Los radicales de la derecha como de la izquierda tienen un imaginario de país anclado en siglos pasados. Los unos quieren un país donde se produzca riqueza en beneficio de unos pocos; los otros, otro donde se asfixie la riqueza para que la pobreza nos iguale a todos.

De los colombianos depende si votan para marchar al abismo eligiendo una de estas dos opciones o le apuestan a un país moderno donde se consolide una gran clase media que jalone el país, meta que pasa a través de la educación como un gran propósito nacional.

Por mi parte le apuesto a Sergio Fajardo que ve en la educación la mejor apuesta. Humberto de la Calle, puede ser otra opción respetable. Incluso un Navarro Wolf, inteligente y excelente administrador, aunque dudo que un país conservador como éste le dé su apoyo.

Descarto a fundamentalistas como Petro y Robledo, en una orilla; en la otra, al uribismo, aunque Iván Vélez trata de marcar la diferencia luchando con ideas y no con dogmas. Ni hablar del conservatismo, con un Ordóñez o una Marta Lucía Ramírez, habitantes del siglo XIX.

Clara López es inteligente, pero la veo más como fórmula vicepresidencial. Claudia López es un interesante alfil contra la corrupción, pero demasiado emocional para manejar el Estado.

Respecto a Germán Vargas, excelente ejecutor pero su talante autoritario no tiene cabida en el posconflicto. Casaría más problemas que soluciones. De todas formas es uno de los que se perfila para llegar a la segunda vuelta.