Régimen castrista vive de sus nuevos esclavos: Médico cubano

El jueves 31 de diciembre el médico cubano Alvin Mena intentaba abordar si éxito un avión con rumbo a Miami, luego de que un funcionario de la inmigración venezolana decidiera gritar a voz en cuello que su actitud de abandonar el país al que había venido a prestar sus servicios médicos bien podía ser considerada como traición a la patria.

“Yo me fui libremente y no le debo nada al país” –le respondió Mena-, quien también hizo referencia a los problemas que había tenido en Cuba con su vivienda, la cual le fue expropiada de manera inmediata una vez se conoció su determinación de apartarse del régimen castrista. El funcionario hizo caso omiso a las explicaciones del médico y acto seguido procedió a llamar a otras autoridades con el fin de impedir que pudiera abandonar territorio venezolano.

Mena tenía un pasaje para viajar en un vuelo comercial de una aerolínea estadounidense, su pasaporte cubano y un visado norteamericano que lo autorizaba a ingresar a ese país una vez que su caso fuera sometido a consideración de las autoridades de inmigración del estado de la Florida.

Eran las 6: 30 de la mañana, y el joven doctor y especialista en nefrología esperaba terminar sus vínculos con la isla, así como sus servicios profesionales a órdenes de un régimen que lo envió a territorio venezolano, país en el que debió trabajar en medio de un inesperado hacinamiento, difíciles condiciones sanitarias y permanente supervisión por parte de sus superiores.

“Éramos 160 hombres compartiendo un espacio en el que apenas si cabían 80 literas y dos baños (…) Esto era impensable en un país tan rico y del que sólo nos habían hablado bellezas”, manifiesta Mena quien no duda en afirmar que hacía parte de los “nuevos esclavos” del siglo XXI.

Cuando se sale de Cuba

No obstante, la determinación de huir había sido tomada por Mena incluso antes de haber sido seleccionado gracias a su excelente desempeño académico para viajar a Venezuela, donde pensaba trabajar por algún tiempo, al igual que los cerca de 46 mil especialistas cubanos entre médicos, enfermeros y técnicos que en la actualidad hay en Venezuela.

El plan de Mena era ahorrar algún dinero que le permitiera moverse durante los primeros días luego de su llegada a territorio estadounidense, a donde migró para buscar mejor suerte.

“La principal motivación para irse es mejorar económicamente porque el profesional médico en Cuba es bueno y competente, pero no tiene las condiciones básicas que debe tener”, manifiesta el galeno, quien recibía un equivalente a 12 dólares al mes como sueldo por su trabajo no obstante a sus estudios de maestría y otras especializaciones.

“Como tuve alto rendimiento me llegó la resolución 146 de realizar medicina comunitaria y adelantar mis estudios de nefrología, aunque al segundo mes me dijeron: recoge que te vas para Venezuela”, explica al tiempo que afirma que unos 5.000 ó 6.000 de sus colegas tendrían la intención de seguir sus mismos pasos, si bien la mayoría decide regresar por miedo o por la necesidad de volver a reunirse con sus parientes.

“Hace dos o tres años tuve varias amistades que se fueron por Venezuela para Miami en condiciones mucho mejores porque no había tantas restricciones”, declara para advertir que el presidente venezolano Hugo Chávez ha dado la orden de extremar las medidas de seguridad con el fin de evitar más fugas.

“Cuando llegamos a Venezuela se nos exige comprar un celular con el fin de tenernos monitoreados todo el tiempo”, añade. “A mí me regalaron un celular mis familiares y cuando el coordinador lo supo montó en cólera; me exigió darle el número y me llamaba a toda hora”, explicó Mena a Terra Colombia.

Élite y socialismo

De acuerdo con su testimonio, Mena aguantó durante cerca de un año el tener que trabajar en una región apartada en la que no había agua, ubicada en estado de Yaracui. Además, desde el mismo instante en que descendió del vehículo comenzó a recibir un trato denigrante que, según afirma, es el común denominador para la mayoría de los médicos que integran la delegación cubana en el vecino país.

“Antes de llegar a Caracas se nos dijo que teníamos que comprar sábanas, jabones, desodorantes, mosquiteros y repelentes para protegernos del dengue (…) No sabíamos a dónde iríamos porque en Caracas se queda una élite de médicos que son hijos de funcionarios e hijos de ministros”, relata visiblemente desilusionado y molesto con la política socialista que hace carrera en la isla.

Había llegado el 17 de noviembre de 2009 y sólo bastó un mes para que terminara por hartarse de los “inventos (mentiras) y malos tratos” a que era sometido por parte de los coordinadores, con el fin de presentar a los medios de comunicación una realidad muy diferente a lo que verdaderamente ocurre.

Mena no tenía acceso al gas para poder cocinar y debió permanecer por cerca de 21 días sin agua potable, aparte de tener que soportar prolongados apagones que se convirtieron en pan de todos los días. Además el sueldo que recibía ahora, pese a que era considerablemente mejor del que recibía en la isla, no tenía comparación con el que recibía cualquiera de sus colegas venezolanos.

“Un médico venezolano nativo gana entre 1.000 y 1.500 dólares, mientras que un cubano solo recibe unos 200 dólares ó 50 dólares mensuales (…) La principal motivación es reunir mucho dinero para que, al regresar a Cuba, por lo menos podamos tener ropa y las condiciones básicas para sobrevivir”, explica para retomar el hilo de su situación en Venezuela.

La huída

“El ventilador no servía, las ventanas estaban rotas y era un desastre (….) Un día me llamó el coordinador para que limpiara el consultorio, a lo que no supe qué hacer porque no había agua. Tú no viniste aquí a quejarte -le dijo-, busca el agua de donde sea”. Y esa fue la gota que rebozó la copa.

“No quiero ser parte de esta patraña, y voy a huir aunque va a ser muy doloroso no volver a ver a mis padres ni a mi hermana. Quiero ser libre”, se dijo luego de haber tomado la trascendental determinación.

Una vez se encontró en territorio venezolano, Mena logró hacer contacto a través de internet con las organizaciones Barrio Afuera y Médicos sin Fronteras, las cuales comenzaron a prestarle asesoría para que pudiera abandonar la misión y viajara a Estados Unidos “en busca de prosperidad”.

Esa noche Mena decidió dejarlo todo. Dejó de contestar su celular y comenzó a gestionar una visa que le permitiera inmigrar hacia territorio estadounidense.

Puesto que la salida estaba restringida hasta las 6:00 de la tarde, aprovechó un descuido de la Guardia y se dirigió a la ciudad de Barquisimeto gracias a un hacendado que se ofreció a llevarlo para que pudiera abandonar la misión.

Hasta el pasado 31 de diciembre Mena había contado con suerte, pues de acuerdo con su relato la expedición del tipo de visa que había solicitado podía tardar hasta 10 meses; no obstante, en diciembre ya tenía sus papeles en regla y sólo faltaba comprar el tiquete, diligencia que se demoró unos días por la temporada alta, aunque terminó con un primer fallido intento de hacer su sueño realidad.

“En Maiquetía me rompieron el pasaporte y la visa me la hicieron trizas, al tiempo que se me exigía delatar a otros desertores y como no accedí casi me detienen (…) Yo pensaba, si me mandan para Cuba, busco la forma de irme”.

"Socialismo corrupto"

Entre dimes y diretes, Mena decidió jugarse el todo por el todo y logró convencer a otro funcionario de que lo sacara del aeropuerto tras pagarle 300 dólares, pues el agente de la Aduana le había sacado una foto, lo podían estar buscando y a lo mejor lograban deportarlo a Cuba.

Una vez en Colombia, Mena logró regularizar su situación y hacer que le transfirieran la visa; tomó un carro hasta Lara y paso por la frontera sin ser visto por la Guardia Nacional cuatro días más tarde, trabó amistad con un judío que le ofreció posada y le ayudó a realizar todas las diligencias para poder viajar a cumplir el “sueño americano”.

Llegó a Bogotá el 6 de enero y dos días más tarde ya tenía la nueva visa estadounidense con la que decidió irse el pasado fin de semana, huyendo de lo que no duda en calificar como un “socialismo corrupto” en el que los hijos de los ministros tienen carros y cuentas en Europa, mientras que los hijos de los obreros no pueden ir a un hotel o salir del país.


Osea que en Venezuela no es todo como lo pintan????? pero como asi si acá en Colombia hay muchos que se quejan y dicen que en Venezuela se vive mejor.......