Este fue el acuerdo firmado entre gobierno y Farc en Cuba

Tyler, es obvio que si se firma la paz, tienen que cesar las hostilidades entre ambos bandos. Esto no va a suceder antes, porque se va a negociar en medio del conflicto. No es lo deseable, pero el Gobierno no va a bajar la guardia y dejar que la guerrilla se fortalezca. Las operaciones militares seguirán en todo el territorio nacional, y seguramente durante el tiempo que duren las conversaciones van a haber bajas de lado y lado y sólo cuando se terminen las conversaciones y se firme la paz, cesarán las acciones armadas de parte y parte y se desmovilizará la guerrilla.

Lo que se pactó es una hoja de ruta, es decir, temas generales que en la medida en que avancen las conversaciones se irán enriqueciendo. Así sucede en todos los procesos de paz que ha habido en el mundo. Hay que establecer un temario.

Y lo de las acciones armadas, el Gobierno Santos no va a cometer el error de Pastrana de pactar un alto al fuego o desmilitarizar una zona, entre otras cosas porque ahora quedó prohibido por la ley. Por eso se va a hablar en medio de la guerra. Ya dijo el presidente que las acciones militares seguirán y seguramente se intensificarán.

Lo que es seguro es que se pactará sacar a la población civil del conflicto y sólo proseguirán los enfrentamientos armados. Esos serán los primeros avances. Y respecto al "paseo y la propaganda", los diálogos van a ser secretos, lejos de los medios, y únicamente se sabrá de ellos mediante comunicados.

Por eso se hacen en otro país, lejos de interferencias y pantallazos. De ahí que su inicio nadie lo sabía y hubiera seguido así de no haber sido por la infidencia del canal venezolano. La discreción es el fundamento del éxito en cualquier conversación de paz, lejos de las cámaras y los espectáculos.

Estos son otros tiempos, sin caguanes.

Uno conversa con el que no puede vencer y de ahí que Uribe, en los dos últimos años de gobierno, intentara un proceso de paz con la guerrilla. Igual lo hace el presidente Santos. Porque si están rendidos, diezmados y de rodillas, nadie en su sano juicio dialogaría.

Es lo que sucedió con el M-19 y el Quintín Lame hace unos años y con la guerrilla liberal al mando de Guadalupe Salcedo a mediados del siglo pasado. La derrota los llevó a desmovilizarse. Se les garantizó la vida y una amnistía, que pagaron caro pues varios de sus líderes, ya desmovilizados, fueron asesinados. Pero no se pactó nada, no se negoció nada.

Esa es la diferencia.