No es lo mismo 9.000 guerrilleros y milicianos desmovilizados y desarmados que están preparándose para ingresar a la vida civil que 200 disidentes que pasaron a engrosar las filas de la delincuencia común y serán combatidos como tales.

Sólo el CD tiene la verdad revelada. Cualquier cifra que contradiga sus creencias es de inmediato satanizada, descalificando a quien proporciona los datos. De todas maneras, la cuestión no está en creer sino en la realidad que se palpa en las regiones donde se vivió el conflicto armado con las Farc.

A los habitantes no les interesa si en las redes sociales creen o no. Lo que les importa es que sufren menos violencia, es decir, ya no hay tomas de pueblos, hostigamientos con tatucos, derribo de torres eléctricas, carros bombas en las carreteras, secuestros de militares, en fin, todo lo que conllevaba la guerra con las Farc.

Continuará la violencia cometida por la delincuencia común, pero el que ya no participe el mayor actor de la guerra es un alivio y cuantioso no sólo para las víctimas civiles sino para los militares. Ahí están las cifras proporcionadas por el Hospital Militar que posteé arriba.

Por tanto, mientras en las redes sociales tratan de tapar el sol con un dedo vociferando que la guerra con las Farc sigue, la realidad -que es lo que de verdad importa-, camina en sentido contrario.

Como son las cosas. La propia pelona le dio chumbimba el 28 de octubre pasado.