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Soldado de dos mundos
Por: ANDRéS HURTADO GARCíA | 7:26 p.m. | 18 de Febrero del 2013

Se trata de Gunther Buch. Él y su suegro son los iniciadores del movimiento ecologista de conservación de fauna y bosques en Colombia.

Sensible como soy ante la ingratitud, a tal punto que considero que la más bella de las cualidades de los humanos es la gratitud, durante mucho tiempo tuve pegado a la puerta de mi habitación un letrero que decía: 'Ese tipo me odia y no sé por qué, si no le he hecho un favor'. No, Colombia no ha odiado a su primer gran benefactor de la fauna y los bosques, pero no lo ha tenido en cuenta ni siquiera para una condecoración. 'Soldado de dos mundos', lo llamó Liberio Jiménez, y acaba de morir a la edad de 99 años en Hamburgo. Se trata de Gunther Buch. Realmente él y su suegro son los iniciadores del movimiento ecologista de conservación de fauna y bosques en Colombia. El viejo, Karl Kohlsdorf, había fundado en 1930, muchos años antes de que se crearan nuestros primeros parques nacionales, la reserva de Meremberg en el Huila, en los dominios del volcán Puracé.

Gunther combatió en las dos grandes batallas alemanas de la Segunda Guerra Mundial. En la invasión a Rusia, dirigida por el mariscal Guderian, fue uno de los pocos afortunados que volvieron del infierno que fue el General Invierno. Luego combatió, como piloto de tanques panzer, el día D, bajo las órdenes del más ilustre y puro soldado alemán, el mariscal Erwin Johannes Rommel. Nada tuvo que ver nuestro Gunther con la ideología y las atrocidades de Hitler; su pasado es limpio, como limpio es el aire frío y reconfortante de los bosques de Meremberg.

Un bombardero aliado hizo trizas el tanque de Gunther y el soldado quedó vuelto pedazos. En el hospital, una enfermera, Mechthild, hija de Karl y de nacionalidad colombiana, se dedicó con cariño a "reconstruir" el cuerpo del deshecho Gunther. La enfermera le llenó la cabeza al soldado con la belleza de los bosques del Huila, allá en Colombia, cerca del volcán Puracé, de tal manera que el herido sólo pensaba en rehabilitarse para venir a estas lejanías que ya amaba sin todavía conocer. Luego se casaron y después de mil papeleos con los aliados pudieron venir a Colombia a encargarse de la reserva que el padre de la enfermera había fundado. La pareja vino definitivamente a Colombia en 1948.

Bajo su cuidado, el bosque se mantenía hermoso mientras a su alrededor los campesinos y colonos todo lo iban talando. La fauna abundaba. Un día, mientras Gunther iba al pueblo a una diligencia, unos cazadores asesinaron a Mechthild porque se opuso a la matanza de unos micos aulladores de su reserva. Un disparo de escopeta calibre 12 y un bárbaro machetazo en la cabeza acabaron con la vida de la colomboalemana. Una mártir. Nacida en Alemania, dio su vida por nuestros bosques y animalitos. Ni un monumento, ni un homenaje ha habido en este país para ella y para su esposo, que, a pesar de la tragedia, siguió luchando por la reserva hasta que, ya muy viejo y enfermo y todavía convaleciente de las heridas de la guerra, regresó a Alemania. La reserva quedó en manos de su hija y necesita urgente apoyo, pues entre la guerrilla en otro tiempo y los cazadores y campesinos siempre le están haciendo irreparables daños. Innumerables investigadores e instituciones han visitado Meremberg y lo han catalogado como un paraíso de biodiversidad. Conocí la reserva y me incliné reverente ante las tumbas del padre y de la hija mártir sombreadas por el bosque. Lo mínimo que el gobierno colombiano puede hacer es declarar la reserva como Santuario de Flora y Fauna.

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Casi lo mismo. Liberio Jiménez, valiente periodista del Huila, acaba de ser premiado por la Cámara de Representantes. Es apenas lo justo para un gran luchador.

Fuente El Tiempo