Aunque los fenómenos económicos son muy complejos, baste decir que el hecho de aumentar los salarios sin tener en cuenta la productividad, no significa de por sí que se mejore el poder adquisitivo e incluso puede conseguir el efecto contrario, aumentándose la pobreza.

Hagamos un ejercicio sencillo:

Supongamos que la producción nacional de bienes y servicios equivale a cien neveras y que todos los ingresos equivalen a mil pesos. Esto quiere decir que cada nevera vale diez pesos. Si se aumentan los ingresos, pongamos, a mil quinientos pesos, quedando las mismas cien neveras, cada nevera automáticamente aumenta de precio, quedando en 15 pesos. Grave porque automáticamente la gente deja de comprar. Por el contrario, si se aumenta la producción solamente, digamos que a 150 neveras, sin aumentar los ingresos, cada nevera pasa a costar 6.66, lo que llevaría a la quiebra al sector de bienes y servicios. De ahí que se busquen nuevos mercados que traten de al menos vender afuera el excedente de 50 neveras, que no siempre se consigue, por lo que se prefiere producir menos a costa de menores costos lo que se refleja en recorte de empleos.

Venezuela, y en general los regímenes populistas, suben los salarios en forma desproporcionada, lo que provoca una escalada de precios provocando una inflación dañina que al final termina comiéndose el aumento y deteriorándose hacia el futuro su poder adquisitivo. Igual sucede con la política de subsidios. Algo parecido pasó en su momento con el primer gobierno de Alan García en el Perú, para solo poner dos ejemplos

Necesariamente debe haber un equilibrio y en la medida que aumenta la productividad igual deben crecer los ingresos, lo que provoca un crecimiento sostenido. Por ello, en los países desarrollados y responsables como Alemania, por ejemplo, crece la productividad, los salarios y beneficios crecen y la economía se mantiene sana y vigorosa. En otras palabras se crea una riqueza real.

Venezuela, pese a sus inmensos ingresos petroleros, no está creando riqueza que permita ampliar la productividad. Tan solo se limita a gastarse las ganancias, inundando de efectivo la economía que sólo se circunscribe al consumo. Mejora aparentemente el nivel de vida, pero es un paraíso artificial porque no tiene bases económicas fuertes y de ahí la escalada de precios, la escasez de bienes y servicios, la inflación desmedida, la poca productividad y la pobreza que si bien no se ha disparado es por los fuertes subsidios. Si el precio del petróleo cae, el caos llega porque es lo único que sostiene la economía.

Ahí están las consecuencias.