Es curioso como se sataniza en los foros. Uno de los principios que rigen en la comunidad internacional es el respeto a los asuntos internos de los Estados e interponer los buenos oficios cuando alguno de ellos se encuentra en problemas.

En el caso de Venezuela, con justas protestas por una parte de la población contra sus gobernantes ineptos y corruptos, los gobernantes de la región deben respetar la institucionalidad venezolana y tratar a través de las vías democráticas de que las partes en pugna se pongan de acuerdo.

La vía para hacerlo es la diplomacia a través de los organismos internacionales o a través de los ministros y embajadores.

En el caso de Venezuela, propugnar por el diálogo dentro de las vías institucionales no es ayudar a una de las partes, sino al pueblo mismo, que en estos momentos se encuentra polarizado y asediado por la ineptitud y la represión.

No le corresponde a Colombia ni a ningún otro país, como pretende hacerlo Estados Unidos, tomar partido sino propugnar porque la democracia, así sea débil y raquìtica, sea el juez de las partes, teniendo en claro que la peor democracia es preferible a la mejor dictadura.

Ser estadista es, para los que creen que todo se debe resolver a punta de plomo, de rompimiento de relaciones, de mostrarse los colmillos, al estilo Uribe. Esas mañas son del siglo XIX. Ahora vivmos en el siglo XXI, por fortuna, así aún no lo entendamos.

Diferente son las personas y los organismos privados. Allí si se denuncia, se solidariza, se actúa, como en estos momentos lo hacen los diarios colombianos enviando papel a sus pares venezolanos para romper la censura.

Las relaciones entre Estados son diferentes.