Gustavo Petro y Rodolfo Hernández definirán la Presidencia en segunda vuelta

Varias cosas:

Como todo en la vida, los políticos también se acaban. A Uribe le tocó el turno. Pasó a ser un líder vergonzante a quien las urnas electorales lo redujeron a su mínima expresión. Para ayudar debía esconderse. No le funcionó. Los votantes vieron a Fico como su nuevo mandadero y nunca lo apoyaron. El resultado, la debacle.

Otra consecuencia es la derrota de todos los partidos tradicionales. Sus maquinarias no funcionaron. La corrupción les pasó factura y la gente les dio la espalda. No van a desaparecer, pero ya no mandan en la política como antes. Aún tienen capacidad de juego, pero cada vez es menos su influencia.

La izquierda se consolidó. Gracias a un gobierno mediocre, a las tensiones sociales y al desaparecimiento de las Farc, caballito de batalla que le funcionó a la extrema derecha para reelegirse, la izquierda es el nuevo poder. Los próximos veinte años mandará la agenda política.

El populismo está haciendo de las suyas. No sólo por Petro, el culebrero mayor, sino por la aparición de un outsider, el Trump criollo. Con un discurso básico en unas elecciones emocionales donde la mayoría está cansada de los políticos, se ganó seis millones de votantes.

Entramos a un agujero negro. Colombia escoge entre un culebrero y un irresponsable. Ambos populistas, ambos desastrosos.

No estoy hablando de mayoría sino de consolidación, de alternativa de poder. La del pacto Histórico fue la bancada más votada en el senado, algo inédito que ya se veía venir desde las elecciones pasadas. Los verdes también crecieron y sólo la maquinaria tradicional impidió que se tomaran el congreso, pero hoy, derrotadas las maquinarias y dependiendo del nuevo gobierno, el siguiente paso es tomarse el parlamento con lo que el poder político será completo.

Rodolfo Hernández no es derecha, izquierda o centro. Es un outsider al que le importan un comino las ideologías. Llegará al poder sin deberle nada a nadie y podrá hacer lo que le venga en gana. Votará por él la derecha pero no gobernará con ella, mientras la izquierda cohesionada se tomará en 2026 todo el poder.

Respecto al número de votantes. El 45% de los abstencionistas les importa un comino derecha o izquierda. Su realidad es otra. No apoyan a nadie. Viven su propia vida. No se puede contar con ellos para nada. Lo que hay que considerar es a los que votan y el 40% votó por Petro y el 28% por Hernández. Es decir, las dos terceras partes del país electoral mandaron al carajo a los partidos tradicionales. Que ahora se quieran subir al tren de Hernández da risa. Son mendigos que nada van a recibir porque Hernández no les debe nada.

De acuerdo, no necesariamente. Dijéramos que son centro inclinados más a la izquierda que a la derecha.