Matar sí paga
 

Matar sí paga

Días antes, los terroristas del Andino vieron salir de prisión al autor de la masacre del Nogal.


“Los incentivos que hoy tienen terroristas y criminales son perversos”, trinó el aspirante presidencial Juan Carlos Pinzón horas después del horrendo atentado en el centro Andino de Bogotá, que el sábado 17 dejó tres mujeres muertas y varios heridos. Me cuentan que la declaración molestó al presidente Juan Manuel Santos, sobre todo por venir de su exministro de Defensa, exembajador en Washington y excolaborador de tantos años.

Pero Pinzón tiene razón. ¿Qué temor a ser condenados por esa acción terrorista pueden albergar sus autores si, días antes de perpetrarla, vieron cómo salía de la cárcel uno de los principales culpables de la masacre de El Nogal, en aplicación de las normas de la justicia especial de paz de los acuerdos de La Habana? Si los que causaron holocaustos como ese –o como la matanza de Bojayá– quedan libres con solo decir que van a confesar, el aliciente para que otros maten es enorme, en especial si además de un trato especial a nivel judicial imaginan que, si luego se desmovilizan, les darán un sustento económico, como ocurre con los excombatientes de las Farc.

No estoy de acuerdo con quienes, desde el flanco más extremista del uribismo, hablan de hacer trizas los acuerdos de La Habana. En esa negociación hubo excesivas concesiones para una guerrilla que estaba virtualmente derrotada en el campo militar. Y ha habido aún más regalos en la reglamentación de los acuerdos. Pero aún es posible poner límites y orden, sin echar a la caneca los acuerdos que han significado, más allá de dudas y críticas, la desmovilización y el desarme del grueso de las Farc. Esos límites y ese orden deben ir encaminados a acabar de una vez y para siempre con esta idea: que, en Colombia, matar sí paga.

Urge establecer un punto final al otorgamiento de beneficios a quienes, con la cínica excusa de un ideario político, asesinan, secuestran, reclutan menores, roban dinero público, derriban miles de hectáreas de bosques para sembrar coca y narcotrafican. Las generosas dádivas de La Habana deben ser las últimas que reciban los integrantes de una organización terrorista en la historia de este país. Basta ya: si no cerramos esta puerta de una vez por todas, el estímulo a cometer acciones criminales disfrazadas de rebelión política continuará ahí, y lo seguiremos pagando con sangre.

El Gobierno no parece entenderlo. La prueba está en la deriva que lleva la negociación con el Eln, un grupo que, ya sea por sus divisiones internas o por un cinismo recalcitrante, sigue matando, sigue secuestrando, sigue atacando a la población civil y sigue narcotraficando. Y no le va nada mal. En el campo militar, unas alicaídas Fuerzas Armadas han dejado de golpearlo con eficacia, cuando en el pasado lo acorralaron y le destruyeron gran parte de su fuerza. Y en la mesa de Quito está a punto de ganarse la lotería.

El jefe negociador con el Eln, el exministro Juan Camilo Restrepo, acaba de abrir las puertas a un cese del fuego bilateral con ese grupo terrorista, como inestimable premio a esos asesinos por sus más recientes acciones criminales. “¿Ven que matar sí paga?”, les debe de estar diciendo el comando central del Eln a sus frentes. Con las Farc, el cese bilateral solo llegó después de muchísimos meses de cese unilateral de los guerrilleros.

¿Por qué habría de ser diferente con el Eln? ¿Acaso la lógica del gobierno de Santos es que quienes más se demoren en dejar de matar más premio reciban? En vez de eso, hay que revisar si la mesa con los ‘elenos’ va para alguna parte. Pero más allá de ello, se impone acabar con los estímulos, alicientes y premios a los asesinos. Porque si no, la verdadera paz no va a llegar jamás, ahogada como está en el círculo vicioso de crimen, negociación, acuerdo, perdón y aliciente para nuevos crímenes.

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Difícil hacer entender a los progre que quienes nos oponemos al acuerdo no queremos acabarlo sino cambiar cosas para que haya verdadera paz con justicia.

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En 1899 inicio la guerra de los mil días, entre un gobierno Conservador y Guerrillas Liberales. Con el resultado de 100 mil muertos y la semi-destrucción del país.

Nuevamente en 1948 y después del magnicidio de Gaitan, se desencadenó la llamada "Violencia" entre Gobiernos Conservadores y Guerrillas Liberales que hasta la década de los 60 acumularon 300,000 muertos y fueron germen del conflicto armado de ahí en adelante.

Los liberales de hoy pueden decir con orgullo " Matar si Paga"

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Sí señor. No lo pudo decir mejor.

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Garavito, el mayor psicopata de la historia moderna, descansa placido leyendo la biblia y con las 3 comidas aseguradas. Él también puede afirmar que "matar si paga"

Yo no se a usted, pero a mí no me urge salir a violar y destripar menores viendo lo bien que le va al antes mencionado.

Siguiendo con el tema " Matar si paga".... Eso bien que lo sabia un tal pablo escobar, quien después de haber mandado a asesinar al candidato Galan, fué premiado con catedral por carcel por el sucesor del fallecido, el estimado Cesar Gaviria, Liberal. (¿Si se acuerda quienes fueron los liberales,no?)

En fin, tus frases son rebatibles por un niño de kinder.¡A jugar dofus, a ver!

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No sabe uno quien esta más enfermo: si el que mata inocentes o el que dice que como al primero no lo encerraron en la carcel de por vida a él le están empezando a dar ganas de imitarlo.

Como dice Hannibal: esta sociedad ha dejado de castigar con firmeza miles de delitos desde hace décadas y solo a los enfermos les puede parecer que ello es un aliciente para cometerlos.

Aparte: si tuviera piso tal idiotez ¿A quien van a querer imitar? ¿A un guevón que por delinquir desde el monte fue perseguido a bombazos por años y "premiado" con $1'800.000 por dos años o a otro que por delinquir desde el Congreso nunca fue perseguido y es premiado con $27'000.000 de por vida? Por no hablar de los contratistas públicos, el cartel de la 72, el narcotrafico tradicional, las alcaldias y gobernaciones y los puestos en cualquier ente de control gubernamental. Todos, focos de corrupciòn que les permiten a sus integrantes delinquir a placer y forrarse en billetes sin exponerse a ser perseguidos jamás.