Un abuelo tiene el mejor examen de la U. de A.

Hernán Vanegas | La Universidad de Antioquia compara el número de aspirantes con el mismo semestre de cada año. Por ejemplo, en esta ocasión, frente al mismo semestre de 2009, tuvo un crecimiento de 4.404 aspirantes. El aumento fue más fuerte en las regiones donde se rebajó el precio de la inscripción.

Un abuelo tiene el mejor examen de la U. de A.

SU NOMBRE ES Alejandro Garzón Barbosa, un profesor de Puerto Berrío que a sus 49 años decidió cumplir el sueño de ser ingeniero. Consiguió responder 71 preguntas buenas de las 80 que tiene el cuestionario. Pasó a Ingeniería de Telecomunicaciones semipresencial.

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| Medellín | Publicado el 11 de mayo de 2010




Es porteño, el quinto hijo de doña Alejandrina Barbosa, papá de tres muchachos, abuelo, profesor de 300 estudiantes y el admitido a la Universidad de Antioquia con el mejor puntaje en el examen de admisión.

Es Alejandro Garzón Barbosa, un licenciado que se presentó porque se quería sacar una espina, la que se le clavó cuando se graduó de bachiller y no pudo estudiar una ingeniería.

Con toda la familia instalada en Puerto Berrío, su cuna, no tenía recursos para trasladarse a Medellín y formarse como ingeniero civil. Le tocó presentarse a una carrera a distancia y eligió Licenciatura en Matemáticas y Física, de la U. de A.

Viajaba todos los fines de semana en una época donde el trayecto demoraba ocho horas y gran parte de la carretera era destapada. Fueron varias las veces que tuvo que amanecer en un bus "encunetado" en el barro y las que tuvo que devolverse al pueblo porque ya no alcanzaba a llegar a clases.

La licenciatura, sin embargo, no era del todo una imposición. Desde primer año en la escuela Alfonso López Pumarejo el profesor Gustavo Peñuela le entregó la regla o, como dice, le dio la autoridad. Se la ganó porque cuando llegó ya sabía leer, escribir y sumar.

Tal como hizo con sus ocho hijos, doña Alejandrina Barbosa preparó a Alejandro en los conocimientos básicos un año antes de ir a la escuela. Por eso a los ocho años, edad en que los niños de antes empezaban la primaria, él hacía las veces de maestro de un grupo de compañeros.

Desde entonces la docencia empezó a ser una vocación. Obtuvo el título en 1990 y empezó a dar clases en veredas para luego regresar como docente al Liceo Antonio Nariño, el colegio oficial de Puerto Berrío que le dio el título de bachiller.

Ahí ha hecho toda la vida profesional, de la que podría jubilarse pronto porque está cerca de los 50 años. Seguiría ejerciendo para costearle los estudios y el sostenimiento a Andrés Felipe, su hijo menor que también sueña con ser ingeniero civil.

Por cumplir con esa tarea es que Alejandro no se presentó a la Ingeniería Civil sino a la de Telecomunicaciones, una carrera que la U. de A. ofrece semipresencial, con clases los fines de semana.

La preparación para el examen consistió en revisar tres cuestionarios de admisiones pasadas y fortalecer la competencia lectora. En esa parte de la prueba sacó 33 preguntas buenas de 40 que le hicieron. En razonamiento lógico consiguió 38, también sobre 40.

Su clave, contó, fue concentrarse en responder lo que estaban preguntando. Sus años de profesor le han mostrado que muchos exámenes se pierden porque se dan respuestas que aunque son ciertas, no responden la pregunta.

Por tener ese cuidado utilizó las tres horas que dan para responder el cuestionario. El resultado es un puntaje estandarizado de 91.682.

El segundo mejor resultado, 90.375, lo consiguieron Joan Esteban Herrera Ríos que pasó a Derecho y Johan Muñetón Muñetón, admitido a Ingeniería Industrial.

El primero del semestre pasado, 85.722, lo compartieron dos aspirantes que pasaron a Física y a Derecho.

Se destaca en los resultados del último examen de la U. de A. que de los 33.665 aspirantes, las tres personas con mejor puntaje pertenezcan a colegios oficiales.

Para Alejandro su puntaje es otra enseñanza para sus alumnos del plantel oficial, la Institución Educativa Antonio Nariño como se llama hoy su colegio, que les dice que sí es posible pasar a la U. de A.

A uno de esos muchachos, le dice en broma su hermano Luis Antonio, le estaría quitando un puesto, pero Alejandro le responde serio que no lo cree, que no le quita nada a nadie, que se lo ganó en franca competencia.

Otra cosa, aclaró, sería si pasara y luego se retirara. Pero aseguró que eso no va a suceder. Se siente con toda la energía y la motivación para viajar los sábados y domingos a Medellín para las clases. Le ayudará que el viaje desde Puerto Berrío es hoy de unas cuatro horas.

Con sus ganas Alejandro podrá sacarse la espina: será ingeniero, no civil, pero ingeniero.