Si se estudian con cuidado y sin prejuicios los acuerdos y se comparan con lo que pedía las Farc se encuentra con la sorpresa de que apenas el 20% se les concedió. Por poner un ejemplo. En un comienzo propusieron una reforma agraria radical que expropiara los grandes latifundios repartiendo la tierra entre los campesinos pobres. Al final lo que consiguieron fue una tímida reforma que conserva intactos los latifundios y la tierra que se les dará a los campesinos pobres saldrá de los baldíos propiedad de la nación. Y para completar, además, se les metió un gol olímpico con las Zidres que permiten la asociación de los grandes capitales en el campo. Otro ejemplo, querían una financiación especial para el inicio de su vida política que sobrepasaba lo que se les da a los partidos políticos y les tocó aceptar a regañadientes lo estipulado por la ley ordinaria.

Pero pudo más la campaña de desinformación del senador Uribe, alcahueteado por el destituido Ordóñez, quienes convencieron a amplias capas de la población de que el acuerdo destruía la propiedad privada, expropiaba las grandes haciendas y le abría el camino al castrochavismo.

Por supuesto que muchas cosas del acuerdo no les debe gustar a las Farc como la mísera cantidad de curules que en nada perturban el monopolio de las fuerzas tradicionales en el poder y apenas fungen como número simbólico temporal. Después deberán salir a la tarima a ganar las curules con sus propios votos. Pero sus opciones eran pocas ante el fracaso de su lucha armada y el rechazo de los colombianos. O seguían en el monte por 50 años más, limitándose tan solo a sobrevivir sin esperanza alguna de llegar al poder, valiéndose tan solo del terrorismo para permanecer vigentes, o se incorporaban a la vida pública y tenían la oportunidad de defender sus ideas con votos.

Al final no obtuvieron lo que por más de 50 años lucharon, pero aprovecharon la oportunidad de legalizarse como ha sucedido en otros procesos de paz en el mundo. Y como se ven las cosas, pasará mucho tiempo, al menos una generación, para que se conviertan en alternativa de poder. Por ahora, no pasarán de ser un partido pequeño cargando el fardo de su radicalismo.

alcahueteado por el destituido Ordóñez,