Definitivamente, Uribe está asustado. No despega su marioneta, las expectativas de curules comienzan a bajar, la paz es el personaje del año, el optimismo de los colombianos crece, un muy buen año económico, la favorabilidad de Santos repunta en grado significativo, hechos que lo obligan a buscarle la comba al palo, denunciar la corrupción...¡hágame el favor!

Son medidas desesperadas, tanto que las lanza, además, en la peor época.

¿Qué le pasa, mi Dr. Uribe? ¿"Su persona" no se da cuenta que estamos en Navidad? ¿Que la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mata lo que se le ponga por delante? ¿Que en estos momentos a nadie le importa un pito si sumercé es el apóstol de la dignidad, o si Petro se salva, o si Ordóñez reza el rosario?

En enero es otro cuento, mi Dr. Uribe, pero cuando todos lleguemos con el guayabo de mucho gozo, platica escasa y una pereza inmarcesible de volver a trabajar, ya nadie se va a acordar de que sumercé denunció a sus antiguos compinches para atraer algunos voticos que se le muestran esquivos.

Y cuando sumercé se dé cuenta de que por ahí no es la cosa y que hay que seguir con sus jartísimos trinos sobre la guerra y sus graznidos de dinosaurio perdido en su Jurasic Park, el país se embarcará de nuevo con el novelón de Petro y sumercé de nuevo se quedará arando solito en su moridero.

¿Qué le pasa, mi doctor? ¿Hasta bruto se volvió?