Para reflexionar.

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Gracias a la polarización Por HÉCTOR RIVEROS · 07 DE ABRIL DE 2018 Miles de personas se peleaban un asiento en el coliseo de la Universidad del Norte de Barranquilla como si estuviese programado un concierto de rock y no un debate de candidatos presidenciales. En muchas tiendas de la ciudad los televisores estaban encendidos en Telecaribe y la tertulia tradicional era alrededor del debate. Los videos que registran los momentos más candentes de la discusión han alcanzado millones de vistas y el #debatecaribe lleva tres días de tendencia en Twitter. Tres de las cinco noticias más leídas en la página web del periódico El Tiempo al día siguiente del debate estaban relacionadas con ese evento cuando lo usual es que a ese lugar lleguen noticias de farándula, deportes o sexo. Ya Teleantioquia había logrado dos días antes un rating cinco veces superior a su promedio mientras transmitía otro debate entre presidenciables. Si uno sigue las redes sociales podrá verificar que ayer había decenas de actividades políticas algunas multitudinarias. Petro estaba en Mompox y terminó en Montería con las plazas llenas. Duque reunió varios miles de personas en el barrio Las Gaviotas de Cartagena. La coalición de Fajardo conformó simultáneamente comités en más de cien universidades. De la Calle contestó preguntas a estudiantes de la Universidad Autónoma de Bucaramanga en un auditorio al que no le cabía una persona más. A Vargas Lleras le organizaron un par de concentraciones en Manizales con miles de asistentes. El teatro de la Universidad Central de Bogotá que es uno de los más grandes de la ciudad estuvo lleno cuando se realizó el debate entre candidatos a la vicepresidencia. La Registraduría informó que se habían batido todos los records de inscripción de cédulas, que es un proceso que solo tienen que hacer los mayores que hace rato no votan o los que quieren cambiar su lugar de votación y se prevé que, como solo ha ocurrido en cuatro ocasiones en la historia, más del 50% de las personas habilitadas para votar lo hagan. Se esperan entonces más de 18 millones de votos el próximo 27 de mayo, todo gracias a la polarización. Colombia parece haber superado la cultura heredada del Frente Nacional, aunque todavía hay muchos que se quejan de que la gente se “pelee” por política. Claro que por lo que la gente controvierte es por la política, es ahí donde se contraponen las distintas visiones de la sociedad y afortunadamente ahí no nos ponemos de acuerdo. Esas frases de “todos unidos” son slogans de campaña que niegan la esencia de la política. Otra cosa -no debería ser necesario decirlo pero estamos en Colombia- es afrontar esas diferencias mediante el uso de la violencia, pero la controversia entre más aguda mejor porque mejor sirve para contrastar las diferencias. La ciudadanía en Colombia parece haber descubierto que no es lo mismo elegir a uno que elegir a otro, que representan códigos de valores distintos e intereses distintos. Hay espacio para la discusión. Muchas personas participan en un debate que parece técnico como el de si debe haber una sola Corte o si se mantienen las que hay. Esas personas, que no necesariamente son abogados, están más informadas de los pros y contras de uno u otro modelo. Hay una ciudadanía más activa y eso no puede ser sino una buena noticia. Que, en esos famosos chats grupales, pensados para intercambiar informaciones personales que se comparten con la familia o con los amigos del colegio, todos terminen cansados de recibir videos y memes de contenido político y que esos mensajes sean objeto de controversia e incluso de decisiones de salirse del chat es una gran noticia. Después de décadas de desinterés por la política, de apatía por los temas públicos, ahora la mayoría de nosotros estamos metidos en la controversia. Ahora se habla de derecha, de izquierda, de centro como si fueran términos suficientemente conocidos y cada uno ha hecho como el ejercicio de ver en qué lugar está. Eso jamás ocurría. A diferencia de muchos otros países los colombianos no sentíamos que fuese necesario tener una posición política. Todavía quedan muchos rezagos claro porque fueron décadas en las que la política estaba prácticamente proscrita. En todos los países las organizaciones gremiales o sindicales, por ejemplo, están absolutamente alineadas con una tendencia política, en Colombia les está prohibido a sus directivos participar en política. Los medios de comunicación, como casi no ocurre en ninguna otra parte, tratan de que su línea editorial no esté asociada con una postura política. En los partidos ahora se discute, como en un país de locos, si se puede excluir de la organización a una persona que no comparte los principios que pregonan. Es más, los partidos empiezan a pensar si es que representan unos principios, porque el nivel de “neutralidad” se había propagado como las aguamalas hasta en los partidos políticos, que se llaman así porque parten a las sociedades y no porque las unen. La polarización va a permitir que el voto del próximo 27 de mayo sea más consciente. Sea para evitar que gane el que representa lo que uno no quiere, sea para que gane el que uno quiere, sea para evitar que los extremos de pensamiento no gobiernen, sea para lo que sea, el voto será más reflexivo, aunque eso parezca contradictorio en la época de la posverdad. El voto no se definirá por quién es el más simpático. Así elegimos a Andrés Pastrana y en Bogotá a Samuel Moreno y mire cómo nos fue.

Fuente: La Silla Vacía