Armando Benedetti: “Nos hundimos todos, nos vamos presos”

"Nadie es eterno en el mundo", por fortuna. En la primera década de este siglo, ¿alguien pensaba que Uribe iba a desteñirse al punto de convertirse en una triste sombra que ni quita ni pone nada en la política nacional? Mejor aún ¿alguien imaginaba que algún día estaría sentado ante un juez como imputado? Uribe ha sido el político más popular de este siglo. Millones lo adoraban, Y véanlo ahora. Apenas un remedo de sí mismo.

Con Petro va a pasar igual. Estamos en una época de transición política. Como todo paso de una época a otra, las turbulencias marcan el paso. Los viejos poderes se resisten a ser arrinconados y los nuevos quieren arrasar con todo lo que existe para inventarse una sociedad a imagen y semejanza de su ideología.

Lo cierto es que el país del siglo XIX, el de los grandes hacendados, la exclusión, el atraso, la inequidad, está muriendo y se abre paso el país de las oportunidades para todos no sólo en lo económico o en lo político, también en lo social, en lo sexual, en lo cultural. Por supuesto, que seguirá dividido en clases sociales, pero habrá una gran clase media que se convertirá en la mayoritaria como en los países avanzados.

Petro, como Uribe, los grandes populistas de este siglo, cumplen su papel. El uno defendió el statu quo a rajatabla; el otro, quiere al futuro ya. Ni el pasado se puede borrar de un plumazo ni el futuro se puede imponer sin haberse preparado para ello.

Las multitudes de Petro, como las de Uribe, pronto se desvanecerán. No hay nada más voluble que la masa. El desencanto cunde porque es imposible darle lo que quiere a todo el mundo como tampoco hacerlo en cuatro años. Petro ya se está diluyendo. Más pronto de lo que se pensaba. No va a dominar dos décadas como Uribe. Al finalizar su mandato se va a ir por la puerta de atrás.

Después de él, quizás lleguen herederos populistas pero del rango de sargentos. Apenas los últimos estertores de la vieja era. En las próximas décadas comenzará la era de los estadistas, los que sepan interpretar el nuevo mundo que se avecina, completamente diferente al que conocemos. Y a Petro como a Uribe se les recordará como los últimos dinosaurios. Importantes en su momento, sí, porque transitaron el desierto para llegar al nuevo país.

¿Su condena? Como el Moisés bíblico, apenas podrán vislumbrarlo, pero no lo gozarán o padecerán, según el caso.