Cinco claves que alejan a la Colombia de Petro del Venezuela de Chávez

La tarea es devolverlo a la oposición en 2026.

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Cinco claves que alejan a la Colombia de Petro del Venezuela de Chávez Por Juanita León y Daniel Pacheco Hace 21 horas Desde que Gustavo Petro comenzó a agitar la bandera de la constituyente, las alertas de que el país va por la senda de Venezuela abundan en los programas mañaneros de radio y en las conversaciones familiares. Ayer no fue la excepción. A raíz de la entrevista que dio el presidente a José Manuel Acevedo, director Noticias RCN, la comparaciones con el chavismo volvieron a la discusión pública. Petro volvió a hablar del “poder constituyente” del pueblo y sugirió que podía convocar una asamblea constituyente por decreto, sin pasar por el Congreso. Aunque Petro pareciera imitar varias decisiones de Hugo Chávez –al venezolano también le parecía un mero “legalismo” que la Constitución de su país no contemplara ni permitiera una constituyente y ambos promueven la polarización como estrategia de gobierno– las diferencias entre Colombia y Venezuela son protuberantes, como ha argumentado La Silla Vacía hace varios años. Estas son cinco de ellas: 1. Petro tiene un mandato radicalmente diferente al de Hugo Chávez Gustavo Petro es un presidente populista como lo fue Hugo Chávez. Pero el mandato con el que cada uno llegó a la Presidencia es radicalmente diferente. “En una campaña antipartidos, antipolítica, antiestablecimiento, el ‘candidato que defiende al pueblo’ quería refundar la patria o, en otras palabras, hacer una revolución sin balas. La mayoría aceptó su propuesta de libertador nacionalista reencacuchado para el siglo XXI y Chávez ganó la presidencia con el 56 % de los votos”, dice la periodista Catalina Lobo-guerrero, autora de uno de los mejores libros sobre el chavismo, Los restos de la revolución. Chávez fue elegido cuando la inflación estaba disparada, la pobreza superaba el 60 por ciento y la represión de las protestas sociales había dejado 277 muertos según cifras oficiales. Cuando Chávez juró sobre la “moribunda Constitución” el día de su posesión, el pueblo lo aplaudió. Chávez prometió la revolución vía una asamblea constituyente y los venezolanos votaron por ella en las urnas. En cambio, Gustavo Petro ganó en segunda vuelta con tan solo el 50 por ciento de los votos, contra un rival que hizo todo por no ganar, e impulsado por una coalición variopinta de centro-izquierda que lo apoyó precisamente porque consideraban que era el camino más “institucional” para el país. Petro escribió sobre mármol y notarió su promesa de respetar la Constitución. Su mandato era el cambio, pero no el revolucionario. Y la muestra es que Petro nunca ha tenido la popularidad que tuvo Chávez, pero desde que explotó la coalición de centro izquierda y radicalizó su discurso ha perdido apoyo. El mandato popular de Chávez fue refrendado en cada una de las múltiples elecciones que convocó. Las ideas de Petro fueron derrotadas poco después del primer año de su mandato, en las elecciones regionales de 2023. Así, sin un mandato popular fuerte, la senda revolucionaria no tiene muchas posibilidades. 2. Petro tiene unos contrapesos institucionales que Chávez jamás tuvo Colombia está lejos de seguir el camino de Venezuela porque aquí el presidente tiene unos contrapesos institucionales que no existían en el vecino país. “Chávez retaba y medía a las autoridades principales con un discurso igual de beligerante y revanchista al utilizado durante la campaña electoral, porque tenía un 80 % de favorabilidad en las encuestas. ¿Quién lo iba a frenar? ¿Quién sería el antipatriota de la historia? Nadie impidió que la V República (como también se llamaba el partido del presidente) le pasara por encima a la IV República: la de la democracia representativa liberal, la separación de poderes y el Estado de Derecho”, dice Lobo-guerrero en el capítulo “Yo soy Chávez: una historia de amor populista” de libro “Populismos, una ola autoritaria amenaza América Latina”. La periodista cuenta en este capítulo cómo un fallo de la Corte Suprema venezolana validó a la Asamblea Constituyente como un “poder supraconstitucional”. “Para la mayoría de los venezolanos, la purga de los jueces corruptos y el cierre de un Congreso de politiqueros eran un avance, en vez de un retroceso democrático”, explica Lobo-guerrero. “En su primer año y medio de gobierno –aunque, más que gobernar, Chávez había estado “de campaña en campaña, de victoria en victoria”– se había roto el equilibrio de poderes y el oficialismo se había hecho más fuerte”. Con el mismo tiempo que lleva Petro en el gobierno, Chávez ya había sido reelegido con el 59 por ciento de los votos por un período de seis años, el chavismo controlaba dos tercios del Congreso y había ganado la mayoría de gobernaciones y alcaldías. Un contexto diferente al colombiano, en el que la justicia ha demostrado nuevamente ser independiente del ejecutivo y en el que el Congreso –por más mermelada recibida— ha defendido su propia visión de las reformas que le ha presentado Petro. Algunos comentaristas de radio afirmaron ayer que esto sería así hasta el próximo año cuando habrán cambiado otros cuatro magistrados de la Corte Constitucional. Sin embargo, de estos el presidente sólo tiene derecho a ternar al reemplazo de Cristina Pardo el próximo año, con lo cual quedará con dos de nueve magistrados de su cuerda. Su exsecretario jurídico, Vladimir Fernández, es el otro. Otros dos magistrados serán ternados por la Corte Suprema de Justicia y uno más por el Consejo de Estado, que ya le ha puesto varias cortapisas a abusos de poder de Petro. Y todos serán elegidos por el Senado, la cámara del Congreso donde el gobierno tiene más resistencia. 3. La economía de Colombia no la controla el Estado como a la venezolana En 1999, cuando Chávez ganó el referendo para reformar la Constitución, las rentas petroleras fueron bajas, y aun así representaron el 12,8% por ciento del PIB. Ese año, en Colombia, fueron el 3,9%. Este dato, del Banco Mundial, calcula la diferencia entre el costo de extracción y el precio al que lo vende cada país. En el caso de Venezuela ha tocado puntos altos del 28% desde que llegó el chavismo. En Colombia nunca ha superado el 7% del PIB, en la época del boom de 2011. Aun siendo Ecopetrol la empresa más grande de Colombia, con el gobierno como socio mayoritario, la influencia del Estado en la economía colombiana es mucho menor. En su auge petrolero, el 96% de las exportaciones de Venezuela eran petróleo y derivados. En Colombia, en 2023, fueron del 40%. Después de la Constitución colombiana de 1991, el rol de los privados creció en importancia en sectores estratégicos de la economía colombiana, un tema clave en el debate constituyente que propone Petro ahora. Como punto de partida, el intento por cambiar las reglas de juego de este gobierno arranca con fondos privados de pensiones que manejan casi $450 billones de pesos, de 20 millones de afiliados. Las EPS reciben transferencias anuales de casi $50 billones, y la mitad está bajo control del gobierno a través de la Superintendencia luego de la seguidilla de intervenciones. Más allá de que haya maneras de que el gobierno maneje parte de esos fondos, vía medidas administrativas como en el caso de la salud, no tiene la capacidad para asumir las funciones de esos privados en el corto plazo sin generar grandes crisis en la prestación de servicios. Eso es cierto en otros sectores como el energético. Por otro lado, el sector privado en Colombia también es más poderoso. Según el Consejo Gremial, los 32 gremios asociados a esa asociación, los más grandes del país, concentran un 88% del PIB, y más del 80% del empleo formal. El peso del sector público como empleador es mucho más bajo en Colombia, con relación a Venezuela. Según cifras de la OIT, el empleo público en nuestro país es del 4,2% (2022), mientras que en Venezuela es de 24% (2020). La diferencia entre ambos países no solo apunta a que el presidente Petro tiene un poder económico mucho menor que el que tenía Chávez en 1999. También apunta a que el sector privado tiene un poder de oposición mucho mayor en Colombia. 4. Chávez era un populista con el pueblo de su lado La popularidad de Chávez no bajó del 50%. Casi una década después de muerto seguía siendo el candidato más popular de la política venezolana. La popularidad de Petro, según el ponderador de encuestas de La Silla Vacía, entró en números rojos antes de terminar su primer año, en abril del 2023. Desde entonces se ha deteriorado progresivamente. En la última ponderación, de marzo de 2024, la opinión favorable de su gestión estaba en 38% positivo, contra 55% negativo. Ni siquiera en la encuesta contratada por la Presidencia aparece Petro con una evaluación de su gestión que tenga una favorabilidad neta. Comparado a sus dos antecesores, Iván Duque y Juan Manuel Santos, los números de Petro no son tan malos, como muestra la serie retrospectiva de la Invamer Poll. Sin embargo, aun si el gobierno lograra sortear los obstáculos de convocar a una Constituyente sin pasar por el Congreso, y logra llevar el proyecto a las urnas en la forma de un referendo, sus chances hoy no son buenos. En la última encuesta de Ecoanalítica y Guarumo, publicada por la revista Semana, solo el 17% está de acuerdo con una constituyente y 62% la rechaza. Más allá de la opinión pública, otro factor clave en la popularidad de Chávez fue su capacidad de movilizar a la sociedad. Durante años, las marchas multitudinarias del gobierno, se convirtieron en un mecanismo para contrarrestar las de la oposición. En cambio, la capacidad del gobierno Petro de sacar a la gente viene en descenso. La respuesta en la reciente marcha del 9 de abril fue modesta. La movilización popular de Petro por ahora ha dependido de los sindicatos, sobre todo el de los maestros, y de los indígenas. Y la oposición de derecha ha logrado convocatorias mayores, sin la maquinaria del gobierno. 5. El establecimiento de Colombia es diferente al venezolano El futuro de un país no depende solo del ímpetu autoritario del presidente, sino también de la reacción de la oposición y del establecimiento. Por ahora, el establecimiento colombiano ha oscilado entre “hacerse pasito” con Petro, forjar alianzas o marcar la raya con demandas, encuestas o marchas pero dejando avenidas de negociación abiertas. En Venezuela, la reacción del establecimiento a las reformas planteadas por Chávez fue antidemocrática. Pasó muy rápido de organizar marchas de padres de familia contra la reforma curricular en los colegios con el eslogan de “Con mis hijos no te metas”, a protestas multitudinarias contra la toma de Pdvsa, a darle un golpe a Chávez y poner a un líder gremial que en sus primeros días anunció la disolución de todos los demás poderes. El establecimiento terminó siendo más autoritario que Chávez y la gente terminó quedándose del lado de su comandante. Lejos de imágenes como las de los cacaos en Colombia haciendo alianzas con Petro para invertir en proyectos en la periferia del país, los grandes empresarios venezolanos sacaron toda su plata provocando una masiva fuga de capitales. Y muchos medios pasaron de estar enamorados de la gran historia periodística que era Chávez a actuar cada vez más como opositores políticos.

Fuente: La Silla Vacía