Cuando las cabezas se enfríen y la cordura prime, se calificará al anterior gobierno como uno de los más corruptos e ineptos de los últimos tiempos, al tiempo que se verán los logros del actual, que no son muchos es cierto, pero son gigantes frente a la incompetencia de su antecesor.

Uribe se creó su propio paraíso y convenció a los colombianos de que existía, comenzando por sus mentirosas victorias contra la subversión, muchas de las cuales fueron falsos positivos (cerca de 3.000 víctimas inocentes), desmovilización aparente del paramilitarismo, desastre completo en la infraestructura vial, favorecimiento de las grandes empresas con la eliminación de las conquistas laborales de los últimos cincuenta años, aumento del desempleo, estancamiento en la erradicación de la pobreza a la que disfrazó con subsidios, gabelas tributarias a las grandes multinacionales sin que se reflejara en la creación de empleo... y así hasta el infinito, para no hablar de la colcha de retazos en que convirtió la Constitución, la compra de conciencias, la persecución a la justicia, la pobreza en el campo con el impulso a los palmicultores y a las grandes empresas agrícolas con las cuales se lavaron fortunas mal habidas, el abandono del campo...

Y hoy, este siniestro sujeto nos quiere convencer de lo contrario. Todavía tiene dos millones de ingenuos idiotizados, pero poco a poco el país despierta de su pesadilla. Infortunadamente como alguien lo dijo en su momento, Uribe y su corte de zombies llegarán al Congreso desde el infierno.