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PEDROELGRANDE 18-12-2013 15:57:40

Desde arriba no se hace la política de abajo
 






Autor:desde abajo


Se acercan los comicios de marzo de 2014, en que se elegirá un ‘nuevo’ Congreso. La proximidad despierta apetitos de toda índole. Las discusiones sobre qué hacer se avivan por doquier, pero también las pre (las menos) y las candidaturas (las más). En mayo serán las elecciones para la Presidencia.

En los movimientos sociales se valora la coyuntura de diversas maneras. En algunos se le otorga realce a continuar la movilización sostenida en 2013; incluso se agita la necesidad y la posibilidad de un paro cívico en los primeros meses del próximo año; en otras se decide tomar un respiro y asumir el reto electoral como tarea principal. Unos pocos asumen y agitan las dos opciones en un plano de igual importancia y posibilidad.

La nueva coyuntura, en la que se adentra la sociedad colombiana, propicia alianzas y acuerdos políticos de diversa índole, motivados muchos de ellos por el umbral electoral y/o por la personería jurídica. Son acuerdos de conveniencia que pueden perdurar en el tiempo o dar a luz siglas y cuerpos políticos de poca trascendencia. En la historia reciente y pretérita del país ya se conoce este tipo de acuerdos, sus alcances y productos.

En la escena aparecen verdes, amarillos, rojos, morados y otros tintes, cuya combinación puede producir nuevos colores, más brillantes u opacos, depende de las manos que esparzan la pintura y los disolventes que se utilicen: pero mientras más sean las que sostengan el mango de la brocha, el rodillo, el palustre o el pincel, mejor se esparcirá y se verá en el cuerpo de la sociedad colombiana, urgida de un ejercicio político ético, abierto, convocante, donde ninguna palabra ni práctica sean dogmas.

Un debate abierto, por tanto, sobre cómo liderar las campañas y los programas por agitar, está a la orden del día. También el liderazgo social por desplegar en diversidad de territorios. La conexión con la sociedad, real, profunda, debe ser el objetivo donde ella dé el último veredicto sobre los diversos tópicos en discusión, acción y liderazgo.

Una política horizontal, movilizadora, donde la seguridad que la política desde abajo es lo sustancial, y el gobierno queda convertido en simple palanca para potenciar autogestión, autonomías, cooperación, solidaridad, eficacia.

Pero resulta que, en medio de esta necesidad, métodos característicos del poder tradicional ganan cada vez más espacio entre los sectores que se autodenominan alternativos. En la mayoría de los movimientos, los candidatos se autopostulan, es decir, no son producto de un debate interno. Muy seguramente quienes se postulan son líderes reconocidos, que de realizarse alguna consulta resultarían elegidos. Seguro que así es, pero brincándose el sentir de los apoyos sociales que, como movimiento social, los acompañan y obvian el método de la consulta y el debate, y con él un necesario ejercicio pedagógico que garantice sin duda que la persona candidata quede atada al movimiento y no al revés, con las implicaciones de largo plazo que esto trae: candidatos eternos, en que el puesto público se transforma en el objetivo de la política, desfigurándola; en que la militancia se transforma en clientela y en que el proyecto de cambio termina perdido en los recónditos caminos del interés personal.

Esta práctica errada también está acompañada del “yo te ayudo, tu me ayudas”, con la cual el debate político e ideológico desaparece, abriéndole paso al pragmatismo más obtuso. Llegar por esta vía a la corrupción no es extraño.

Y ahora también aparece entre los sectores alternativos una especie hasta ahora desconocida: el delfinazgo. Nadando sin tanque en aguas superficiales, este animal se infiltra entre el cardumen popular, rompiendo su compactación, dispersándolo, imponiéndose como animal mayor. Sus “cualidades”: ser hijo/a de alguien que figura como líder histórico de algún proceso; es decir, ahora se pretende heredar el liderazgo social, todo un contrasentido, ya que esta herencia, esta propiedad, es incompatible con la democracia más profunda, directa o radical.

Producto de esta nueva práctica resulta que ahora el hijo de Luis Eduardo Garzón es candidato por derecho propio; asimismo, figuran los hijos de Piedad Córdoba y de Angelino Garzón.

Cualquiera pudiera reclamar que ninguno de los relacionados es hijo de un dirigente alternativo o de izquierda, y la razón puede estar de su lado, pero otros sustentarán lo contrario, amparados en el imaginario que los nombres de sus progenitores proyectan en el conjunto social.

Pero para el debate y el llamado de atención que pretendemos en esta nota, lo importante es el suceso, que tendrá consecuencias sobre el movimiento social en el corto y el largo plazo. La acción electoral no se puede transformar en el objetivo último de la práctica política, muchos menos un negocio de familia o personal disfrazado de pretendida acción para el cambio.

La coyuntura cambia. Para gobernar desde abajo no se puede implementar métodos y prácticas de arriba.


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