de los requisitos para sentarse a negociar. La única opción posible es la dejación de las armas por la guerrilla y su desmovilización. Todos lo tienen claro menos los ingenuos que creen que vivimos en el país de los ángeles y propugnan porque ambas partes bajen las armas.

El monopolio de las armas siempre estará en cabeza de nuestras Fuerzas Armadas y serán los garantes de que el ingreso a la vida civil de la guerrilla se cumpla. A partir de allí, cualquiera que levante las armas de nuevo será perseguido como delincuente común con toda la fuerza del Estado.