Los populistas de cualquier ideología son así. Se presentan como los salvadores de sus países, tanto que después de ellos, no queda otra cosa que la hecatombe. Putin, desde la orilla derecha, rompe todos los récords. Ahora se presenta como el mesías del mundo con una vacuna hecha a los tijeretazos, con tal de llegar primero. Y para colmo, ahora busca a su par, Bolsonaro, para que la produzca en este lado del mundo y adivinen quién le va a servir de conejillo de indias. Por supuesto, Maduro, el idiota útil del otro extremo, quien recibirá dosis masivas a cambio de continuar hipotecando sus reservas naturales de metales preciosos. Confiemos en que tenga alguna eficacia mientras salen al mercado las tres más prometedoras, encabezadas por la que asesora la Universidad de Oxford.