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La conjura de las noticias falsas Las 'fake news', un fenómeno global, son tendencia en estos días de alboroto mediático, cuando hasta los asesores políticos y los directivos de campaña, especialmente de la derecha, sin vergüenza ni escrúpulo, reconocen y confiesan haber utilizado tácticas y estrategias non sanctas, hasta subliminales, para sembrar el miedo y el odio de clase, manipulando la conciencia ciudadana, especialmente la del votante primario.* Cuando, en Nápoles, años 60, con un grupo de amigos soñadores pusimos en escena El resistible ascenso de Arturo Ui, de Berthold Brecht, me tocó interpretar a Joseph Goebbels en la persona de un mafioso italiano, según la historia de Brecht en el mundo gansteril de la Chicago de los años 30.*Goebbels fue poderoso ministro de la Información y Cultura Popular nombrado por el Führer, y su obra más conocida es una especie de catálogo de la mentira política y periodística: es el autor de los tristemente célebres ‘11 principios de la propaganda nazi’. Desde el principio de la simplificación hasta el de la vulgarización: “Toda propaganda tiene que ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente...”, hasta el principio de la exageración y desfiguración de cualquier anécdota, hasta la más insignificante, principio del contagio: técnicas para reunir diversos adversarios en una sola categoría, por ejemplo, ‘santicastrochavista’. Y la orquestación: una repetición incansable de pocas ideas y conceptos y de mentiras que acaban convirtiéndose en aparentes verdades. El principio del silenciamiento: eliminar las noticias sobre las que no se tienen argumentos, o disimular las que favorecen al adversario, contraprogramar. Cuando en mis años mozos hice mi incursión en la publicidad de corte estadounidense en la mítica Leo Burnett, ya había unas encuestas tan sofisticadas que llevaban a conocer el estilo de vida de nuestros consumidores, y en los grupos de sondeo había la posibilidad de detectar si la preferencia para un producto era fruto de la propaganda o del uso efectivo de este. Lo que más me sorprende, además de la vigencia de estas reglas diabólicas, es lo obsoletos que son nuestros encuestadores, que, cincuenta años después, no han diseñado un algoritmo que descubra las noticias falsas. Y la impotencia de la red para impedir la andanada de insultos y el bullying sistemático, que convierten los grupos de opinión en las máximas cloacas. Salvo Basile, El Tiempo |
Respuesta: La conjura de las noticias falsas ¿Salvo Basile, el actor? ¡Ah, bueno! |
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No tendrá las credenciales intelectuales de una Paloma Valencia, un Ernesto Macias o una Maria Fernanda Cabal pero por lo menos sabe que la Unión Sovietica ya no existe y que la dieta del osos de anteojos es predominantemente vegetariana. Sobre el tema ni mu, ¿cierto? |
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Si lo hubiera leido se habría dado cuenta que a pesar de ser un actor, el tema no versa sobre farandula. Me imagino que nunca leyó nada acerca del gobierno de Ronald Reagan. Se lo recomiendo, le va a parecer interesante. |
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Creo que debemos dejar a Salvo en las tablas o en la cocina, donde también se desenvuelve muy bien. NOTA: Sería muy saludable que usted dejara de tratar a sus interlocutores como ignorantes en cada comentario que hace. De pronto se lleva la sorpresa cuando se dé cuenta que muchos (muchísimos) de los usuarios de este foro son mucho mas inteligentes e ilustrados que usted. Solo es una sugerencia respetuosa. |
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Mul disculpas. Mi temperamento no tiene excusa y lamentablemente suelo terminar dandole a la gente el mismo trato que me dan. Pero poco a poco voy mejorando. Si se fija bien, a Indi y a Marinero no los insulto a pesar de que no bajan de guerrillero y lavaperros. Incluso a usted no lo he tratado de amigo de paracos ni de estar haciendole el juego al narcoparamilitarismo. Eso si, suelo sostener tercamente mi punto de vista, me tendrá que perdonar esa falta de educación por ahora. PD: y seguro que si. Si nos atenemos a todos los títulos que ostentan los usuarios, yo debo ser el más iletrado del foro. No lo pongo en duda. Pero ni siquiera ello me quita el derecho a opinar. |
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En cada comentario suyo trata a los demás como si tuviera la verdad revelada y como si solo existiera un solo libro de cada cosa y que lo tuviera bajo llave en su biblioteca. Los demás también hemos leído (de pronto, mucho más que usted) y no es justo, o por lo menos no es sano, que, con cada palabra, sostenga o soslaye que ni siquiera sabemos algo de historia o que ni siquiera hemos oído de ciertos personajes. Puede ser que no seamos tan ignorantes como usted lo pregona y que el errado sea usted o que, al menos, sepamos de que estamos hablando o hayamos escuchado algo sobre algún tema. Como le dije en otro comentario, también puede ser que usted sea el herrado. Con todo, cada quien tiene su estilo y no soy nadie para criticarlo. Tal y como lo dije antes, solo era una sugerencia, nada más que eso. |
Respuesta: La conjura de las noticias falsas Mi estilo si es deprimente lo admito. En este topoc en particular solo quise recordarle a un memorable presidente, que estoy seguro admira, cuando usted sugirió que el escrito ni siquiera ameritaba debate por haber sido escrito por un actor. Lamento si mi estilo no fue el adecuado, pero tendrá que reconocer que su intervención también dejaba mucho que desear. |
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Si es solo por una cierta identidad de derecha le recuerdo que usted está muy identificado con la izquierda. ¿Admira y aplaude usted a Timochenko? |
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