En la temporada pasada, en varios partidos Messi puso la diferencia y derrotas o empates los convirtió en victorias. El Barcelona trastabillaba, todo el mundo lo veía, pero el espejismo de los triunfos dejaba de lado las críticas. En ese momento muchos se preguntaban, ¿y si no estuviera Messi? Igual se decía del Madrid respecto a Cristiano Ronaldo.

Ahí está la respuesta. Messi, el apaga incendios no está y el Barcelona lo siente. No está al borde del abismo, puede incluso ganar la Liga, porque tiene estupendos jugadores y un Alexis que el Tata recuperó y un Neymar que seguirá evolucionando refrendando su calidad de un fuera de serie.

Pero hoy, el Barcelona no está bien sin Messi y eso es bueno, porque el argentino no siempre va a estar y urge la renovación, urge crecer sin depender de su estrella. El Madrid ya demuestra con suficiencia que sin Cristiano también gana y con Bale ya adaptado del todo, las victorias contundentes llegan.

La Liga española rompe la monotonía con el tropezón de los culés, la tenacidad del Atlético y el segundo aire del Madrid. Un trío endiablado.

Pero no es lo mismo cuando está en la élite, ni tampoco que sean dos partidos seguidos, ni mucho menos jugando tan mal como lo hicieron. Estos clubes son empresas multimillonarias que no pueden darse el lujo de trastabillar dos veces seguidas. Eso prende las alarmas, pero no significa el caos, apenas la sorpresa y la obvia preocupación.