Varias cosas:

El proceso de paz terminó un conflicto armado con las Farc, éstas se desmovilizaron en un 90% y los índices de violencia disminuyeron de manera importante.

Terminar una guerra no significa la llegada de la paz porque aquella deja profundas heridas en el tejido social, difíciles de sanar en el corto tiempo.

El conflicto armado con las Farc no es la única causa de la violencia en Colombia. La existencia de otros actores armados (disidencias, neoparamilitares, narcotraficantes, contrabandistas, mineros ilegales, etc.) impiden que la violencia como tal desaparezca.

La paz no es una meta ideal donde sólo hay ríos de leche y miel y todos viviremos como en el cielo cristiano. La paz es un camino que se construye a diario, paso a paso, y que dura toda la existencia de una sociedad.

Siempre habrá motivos de *******ia, hechos violentos que traten de resolver las diferencias y lo ideal es que se llegue en algún momento a convertirlos en residuales.

Dejarnos de matar es un primer paso importante para disminuir la violencia, cambiando la confrontación armada por la discusión vigorosa pero respetuosa de las ideas.

El lamentable hecho del asesinato de los periodistas ecuatorianos es uno de los muchos tropiezos que se producirán en la construcción de la paz en Colombia, pero la solución no es destruir lo que se ha ganado sino castigar a los responsables y seguir adelante en busca de la concordia social.

La paz negociada y pactada es entre el Estado colombiano y las Farc y no entre el Estado colombiano y todos los violentos. Esta paz específica ha dado buenos resultados pues la mayoría de los miembros de esta organización criminal se desmovilizaron, dejaron de generar hechos de violencia y como consecuencia, dicha violencia se redujo al mínimo.

Esta paz es estable y duradera (la del Estado colombiano y las Farc) porque las Farc como tal se disolvieron, entregaron una suma similar de armas a las de sus combatientes desmovilizados y hoy están participando en política. La mayoría de sus frentes, organizados y estructurados durante más de medio siglo, fueron disueltos y, por tanto, es casi imposible que vuelvan a resurgir. Por eso la paz entre el Estado y las Farc es estable y duradera.

Vivir como la realeza es una mentira monumental. No viven en palacetes, no tienen jets privados, no son miembros de clubes sociales, no derrochan dinero a manos llenas. Sus líderes viven con alguna comodidad y los demás combatientes malviven en las zonas veredales donde se concentraron.

Las parcelas que se les van a dar (es apenas un proyecto) tiene la intención de que se transformen en proyectos productivos, así como la mensualidad que se les da a cada uno de los excombatientes apenas sobrepasa un salario mínimo y garantiza condiciones de supervivencia mientras se incorporan a la sociedad

En cuanto a las curules, es una prebenda simbólica, pues su escaso número (menos del 5%) no les garantiza poder alguno. Apenas una presencia minoritaria que ni quita ni pone nada a la hora de promulgar leyes, mientras que la sanción social (la gran mayoría de colombianos los rechazan) los convierte en un grupúsculo marginal tan solitario como estaba en la selva.

Ganaron el ingresar a la vida civil y si se atreven a volver a delinquir, les esperan largos años de cárcel, como claramente se ve con Santrich, aparte de que la implementación de los acuerdos está empantanada y va a ser muy difícil llevarla a cabo. En otras palabras, el Estado les puso conejo y ni siquiera eso ganaron.