Tienes toda la razón, de "idiotas útiles" está lleno el mundo. Son los que opinan con la emoción y no con la razón y por ello, involuntariamente, se convierten en eco de dogmas fuera de los cuales no hay salvación. A todos los malos hay que matarlos. ¿por qué? Porque son malos.

Pero el mundo no está hecho en blanco y negro. Tiene muchos matices, por fortuna, que van más allá de los adjetivos. Igual los procesos de paz no son para que unos ganen todo (los buenos) y los otros pierdan todo (los malos). Tampoco los que se sientan a la mesa son monjitas de la caridad, ni los unos ni los otros. Uno de los países más inequitativos del planeta bien lo sabe.

Cuando se conversa es porque no se está de acuerdo y se busca encontrar puntos comunes y para eso ambas partes tienen que ceder. Los múltiples conflictos que se han resuelto en el mundo funcionan así. No hay otra manera, salvo seguir haciendo la guerra en la que todos pierden.

Ahora, en todos los procesos de paz, las fuerzas insurgentes, es decir, las que se han levantado en armas contra el Estado, no sólo se desmovilizan y entregan sus armas. A la par con eso hay que abrirles un espacio político. En Asia, África y América Latina hay múltiples ejemplos de ello.

Colombia, como no está en el planeta Marte, también sigue este camino y ya lo plasmó en uno de los puntos que se van a conversar en La Habana. Esto se hizo antes, por ejemplo, en los diálogos de Tlaxcala y dio inicio a la Unión Patriótica, 3.000 de cuyos militantes fueron asesinados por los que creen que las únicas ideas que puede haber son las propias.

De nuevo se intenta acá y se espera tener éxito, que no es asunto fácil pues se está al frente de una agrupación que se quedó anclada en los sesenta con un discurso obsoleto que se basa en el marxismo-leninismo, teoría política que fracasó estruendosamente en la URSS y sus satélites.

Pero, como bien lo dijo De la Calle, no se van a discutir programas sino el modo de terminar el conflicto para que las Farc tengan la oportunidad de hacer política con votos y no con balas, sin dejar de lado que deberán responder por las violaciones al DIH que no pueden ser materia de la justicia transicional.

Y no es sacrilegio mirar un poco más allá y adivinar lo que pueda pasar en un futuro. Por ejemplo, sería saludable para la democracia que en el Congreso de la República pudieran sentarse todas las posiciones políticas. Me gustaría ver debatir con investidura de congresistas al expresidente Uribe en su curul y a Rodrigo Granda, en la suya, por poner un ejemplo.

¿Por qué? Son líderes de los extremos del espectro político y sería valioso escucharlos y proponer, desde su particular punto de vista, leyes destinadas a mejorar el país. Yo, personalmente, no comulgaría con ninguna, porque mi norte político está en el centro, en lo que se llama socialdemocracia, cuya ideología ha tenido éxito en conseguir la equidad social, pero respeto a todos los que quieran defender sus ideas siempre que lo hagan dentro del libre juego democrático.

Pero es difícil. Por definición, los extremos son intolerantes.

Al margen. Unas precisiones. No va a haber amnistías o indultos. Va a establecerse una justicia transicional. Y respecto a las secuestrados, una de las consecuencias de la conversaciones secretas fue la liberación de los militares que aún tenían en su poder y la promesa de no volver a hacerlo. Y, supongo, en la mesa se hablará del reclutamiento de menores, las minas antipersonales, la población civil, la verdad y la reparación de las víctimas, etc. De eso también se trata el Proceso de paz.