Hay que destacar, como ya se ha dicho, que la decisión de Santos de reconocer a Palestina como Estado fue consultada con el gobierno entrante. Si Duque hubiera tenido alghùn reparo seguramente se habría opuesto y si esto no era suficiente, podría haber recurrido a filtrar la noticia a los medios provocando el escándalo consiguiente, frenando el reconocimiento.

El que calla otorga, dice el viejo dicho y así procedió Duque, dando a conocer el 8 de agosto como presidente lo que ya sabía de antemano, desatándose la controversia, pero ante un hecho cumplido, muy difícil de anular en el marco del derecho internacional.

Visto en perspectiva, la movida política fue sagaz y acertada para capotear a Israel y convertirse Colombia en el país 140 en hacer un reconocimiento obvio: Santos cargaba con el pecado y Duque se quedaba con el género alegando un hecho cumplido, cumpliéndose el objetivo fundamental que no se había hecho antes por el temor de echarse encima al poderoso Israel.

Hoy. Palestina sube de estatus en Colombia y de tener una misión diplomática, más simbólica que práctica, ahora sus relaciones con el Estado colombiano serán a nivel de embajada. Aplausos por la jugada política de los dos gobernantes.