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Gracias por todo, ‘Pibe’, pero llegó James

James jugó un Mundial perfecto. Le alcanza, en mi opinión, para ser considerado el mejor jugador de nuestra historia.

http://www.pulzo.com/sites/default/f...?itok=Id7wQRTP Primero de febrero de 2004. Carlos Alberto Valderrama Palacio se retiraba del terreno de juego del estadio Metropolitano de Barranquilla para no pisar jamás una cancha de manera profesional. Ese costeño de bigote oscuro y cabellera dorada, a quien el mundo entero conoció como el ‘Pibe’, se retiraba de un deporte al cual él dignificó.
Al mismo tiempo, en la casa de un conjunto residencial de Bogotá, a unos novecientos y tantos kilómetros de la ‘Arenosa’, un chico de 14 años lloraba desconsolado en frente a un televisor al que tocaba pegarle una palmada para que dejara de emitir sonidos extraños. No entendía muy bien por qué, pero lloraba. Sentía que parte de su niñez se iba junto a aquel mono de los risos de oro.
28 de junio de 2014. James David Rodríguez Rubio recibe un balón sutilmente tocado por la cabeza de Abel Aguilar. Lo acoge en su pecho con la armonía de quien abraza al amor de su vida e, instantáneamente, se desprende de él. Es su baile y tiene claro qué hacer. Rodeado de cinco rivales patea de bolea ese pedazo de cuero –que ya parece estar ligado a su corazón con tan solo fracciones de segundo de haber estado a su lado– y se va directo al travesaño.
Ni Muslera ni los tres millones de uruguayos habrían podido evitar que la pelota entrara. James, el pequeño que heredó el testigo del Dios Falcao, marcó el gol más importante de la historia de la Selección Colombia. Un gol que abrió el camino para clasificar a los cuartos de final de la Copa del Mundo Brasil 2014.
En ese instante, un hombre de 25 años lloraba. Rodeado de su familia en la atrapante Villavicencio, con cerveza en mano, vio la obra de arte de su compatriota en un video beam HD. Los medios cambian pero los sentimientos permanecen, se hacen más fuertes: de nuevo no pudo aguantar las lágrimas, pero esta vez sí que tenía claro por qué. Recordó el día que lloró frente al destartalado televisor y le agradeció a Dios por ese momento, por esos momentos.
Ahora, cuando James se convirtió en el primer ciudadano colombiano en ser goleador de un Mundial de fútbol, ese hombre-lágrima intenta enviarle un respetuoso mensaje a Carlos Valderrama: gracias por todo, ‘Pibe’; gracias por hacer soñar a mi papá y a miles de jóvenes que crecieron oyendo tus gestas dentro de la cancha. Gracias por liderar un grupo de jugadores que en medio de un contexto social escabroso, salieron adelante y representaron a esta patria. Gracias por el profesionalismo y el talento.
Gracias por todo, ‘Pibe’, pero llegó James para ocupar ese lugar que dejaste vacío en el corazón de un niño, hoy convertido en hombre.