¿Una santa le puede a dos Santos?

por Heráclito

El país está de plácemes, por lo menos el católico, el de los milagros a destiempo, el de las camándulas y los báculos, el que reza en la mañana, duda en la tarde y peca en la noche, porque el todo està en empatar, ni más faltaba, que una entrada al cielo no se le niega a nadie y para vivos no nos gana ni el putas.

Tenemos santa, gritan alborozados los domingueros de misa, y prosternados en tierra, levantan sus brazos, "Santa Laura, sierva de Dios, ruega por nosotros los pecadores", el coro se escucha en todos lados, sobre todo en los noticieros que aprovechan para vender porque Rexona no te abandona, ni Santa vaticana que fuera.

Ordóñez puja por salir en la foto y dicen los que saben que ya encargó una foto para ponerla al pie del crucifijo que cuadricula su despacho. "Será mi consejera", dijo a sus cercanos colaboradores. Amén, repitieron en coro, mientras la procuradora de familia recoge firmas para organizar una peregrinación a Jericó,

Estampitas milagrosas de Santa Laura, gritan los vendedores ambulantes unas cuadras más allá, en la séptima, al lado de las películas chiviadas, la baba de caracol, las moñas y los ungüentos, colorido mercado del agáchese, todo a mil lo que escoja, con tumbada incluida.

¿Y para qué nos sirve una santa?, pregunta el incrédulo. ¿Nos facilitará terminar algún día la Ruta del Sol, a al menos la audiencia de imputación de cargos a Samuel Moreno, o conseguirá que los deditos de Uribe se cansen de trinar, o Pachito deje de meter la pata, o Roy Barreras deje de cambiar de equipo?

Es santa la madre Laura, pero tampoco para conseguir imposibles. Eso ni mi Dios con piones es capaz de convencer a Julito de que no cuelgue, al Procurador de que se una solemnemente a los gays y a Pastrana de que Santos no està tan Maduro como lo aseguran los de la otra orilla.

Y es que una cosa son las santas en el cielo y otra los Santos en la tierra. Ella allá, cerquita de Dios, juntitos los dos, como en la canción, tiene su menú de gloria eterna, lejana del Santos que en el Vaticano le lagartea un empujoncito por la paz o al menos que se callen Iván Márquez y Timochenko y dejen de alborotar urisperos.

De todas formas si los argentinos tienen una reina en Holanda, un Papa en el Vaticano y un Messi en Barcelona, ¿por qué los colombianos no podemos tener una santa en el cielo y dos Santos en la tierra, cada quien haciendo milagros a su manera. La una curando males, el otro procurando bienes y el chistoso, haciendo desmanes?

Tan de buenas, ¿cierto? ahora solo falta que Petro empiece a gobernar y podremos rezar con fervor, Santa Laura, gracias te damos por tan soberanos beneficios.