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Ella quería festejo, él se negó por lacio y terminó con puñaladas en el ojo.


En canela y contando los días para ir a juicio se encuentra la morocha La Crystal King-Woolfork, de 28 peras, luego de que le clavara un cuchillo en el ojo a su galán, en Vero Beach, Florida.

¿Violencia intrafamiliar? ¿Reacción cuando el hombre la cascaba? No, señores: sexo insatisfecho.

Resulta que La Crystal se había ido de copas a un bar cercano donde se prendó de una sirena ardiente, como la cabra es de las que dispara contra todo lo que respire, le calentó la sopita y le dijo: “Beibi, vamos a mi casa, allí tengo un macho insaciable para armar un trío. ¿Vamos?”. La otra le dijo al toque: “Ya, poh, vamos”.

Y de una llegaron al hogar, donde las dos piedras de curanto entraron a beso limpio y tirándose las manitas como orates. Se fueron derechito a la “king size” matrimonial donde descansaba el macho de la casa. La Crystal le dijo, “ya, poh, oye, traje un regalito, únete”.

Pero el galán estaba haciendo tuto y andaba lacio tras una previa poniéndole y poniéndole.“Negra, ¿sabís qué más? No tengo ganas, en serio, ya chao”. Y siguió haciendo tuto. La Crystal andaba pesota y le pintó el orangután, sacándole en cara que no la podía dejar mal y otras menudencias por el estilo. El macho de la “house” se espantó y le tiró: “Ya, córrete, ya salpiquen de mi cama, aaaaah, ya, raspen, hediondas”.

Y rasparon las dos, la invitada a perderse y con todo al aire y La Crystal a la cocina. Su hombre chasqueó la sin hueso, se rascó las joyas de la familia y se tapó.

Pero La Crystal volvió al lecho y le gritó: “¡Despierta, madrefoca!”, y cuando el hombrón le iba a aforrar un tatequieto por odiosa, ella fue más rápida y le enterró un cuchillo cocinero en el ojal derecho. El lacio cayó malherido al hospital y ella a la cana, donde las chicas del lugar la incorporaron altiro a los equipos de trío, cuarteto, quinteto y todos los demás “etos”.

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