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A sus 106 años, un hombre aún se dedica a la panadería

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La panadería surte dos puntos de venta y dos supermercados. Las recetas están escritas y también se han transmitido oralmente.

Apolinar Rincón Naranjo, nacido en Salamina, Caldas, el 8 de enero de 1904, aún está activo en el oficio que ha desempeñado desde hace casi 70 años: hacer pan.

Las manos de Apolinar Rincón Naranjo se mueven con destreza sobre la lámina donde amasa panecillos. Los trozos de masa, que toma entre sus dedos, salen convertidos en bolas de un tamaño casi idéntico, listas para hornearse. "¿Quién dijo que usted tiene 106 años?", le dice cariñosamente Alirio Antonio Osorio, uno de sus pupilos.
"Hacer pan es muy fácil. Sólo es cuestión de práctica", sentencia don 'Polo', como lo conocen en el barrio San Jorge, de Manizales.
La fortaleza de Apolinar aún le permite trabajar en la panadería. "El día en que él no madrugue a la fábrica -dice Esperanza, la hija mayor de don 'Polo' y quien tomó las riendas de la panadería desde hace varios años-, será porque se enfermó gravemente o ya no está con nosotros. Mi papá ha ido perdiendo paulatinamente la visión, pero aparte de eso no tiene mayores quebrantos de salud".
Myriam Torres, que trabaja en la panadería de don 'Polo' desde hace 16 años dice que "él es muy querido. Hasta hace unos años nos explicaba más a menudo cómo hacer determinado pan, pero aún nos da instrucciones", comenta.
Apolinar y su esposa, Imelda Burbano,-una caucana con quien tuvo dos hijas, Esperanza y Rocío-, quisieron dejarle a su familia las recetas de los panes con los que comenzaron su negocio. Un panadero las escribió, pero Esperanza no las pudo aplicar porque las cantidades no eran las correctas.
"Mi padre fue quien me dio las fórmulas para hacer el pan", explica.
Los secretos de Apolinar para hacer pan están literalmente en las manos de los hijos de Esperanza. Luis Carlos, de 19 años, el menor de ellos, trabaja en la panadería junto a su abuelo.
Cuando le preguntan a Apolinar si el secreto de la longevidad es comer pan, él responde con un 'no' tajante.
"De niño, en Salamina, más bien comí mucha cebolla larga cruda; ese debe ser el secreto", dice.