DeNunCianDo - La sociedad de los inmortales

La sociedad de los inmortales
Por: Pablo Correa

Por US$20.000 su cuerpo puede ser criopreservado con la promesa de que algún día la ciencia descubrirá la forma de curarlo, rejuvenecerlo y traerlo de nuevo a la vida.

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Foto: Tomada de http://www.alcor.org/press/mediaphotos.html

En el poblado de Clinton Township, a unas ocho horas de la moderna Detroit, viven 95.923 personas. Eso según las cifras oficiales del censo de 2008. La pregunta, si alguien se pusiera quisquilloso, es si deberían o no contabilizarse los 100 pacientes congelados a -196ºC en los tanques de nitrógeno líquido que alberga el Instituto Cryonics. Después de todo, cada uno de ellos pagó una alta suma de dinero por el derecho a esperar hasta que la ciencia descubra la forma de traerlos de nuevo a la vida.

El teléfono repica un par de veces y al otro lado de la línea contesta un hombre de mediana edad. Es una voz plana, sin gracia, aburrida. Es la voz de Ben Best, el director de Cryonics Institute, heredero directo de la obra que inició Robert Chester Wilson Ettinger, uno de los padres de la criopreservación y quien en los años 60 causó algún revuelo con The Prospect of Inmortality, un libro cuyas páginas devoraron millares de personas ansiosas por descubrir el elíxir de la eterna juventud.

El negocio de la criopreservación parte de una premisa muy sencilla. La enfermedad y la vejez son resultado del daño en órganos, tejidos y células. Si progresa la medicina lo suficiente será posible reparar todos esos daños a nivel molecular y resucitar a cualquier ser humano.

Best es conciso en la explicación del procedimiento. Un paciente se hace miembro del Instituto pagando unos US$1.250. Para tener derecho a la criopreservación debe desembolsar otros US$20.000. Funciona como una cooperativa donde los nuevos socios ayudan a oxigenar las finanzas. En términos estrictamente legales, aunque a los socios no les haga mucha gracia la idea, opera como una funeraria.

Tan pronto fallece el paciente, el equipo del Instituto debe vigilar que el cuerpo sea preservado con hielo mientras llega a las instalaciones de Cryonics. Esto para detener momentáneamente los procesos de necrosis y muerte tisular.

Un segundo paso consiste en extraer los seis a ocho litros de sangre del sistema circulatorio a través de un corte en los grandes vasos sanguíneos del cuello y reemplazarlos por una sustancia que llaman criopreservante. La idea que subyace en todo este procedimiento es eliminar el agua que al congelarse forma peligrosos cristales microscópicos que funcionan como diminutos cuchillos lacerando y destruyendo los tejidos.

Luego viene la delicada tarea de llevar el cuerpo desde la temperatura del hielo seco, que ronda los -80ºC, hasta la temperatura del nitrógeno, -196ºC. Para esto se usa un dispositivo controlado por computador que vigila el descenso gradual. La curva de congelamiento debe completarse a lo largo de 24 horas. Al final el paciente estará listo para entrar a los tanques donde esperará a que la ciencia resuelva definitivamente la ecuación de la vida y la muerte.

"Creo que lo que tienen en común todos nuestros clientes es que son personas que quisieran vivir miles de años", dice Best.

Este negocio, que a veces cobra unos tintes macabros, no ha sido ajeno a la innovación. Cryonics, por ejemplo, ofrece además la posibilidad de criopreservar mascotas. Ya van 68. La mayoría perros. Y también tejidos, con el supuesto de que allí está contenida toda la información genética que se requiere para rehacer un ser humano. Algunas empresas han ido un poco más lejos, rayando en la ciencia ficción, ofrecen criopreservar tan sólo las cabezas.

Defensores y contras
Los defensores de la criopreservación se han acogido a una amplia gama de argumentos para convencer a sus clientes. Su fe ciega en que la ciencia podrá lograr lo que a la vasta mayoría de la comunidad científica en estos momentos considera una completa patraña, es que los científicos suelen equivocarse en sus predicciones. El caso del famoso físico inglés Lord Kelvin siempre sale a relucir. En 1885, ante una pregunta por la posibilidad de que existieran máquinas para volar, respondió tajantemente: "Máquinas más pesadas que el aire y que vuelen son imposibles". Hace dos décadas nadie imaginaba la clonación, dicen.

¿Cómo saber que revivir un organismo es posible? Los defensores de la criopreservación citan los óvulos y los espermatozoides que se congelan y luego se devuelven a la vida en los procesos de fecundación in vitro. Los científicos contraargumentan que hay una diferencia abismal entre congelar una sola célula a la que se le puede extraer el agua para evitar la formación de cristales y un organismo del tamaño del ser humano. Esto sin mencionar que la ingeniería molecular es un capítulo por escribir para la ciencia moderna.

El paciente número 100
El pasado 19 de septiembre, el Instituto Cryonic recibió a su paciente número 100, un verdadero motivo para celebrar. Se trató de un hombre de 84 años, veterano de la Segunda Guerra Mundial. "El conocimiento exacto es la base de la opinión correcta", era una de las frases favoritas del paciente 100, según el perfil que publicó el Instituto sobre su nuevo huésped.

Si algún día la ciencia lo revive, tal vez el viejo de 84 años pueda volver a ver partidos de béisbol, incluso jugarlos si sus músculos, huesos y tendones involucionan a las épocas en que sostenían el pesado equipo de campaña. Quizá tenga ganas de comprarse un terreno para no perder la costumbre de trabajar la tierra que fue su oficio al abandonar la guerra y seguramente seguirá fascinado con la idea de la vida inteligente en otros planetas. Eso, claro, en el caso de que la comunidad científica actual esté equivocada y tengan razón él y sus 99 compañeros que andan de viaje por el frío mundo del nitrógeno líquido.

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