"Les ofrezco mis disculpas a quienes ofendí": Alejandra Azcárate

Hay algunas personas que se indignan porque el tema de las gordas se volvió motivo de comentario en el país y no se habla de temas importantes como la guerrilla, Uribe, los padrastros de la patria... etc. A quién le impòrtan las gordas, sentencian.

El tema no es tan baladí como piensan. El problema de la obesidad que afecta a muchas personas en el mundo es un tema de salud pública que da origen a otro igual o peor de grave que es la anorexia y la bulimnia. Y si a esto le agregamos que vivimos en un mundo hedonista donde la figura esbelta de la etnia caucásica es sinónimo de belleza y de éxito, el problema se convierte en emocional con amplias repercusiones en el equilibrio psicológico de las personas.

Por ello resulta explicable que un artículo de éstos cause tanta controversia. La etnia latina es de contextura gruesa y las mujeres son de amplias caderas, tetas grandes y generoso culo. Pero el modelo escuálido de las caucásicas que son así por sus genes, es decir, flacas, altas y planchas, lo quieren imponer a toda costa para que no se noten sus carencias.

A esto responde la Azcárate. Su modelo físico es el hueso forrado de carne o mejor podríamos decir, el costal de huesos, de por sí desagradable a la vista y una molestia en la vida cotidiana pues no se sabe que suenan más si sus coyunturas al caminar o sus costillas al acostarse. Estos esqueletos envidian, por ejemplo, las curvas de Sofía Vergara, pero como les resulta imposible rellenar lo que la naturaleza no les dio, salvo con siliconas o espumas, denigran de las demás que si las tienen y nos encantan a los hombres.

Pero como la adolescencia es emocional por naturaleza, este tipo de artículos causan un gran daño al presentarles a estas niñas que se asoman a la vida con un físico normal para una latina, un tipo diferente de silueta, donde los huesos supuestamente se ven mejor que la carne. Cuesta convencerlas de lo contrario y solo después de muchas dietas ridículas descubren con sorpresa que las curvas acarician y los huesos tallan. ¿Cuál prefiere usted?

Hay algunas personas que se indignan porque el tema de las gordas se volvió motivo de comentario en el país y no se habla de temas importantes como la guerrilla, Uribe, los padrastros de la patria... etc. A quién le impòrtan las gordas, sentencian.

El tema no es tan baladí como piensan. El problema de la obesidad que afecta a muchas personas en el mundo es un tema de salud pública que da origen a otro igual o peor de grave que es la anorexia y la bulimnia. Y si a esto le agregamos que vivimos en un mundo hedonista donde la figura esbelta de la etnia caucásica es sinónimo de belleza y de éxito, el problema se convierte en emocional con amplias repercusiones en el equilibrio psicológico de las personas.

Por ello resulta explicable que un artículo de éstos cause tanta controversia. La etnia latina es de contextura gruesa y las mujeres son de amplias caderas, tetas grandes y generoso culo. Pero el modelo escuálido de las caucásicas que son así por sus genes, es decir, flacas, altas y planchas, lo quieren imponer a toda costa para que no se noten sus carencias.

A esto responde la Azcárate. Su modelo físico es el hueso forrado de carne o mejor podríamos decir, el costal de huesos, de por sí desagradable a la vista y una molestia en la vida cotidiana pues no se sabe que suenan más si sus coyunturas al caminar o sus costillas al acostarse. Estos esqueletos envidian, por ejemplo, las curvas de Sofía Vergara, pero como les resulta imposible rellenar lo que la naturaleza no les dio, salvo con siliconas o espumas, denigran de las demás que si las tienen y nos encantan a los hombres.

Pero como la adolescencia es emocional por naturaleza, este tipo de artículos causan un gran daño al presentarles a estas niñas que se asoman a la vida con un físico normal para una latina, un tipo diferente de silueta, donde los huesos supuestamente se ven mejor que la carne. Cuesta convencerlas de lo contrario y solo después de muchas dietas ridículas descubren con sorpresa que las curvas acarician y los huesos tallan. ¿Cuál prefiere usted?