¿Es ‘Rebelión’ una buena película? Probablemente sí, probablemente no; depende me parece a mí de lo que esperes ver en su algo más de hora y media de duración. Porque si crees que te vas a encontrar con un biopic al estilo de la telenovela de RCN ‘Leandro Díaz’, cipote de estrellada te vas a pegar.

Y es que este largometraje dirigido por José Luis Rugeles Gracia que está compitiendo por el ‘Premio María’, concedido por la decimoséptima edición del Festival Internacional de Cine de Cali la cual culmina este lunes festivo, es realmente un collage medio raro de escenas. Su estructura narrativa me hizo recordar en parte al largometraje de Luis Buñuel ganador del Óscar ‘El discreto encanto de la burguesía’, con la diferencia de que ‘Rebelión’ trata sobre uno de los cantautores más populares del panorama musical colombiano como el finado Joe Arroyo.

Hay algo que resulta indudable: ‘Rebelión’ es una alternativa apenas para un sábado en la tarde o en la noche. A mí me hizo mover el esqueleto en la silla y cantar algunas partes de canciones, de modo que la elección del horario no pudo ser más acertada de mi parte y afortunadamente me aprovisioné de un cinecombito porque traía conmigo no más una botella de agua después de almuerzo.

La presentación de los créditos iniciales del filme es un instante chévere de esta producción y de aquí en adelante la fotografía se encarga de brindarnos instantes variopintos en calidad dramática. Hay una frase atribuida o que fue dicha por un tal Earle Wilson, ‘una película sin sexo es como una chocolatina sin nueces’ y en ‘Rebelión’ vaya que usaron el coito como reclamo publicitario, pero tampoco piensen que es una soft porn, ni más faltaba.

Jhon Narváez cumple a mi juicio una encarnación consistente de un Joe que se mueve entre el arte y el delirio, logrando llevar con suficiente criterio un personaje que va camuflando con su talento los vaivenes trágicos de una existencia que se muestra como una nota a pie de página en el largometraje. Esto mismo se puede decir de Angie Cepeda; la bella intérprete costeña es una presencia anecdótica y yo lamento que su caracterización no haya tenido un rol más destacado, y eso que en el elenco aparece como la coprotagonista.

El rol que sí déjenme decirles está totalmente fuera de lugar es el del representante del Joe, un argentino que intentando imitar el acento de la costa caribe colombiana ofrece uno de los esperpentos más monumentales dentro de la cinematografía orbital, así como lo leen. Eso y su horripilante desempeño actoral en la película que culmina en una escena de manera ídem, como si los realizadores fueran conscientes de que, al fin de cuentas, era una aparición prescindible.

En resumen: una propuesta que puesta en la balanza tiene algunos momentos de destello, pero a la que infortunadamente no le alcanza para hacerle un venerable homenaje a la figura de un artista de la talla de Álvaro José Arroyo (Q.E.P.D).