DeNunCianDo - El agro está que arde

Por: Libardo Gómez Sánchez, Diario del Huila, Neiva, abril 26 de 2010

Cuando Maclovio y sus bártulos partían acongojados de Villavieja el suelo reverberaba del calor como en un infierno. En eso se convirtió su vida cuando de la prosperidad paso a la bancarrota, los algodonales que florecían en sus tierras ya no podían competir con el Cotton americano que ingresaba libre de aranceles gracias a la apertura económica; ahora se marchaba a Gigante a probar suerte con el café el rey de los cultivos en muchos años en Colombia. Al pasar por los altares una bellísima formación de rocas meteorizadas que dan el aspecto de catedrales góticas, Maclovio se ilusiono con un nuevo y mejor futuro, lejos estaba de imaginarse las dificultades que le ocasionaría el rompimiento del Pacto internacional del Café promovido por los Estados Unidos al finalizar la guerra fría y al tenor de las políticas de libre comercio que nuestros gobernantes acogerían como su credo económico por décadas para desgracia de la economía nacional. Primero llegaron las plagas, la roya y la broca y luego la baja inexorable de los precios acompañados de la indolencia del gobierno que en las épocas de vacas gordas les retuvo gruesas cantidades de dinero y en las flacas los abandono a su suerte. Agobiado por las deudas con los bancos, Maclovio en los noventa no tuvo mas remedio que sumarse a los miles de caficultores que desfilaron por las vías nacionales reclamando la condonación de las deudas para no perder lo único que le quedaba: un pedazo de tierra. Crédulo como la mayoría de los campesinos, probó con el cardamomo porque la Federación aseveró que los árabes lo iban a comprar por toneladas; cuando se cansó de esperar la aparición de los turbantes, sembró pitahaya y frutas tropicales porque la Secretaría de Agricultura y nuevamente el comité de cafeteros aseguraron que era una pendejada seguir con lo tradicional cuando los europeos estaban desesperados por consumir las exóticas frutas de la región y prometieron que las pagarían en dólares; otra vez se quedó viendo un chispero mientras los consultores contratados por esas entidades desaparecían sin que se realizara el milagro anunciado.
Frustrado por tanto engaño decidió sembrar pasto y montar una pequeña lechería para garantizar una entrada diaria, todo marchaba relativamente bien hasta que el jarreador que la recoge le informó que no sabia hasta cuando le podría comprar porque el gobierno sacó un decreto que prohíbe la comercialización de leche en cantina con el argumento de que produce hasta cáncer. Hay la sospecha que se trata de una estrategia para que las multinacionales lecheras se queden con todo el mercado y la gente pobre se obligue a comprar sus aguas blancas en bolsa. Recientemente escuchó que el gobierno negoció con la Unión Europea un acuerdo para facilitar el ingreso de toda la leche en polvo y lactosuero que quieran con lo que se garantiza que no quedará hierba sobre piedra ni ganadero para remedio en Colombia.
Ni Juan Rulfo, un notable escritor mejicano, que describió de manera magistral las vicisitudes de los campesinos de su país en un texto que tituló “El Llano en llamas” se pudo imaginar que existiera un país en donde quienes gobiernan legislan para atropellar sin misericordia a quienes a diario, a brazo partido hacen esfuerzos por producir la comida y la riqueza nacional. Nada ha mejorado, por el contrario las políticas cada vez son más lesivas, así la paciencia de Maclovio y los suyos se agota y terminarán reclamando el justo lugar que merecen por una vida dedicada al trabajo.

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