ELN se atribuye autoría del atentado en Barranquilla

No creía al ELN tan estúpido. El camino de la paz no se construye de la mano de la guerra. El ELN no puede querer incorporarse a la sociedad, asesinando policías inermes. Eso es una infame cobardía. Las Farc obraron diferente. Aunque al comienzo se dialogó en medio de la guerra, luego acordaron un cese al fuego unilateral y voluntario que prorrogaron varias veces mientras avanzaban los diálogos hasta llegar al cese bilateral que culminaría con el desarme y la desmovilización.

El ELN quiere la paz extorsionando a la sociedad y al Estado con sus actos violentos para avanzar en la mesa de negociaciones a cambio de cesar sus criminales acciones. Ilusos, hoy el palo no está para hacer cucharas, pues lo único que consiguen es el rechazo unánime de todos los colombianos. Infortunadamente, por las víctimas que causará este fósil guerrillero, si quieren guerra, guerra tendrán.

Con el sol a las espaldas, el gobierno de Santos debe suspender indefinidamente las conversaciones y dejar en manos del próximo gobierno lo que crea pertinente. A cambio debe desplegar todo el poder armado del Estado para acorralarlos y ponerlos a buen recaudo en la cárcel o el cementerio.

Varias cosas:

La guerra que se terminó fue con las Farc, el grupo guerrillero más grande y mejor armado del país. Su desmovilización hizo que bajaran dramáticamente los índices de violencia.

La guerra con el ELN, salvo el paréntesis del cese bilateral de fuego que se acordó en meses pasados, ha continuado. Se esperaba que no se reanudara, pero por lo visto hay que seguir las acciones armadas.

La apertura al socialismo no se ha dado ni se dará al menos en el mediano plazo, pues no creo que Vargas Lleras sea un comunista disfrazado que en su gobierno instale el castro-chavismo en el país.

Las curules y las penas alternativas fueron la zanahoria que permitió desmovilizar y desarmar a las Farc. Lo que no pudieron hacer las armas lo consiguió la política y hoy son un grupúsculo partidista en busca de votos.

La paz no es una meta sino un camino que las sociedades construyen paso a paso y en forma indefinida, buscando la convivencia entre todos sus habitantes, con sus naturales avances y retrocesos.

Terminar un conflicto armado es sólo dar un paso en la construcción de la paz. A las próximas generaciones les corresponderá edificar la armonía social que se perdió en medio de la guerra.

La violencia seguirá durante toda nuestra existencia como país y lo que se busca es reducirla a su mínima expresión, meta que se conseguirá en la medida que las armas se reemplacen por las ideas.