DeNunCianDo - Por: GUSTAVO PETRO URREGO: Dos maneras de entender el mundo

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El POT, por su relevancia y magnitud, no permite que caigamos en el error y en la soberbia de desechar lo pasado. Tonto sería desconocer el acumulado de saberes que va detrás de la construcción de la civilización humana. El POT que proponemos recoge años de trabajo de mucha gente y diversas instituciones.
El gobierno de la Bogotá Humana ha logrado la concertación con la CAR porque compartimos una visión profundamente ambiental. Nuestro proyecto está enmarcado en la Constitución de 1991 y, por tanto, considera los intereses de mujeres, víctimas, empresarios, niñas y niños.
Este POT plantea un modelo razonable y sostenible de ciudad porque la depredación de la naturaleza y del territorio está ligada concomitantemente con la segregación social, y esa práctica está haciendo de Bogotá una de las ciudades más depredadoras y desiguales del mundo. Se propone disminuir la desigualdad social –que medida en el territorio es segregación social–.
Miremos el punto donde se encuentran Bogotá y Soacha: a un lado está el barrio El Recreo, en Bosa, al otro, Soacha, con el barrio La María, construido sobre la base de los escombros tirados al humedal Tibanica. A su alrededor no está sino la pobreza, porque la pobreza lucha por tener un espacio donde vivir.
Esa es la realidad de Bogotá. Una segregación que se perpetúa expulsando a los pobres cuanto más lejos, mejor, en una política de vivienda que se supone debemos acoger y que lleva a la depredación y construcción de guetos de la pobreza.
La Encuesta de Movilidad 2011 encontró que una persona del estrato 6 puede viajar 2,06 veces por día en medios motorizados, y una de estrato 1, solo puede hacerlo 0,86. La gente debe caminar; si no puede hacerlo y tampoco puede pagar transporte, se queda encerrada. La simple separación espacial hace que estas familias sean cada día más pobres.
En Bogotá, los ciudadanos tenemos que movernos grandes distancias, unos pocos en carro, otros muchos en transporte público o a pie. Consolidamos un modelo irracional que no permite tener calidad de vida. Bordes llenos de edificaciones, cuando la mayor parte de la gente trabaja en el centro. Esto produce depredación y segregación social, desigualdad y violencia.
El POT quiere cambiar eso. Propone una Bogotá moderna y sostenible, que permita condiciones propicias para la equidad social, no de manera ingenua, porque la transformación del ordenamiento territorial es paulatina.
Según expertos, Bogotá tiene una de las “densidades” más altas del mundo, pero en Patio Bonito y en el Rincón de Suba. Matemáticamente para que eso sea posible es porque en casas de dos pisos –sin calles, parques o espacio público– viven cuatro o cinco familias. Lo que tenemos, entonces, está lejos de ser densificación; es hacinamiento.
En cambio, nuestro centro es uno de los más desocupados del mundo: incluye 600 hectáreas de edificaciones vacías en Santa Fe, en plaza España, en los Sanandresitos, en la zona industrial; 600 hectáreas cruzadas por las principales troncales de TransMilenio, la Caracas por el oriente, la 26 por el norte, la 30 por el sur, la sexta, la Jiménez, todas cruzando un área deshabitada por las noches.
Tenemos que cambiar esa lógica. ¿Por qué esos espacios no son edificios donde pueda vivir la gente cerca de donde trabaja? ¿Por qué no aprovechar las avenidas, las calles ya construidas con sus redes? ¿Por qué no llenamos de vida y cultura el centro desocupado en vez de construir más calles, más redes?
Luego de una amplia discusión ciudadana, el POT será presentado al Concejo de la ciudad, pasará por los intereses alrededor de la tierra, por las diferentes maneras de entender el mundo. Y el Concejo tendrá nuevamente el reto de decidirse por una ciudad moderna, racional, equitativa e incluyente, o no.
Gustavo Petro Urrego

El POT, por su relevancia y magnitud, no permite que caigamos en el error y en la soberbia de desechar lo pasado. Tonto sería desconocer el acumulado de saberes que va detrás de la construcción de la civilización humana. El POT que proponemos recoge años de trabajo de mucha gente y diversas instituciones.
El gobierno de la Bogotá Humana ha logrado la concertación con la CAR porque compartimos una visión profundamente ambiental. Nuestro proyecto está enmarcado en la Constitución de 1991 y, por tanto, considera los intereses de mujeres, víctimas, empresarios, niñas y niños.
Este POT plantea un modelo razonable y sostenible de ciudad porque la depredación de la naturaleza y del territorio está ligada concomitantemente con la segregación social, y esa práctica está haciendo de Bogotá una de las ciudades más depredadoras y desiguales del mundo. Se propone disminuir la desigualdad social –que medida en el territorio es segregación social–.
Miremos el punto donde se encuentran Bogotá y Soacha: a un lado está el barrio El Recreo, en Bosa, al otro, Soacha, con el barrio La María, construido sobre la base de los escombros tirados al humedal Tibanica. A su alrededor no está sino la pobreza, porque la pobreza lucha por tener un espacio donde vivir.
Esa es la realidad de Bogotá. Una segregación que se perpetúa expulsando a los pobres cuanto más lejos, mejor, en una política de vivienda que se supone debemos acoger y que lleva a la depredación y construcción de guetos de la pobreza.
La Encuesta de Movilidad 2011 encontró que una persona del estrato 6 puede viajar 2,06 veces por día en medios motorizados, y una de estrato 1, solo puede hacerlo 0,86. La gente debe caminar; si no puede hacerlo y tampoco puede pagar transporte, se queda encerrada. La simple separación espacial hace que estas familias sean cada día más pobres.
En Bogotá, los ciudadanos tenemos que movernos grandes distancias, unos pocos en carro, otros muchos en transporte público o a pie. Consolidamos un modelo irracional que no permite tener calidad de vida. Bordes llenos de edificaciones, cuando la mayor parte de la gente trabaja en el centro. Esto produce depredación y segregación social, desigualdad y violencia.
El POT quiere cambiar eso. Propone una Bogotá moderna y sostenible, que permita condiciones propicias para la equidad social, no de manera ingenua, porque la transformación del ordenamiento territorial es paulatina.
Según expertos, Bogotá tiene una de las “densidades” más altas del mundo, pero en Patio Bonito y en el Rincón de Suba. Matemáticamente para que eso sea posible es porque en casas de dos pisos –sin calles, parques o espacio público– viven cuatro o cinco familias. Lo que tenemos, entonces, está lejos de ser densificación; es hacinamiento.
En cambio, nuestro centro es uno de los más desocupados del mundo: incluye 600 hectáreas de edificaciones vacías en Santa Fe, en plaza España, en los Sanandresitos, en la zona industrial; 600 hectáreas cruzadas por las principales troncales de TransMilenio, la Caracas por el oriente, la 26 por el norte, la 30 por el sur, la sexta, la Jiménez, todas cruzando un área deshabitada por las noches.
Tenemos que cambiar esa lógica. ¿Por qué esos espacios no son edificios donde pueda vivir la gente cerca de donde trabaja? ¿Por qué no aprovechar las avenidas, las calles ya construidas con sus redes? ¿Por qué no llenamos de vida y cultura el centro desocupado en vez de construir más calles, más redes?
Luego de una amplia discusión ciudadana, el POT será presentado al Concejo de la ciudad, pasará por los intereses alrededor de la tierra, por las diferentes maneras de entender el mundo. Y el Concejo tendrá nuevamente el reto de decidirse por una ciudad moderna, racional, equitativa e incluyente, o no.
Gustavo Petro Urrego